jueves, 25 de septiembre de 2014

-51.

—El sábado anterior te vi acá, moría de ganas de venir y pedirte (una vez más) que me perdones, pero no lo hice, decidí observarte, todo el tiempo que pude. Te veías tan tranquila, tan en paz, que no quise arruinar el momento —dijo Pedro mientras yacíamos en el césped luego de nuestro beso.

—Estaba pensando en nosotros —dije mientras suspiraba, disfrutando de estar de nuevo donde pertenecía—. En la primera vez que me trajiste acá, y todos los otros días que le siguieron. Me sentía en paz por eso, porque la mayor parte del tiempo contigo siento eso, paz.

Levante la cabeza para mirarlo y estaba mirando el cielo, sonriendo.

—Para muchos puede haber parecido poco el tiempo que no estuvimos juntos, pero para mí fueron como meses. De verdad, estaba tan acostumbrado a tenerte en mi vida constantemente que cuando no estuviste sentí que faltaba un parte de mí —suspiro y bajo la cabeza para mirarme, trazando la curva de mi mejilla con una mano—. Cuando te vi de nuevo luego de esas dos semanas casi se me olvidó todo. Las lágrimas de tristeza que te hice derramar, la promesa que no cumplí, todo. Lo único que quería hacer en ese momento era abrazarte y decirte lo mucho que te amaba. —Deja un corto beso en mis labios—. Pero después, cuando giraste y me miraste, vi tus ojos, la tristeza, las dudas, todo en ellos. Y no pude, no pude hacerte eso. Entonces trate de fingir que todo estaba bien. La mayor parte del tiempo me recordaba tus lágrimas, las que derramaste por mi culpa, para ser capaz de darte tu espacio, porque te lo merecías. Pero hoy no pude, ya no tenía fuerzas para mantenerme alejado.

Lo miro y sonrío, no me arrepiento de nada de lo que le dije hace minutos, esta es una de las razones del por qué lo amo y lo elijo nuevamente.

—Creo que de tanta indiferencia que fingí contigo se me hizo más fácil estos días —admití besando el hueco de su cuello.

—No entiendo como pudiste, a mi se me hacía difícil hasta decirte hola —dijo algo gracioso.

—Es porque sos un debilucho —decidí bromear.

—Puede ser, pero igual, vos tendrías que ser actriz —dijo haciéndome cosquillas a los costados—. Sabes lo que sufrí pensando todos los días que a lo mejor ya me habías superado? —pregunto haciendo pucheros con la boca, lo besé.

—Sabes vos lo mucho que sufrí todos los días en el gimnasio viéndote sin camisa? —pregunté, imitándolo y haciendo pucheros, rió y luego me besó.

—Todo era parte del plan —me guiño el ojo, lo pegue en el hombro y ambos reímos.

—Trampa, quisiste hacer trampa.

—Funcionó, o no? —dijo sin dejar de sonreír un segundo, lo mordí.

—Mmm no sé, creo que alguien dejo de hacer ejercicios por un tiempo y comenzó a comer más, porque se veían flojos ciertos abdominales —dije graciosa, tocando sus abdominales, obviamente intactos.

Él se colocó las manos en el pecho, fingiendo estar herido.

—Mi pobre ego —dijo y yo comencé a reír.

Me subí por encima de él y le di un beso, cuando iba a acomodarme en su pecho de nuevo, me sostuvo con sus manos en mi cintura, mientras apartaba un mechón de pelo de mi cara—. Sos hermosa —dijo mirándome como siempre—. Y mía —termino y luego me besó.

—Y vos mío —respondí volviéndolo a besar.

—Quiero quedarme así para siempre —dijo lanzando un suspiro de felicidad.

—Hacemos una nueva promesa? —pregunte sin alejar mi rostro del suyo.

—Todas las que quieras —respondió sonriendo.

—Por querer estar a tu lado igual, siempre —dije mirándolo, sabiendo que entendería.

—Por querer estar a tu lado igual, siempre —repitió él.

Con una sonrisa acercamos nuestros rostros y nos besamos como si todo el tiempo del mundo fuera nuestro, demostrándonos todo el compromiso que poníamos en esa nueva y más sincera promesa que nos hicimos.