lunes, 30 de marzo de 2015

-88.

Julio y las cosas ya no estaban tan bien, resultaba ser que ya no era solo yo la que veía que las mejoras se estaban llevando a cabo muy lentas.

Por lo que el Doctor recomendó lo que él denominaba terapia intensiva, que incluía sábados en el programa también.

Como yo quería terminar con esto cuanto antes acepté –aunque muchas opciones no tenía- y habíamos comenzado hace un par de semanas.

Si bien el horario era el mismo entre semana, el agotamiento con el que salía de ese lugar era peor, lo único que quería hacer era ir a mi casa y dormir hasta el día siguiente. Pero no, teníamos la universidad.

Para el quinto día ya me estaba sintiendo parecida al primer mes, pero no dije nada, por supuesto. Ya era bastante molestia para todos sin quejarme.

De todas formas no todo era tan malo como el primer mes, ya que tenía más personas tratando de animarme –secretamente aunque yo lo notaba igual- y porque estaba ésta cosa en mí también, que ya entendía que iba a mejorar, que sólo tenía que aguantar un poco más.

En la tercera semana, cuando el Doctor implemento otro nuevo ejercicio realmente agotador en la fisioterapia, casi sacó mi Hulk de adentro, lo juro.

Si no hubiese sido por Pedro –quien estaba atrás mío susurrándome cosas para tranquilizarme- hubiera comenzado a gritar y no sé qué barbaridades más.

Es realmente frustrante cuando te piden que hagas algo que a) te cuesta mucho hacer, o peor b) no te sale.

El Doctor y la enfermera –por suerte- me tuvieron paciencia, se acostumbraron a mí supongo.

También Pedro, todos mis amigos y mi familia.

Ya que yo sabía que si bien no expresaba mis malestares en palabras, estaba más irritante. Y ellos ni siquiera parpadearon, estaban ahí, como siempre.

Tenía esta sensación parecida al miedo de vez en cuando al pensar en cuanto podría cansar a Pedro –quién era el que más estaba ahí- toda esta cosa de trabajar, tener que acompañarme con la fisioterapia y sumarle a eso la universidad. El miedo era más bien de agotarlo y que nuestra relación se llegue a convertir sólo en eso, en esa rutina.

Miedos que Pedro –sin saberlo- calmaba con simples gestos o mensajes.

Como el que me llego recién en el trabajo.

“Mensaje de Pepe”

Abrí el mensaje y una tonta sonrisa se formó en mis labios.

Pepe: te extraño *cara triste*

Si bien tenía todo tipo de emoticones nunca los usaba, y yo tampoco.
(Y vale aclarar que no hacían ni tres horas que dejamos el departamento).

Yo: yo extraño nuestra cama *cara triste*

Envíe riéndome en silencio, sabiendo que no respondí como él hubiese querido.

Pepe: vos extrañas lo que hicimos en nuestra cama *cara pervertida*

Resoplé riéndome mientras me sonrojaba.

Yo: Pedro!

Pepe: te hice sonrojar?

Yo: qué pensas?

Pepe: pienso en la cama…

Yo: Pedro!

Pepe: JAJAJAJAJAJAJAJAJA
Yo: calmate

Ambos sabíamos que no hablaba en serio, de hecho estaba riéndome también, amaba su humor, siempre. Rápidamente recibí su respuesta.

Pepe: sigo pensando en…

Yo: callate!

Pepe: callame vos *guiño*

Reí de nuevo y escuché una tos, levanté la mirada y me encontré con Sebastián enarcando una ceja.

—Mensajes sucios? —preguntó moviendo la ceja de arriba abajo, me sonrojé aún más mientras tosía.

—No! —no estaba mintiendo, bueno técnicamente no.

—Y el sonrojo a que se debe entonces?

—Hace frío —dije encogiéndome de hombros pero con una sonrisa.

Él sonrío también negando con la cabeza.

—Sigue en pie el almuerzo? —preguntó rindiéndose finalmente con el otro tema.

—Claro!

Habíamos quedado en que íbamos a comer y luego antes de volver al trabajo el me dejaría en el departamento. Ya que Pedro tenía un almuerzo en el trabajo.

—Bueno, voy a volver a mi lugar antes de que Serrati nos moleste de nuevo —dijo guiñando un ojo.

Negué con la cabeza sonriendo un poco, la verdad era que nosotros molestamos –más o menos- a Serrati, pero Sebastián siempre diría lo contrario.

Miré el último mensaje que me había mandado Pedro, seguido del que no le respondí.

Pepe: no me pensas ignorar no?...

Yo: no tonto, Sebastián vino a molestar.

Pepe: decile que se calme porque sos lo mía.

Yo: esa sería mi línea *guiño* *cara riéndose*

Pepe: JAJAJAJAJA buen punto.

Yo: te tengo que dejar, gente entrando.

Pepe: está bien mi amor, también tendría que estar haciendo algo, pero me desconcentras viste…

Yo: tarado! Anda a trabajar

Pepe: te amo

Yo: también te amo *corazón*.

Deje mi celular a un lado suspirando mientras la sonrisa no se borraba de mis labios.

Al medio día fuimos con Sebastián a almorzar, con Zaira uniéndosenos (ante tantas suplicas nuestras).

Cuando me dejaron en el departamento, le dije a Sebastián que me dejara directo en la cama y dormí, por alguna razón estaba muy cansada.

Me desperté sintiendo una suave caricia en mi mejilla, y sonreí.

—Hola —murmuré.

—Hola preciosa.

Abrí mis ojos y me encontré con su sonrisa.

—Era en serio lo de la cama eh —dijo divertido y yo resoplé.

—Tonto! —dije riendo, y el rió también.

Se inclinó hacia delante y dejó un beso en mis labios.

—Te sentís bien? —dijo esta vez ya serio.

—Si mi amor, sólo estaba cansada.

Él asintió con la cabeza y se inclinó para besarme de nuevo.

Luego me levantó y comenzamos a prepararnos para la fisioterapia.

Una vez que llegamos comencé con los ejercicios con Pedro y el Doctor o una enfermera siempre cerca.

Agotada una vez que termino, me cambie con ayuda de Pedro y fuimos a la universidad donde nos encontramos con nuestros amigos entre clases.

Una vez que llegamos al departamento lo único que quería hacer era dormir, pero con el agotamiento y todo ayude a Pedro a preparar la cena y comimos mientras que nos contábamos cosas del trabajo o –de parte de Pedro- algunos chistes, una vez que toqué la cama me dormí completamente mientras sentía un beso en mi frente y un “te amo” susurrado.  

Y esa era la rutina más o menos entre semana, incluyendo a veces las desveladas mientras o a) teníamos que hacer trabajos de la universidad o b) teníamos que estudiar para la misma. Esos días eran los peores.

Los sábados nos levantábamos –muy a pesar nuestro- temprano para ir a la fisioterapia y luego cuando salíamos íbamos a comer a algún lugar de paso, cuando llegábamos al departamento de nuevo nos quedábamos en la cama prácticamente toda la tarde, y como venía sucediendo seguido de noche venían o Zaira y Hernán solos, o el grupo completo.

Los domingos eran exclusivos para la familia, y casi siempre íbamos a la casa de mis abuelos y pasábamos el medio día y la tarde entera ahí, cosa que nos hacía bien a ambos, porque los dos extrañábamos a nuestras familias, no es lo mismo pasar de vivir una vida con ellos a luego verlos sólo unos días a la semana, sólo cuando salís de tu casa realmente te das cuenta de eso.


Solo esperaba caminar pronto de nuevo, no odiaba mi vida, pero odiaba no poder moverme por mi misma, no poder disfrutar el hecho de que por fin estaba viviendo algo que desde chica quise, sabía que una vez que me levantara de la silla de ruedas lo haría, y esperaba que ese día llegara pronto.


** 

Comenten por favor, necesito saber si siguen leyendo la novela, si les gusta como va (y si no también) en fin, comenten por fa. Gracias :-)

@fatipauliter.

martes, 17 de marzo de 2015

-87.

Mayo y Junio pasaron realmente rápido para mí, supongo que porque había dejado de auto-compadecerme de mi misma y había comenzado a disfrutar un poco más. Porque como dicen: cuando uno está divirtiéndose el tiempo pasa rápido.  

Y cómo no divertirme siendo, primeramente, compañera de trabajo de Sebastián… Ese chico venía con cada historia.
Un día vino a mí viéndose totalmente horrorizado (tanto que casi hasta me preocupe, casi), apoyó sonoramente sus manos contra el mostrador (tan fuerte que me hizo casi estremecer), me miro serio y dijo:
—Javi me dijo que soy chueco.
Explote en risas, real, reí tanto que si hubiese dejado de reír un minuto más de lo que lo hice Sebas se habría enojado.
—Bienvenido a mi mundo —simplemente dije tratando de retomar la compostura.
Él frunció el ceño y luego abrió más los ojos, golpeando el mostrador de nuevo.
—¡Pero yo no soy chueco! —se quejó, cruzándose de brazos cual niño de 5 años que no quiere dejar de jugar para ir a bañarse. Me tragué otra risa de nuevo.
—Uh, Sebas, lamento decirte que sí —dije mordiéndome el labio, tanto para parecer inocente como para no reír.
—Ay sí, y la tierra es esférica.
Trate una vez más tragar mi risa ante la falla en su sarcasmo.
—De hecho s…
—Callate —dijo y tosí para esconder mi inevitable risa.
—Bien ahora contame, te molesta que te haya dicho que sos chueco o te molesta ser chueco?
Él se quedó pensando un segundo y luego suspiro.
—La verdad que ni siquiera tengo idea de lo que me molesta.
Negué con la cabeza sonriendo.
—Sos el rey del drama, alguien ya te lo dijo?
—Miles de veces.
Y esa era sólo una de las tantas anécdotas que ya tenía sobre Sebastián en tan poco tiempo, con su drama y todo creo que era el mejor amigo hombre que podía tener jamás.
Con Pedro todo iba bien, muy bien.
Antes, cuando aún no nos mudábamos juntos, solía pensar que él podría llegar a aburrirse de mí o viceversa, ya saben, por la convivencia y todo.
Ahora puedo decir ciertamente que esa teoría no era acertada, al menos no en nuestro caso. Nosotros disfrutábamos cada minuto solos que teníamos, los cuales por todas las actividades que teníamos tampoco eran tantos.
Nuestros momentos realmente a solas eran de noche, mientras volvíamos de la universidad, mientras preparábamos la cena o pedíamos delivery, mientras hablábamos de todo o nada una vez que estábamos acostados.
Como cuando una noche, mientras mi cabeza estaba en su pecho y sus brazos me rodeaban, dije:
—No pensas en lo mucho que cambió todo en un año?
Lo sentí asentir.
—Hace más de un año vos estabas insultándome por haberte derramado el fernet, miranos ahora —dijo y ambos reímos.
—Igual hay algo que no es diferente —dije.
—Qué? —preguntó él moviendo su cabeza para mirarme.
—En ese entonces también te amaba —dijo sonriendo levemente.
Él sonrío también.
—Al igual que yo.
—Fuimos dos tontos —dije y él asintió de acuerdo.
—Bueno, eso tampoco cambio tanto —dijo divertido y yo le pegué en el hombro mientras reíamos.
—Tarado.
—Hermosa.
—Tonto.
—Preciosa.
—Loco.
—Por vos.
—Te amo.
—Yo también.
***
Si bien dejamos de ir todos los sábados (por lo que implicaba estar al aire libre entre tantos árboles en ya casi pleno invierno) íbamos igual, sólo que nos turnábamos entre ir al jardín y quedarnos en el departamento todo el día.
Como un sábado en que hice llorar a Pedro, bueno, técnicamente fue la película, y sólo fueron unas cuantas lágrimas, pero en fin.
Era de tarde, unos cuantos minutos después de haber terminado de comer.
Habíamos vuelto a la cama, y yo tenía muchas ganas de ver una película en especial y se lo dije a Pedro.
Él negó con la cabeza.
—Ya va ser como la tercera vez que elegís la película.
—Por favor, amor? —dije y agregue un puchero, lo cual lo convenció completamente.
Suspiró y negó con la cabeza una vez más mientras yo mordía mi labio inferior para no sonreír victoriosa.
—Todo es culpa de tu hermosa cara —dijo y aunque trataba de estar serio, vi una sonrisa asomándose antes de que fuera a buscar la película.
Cuando volvió, me subió a la cama y me acomodó entre sus piernas, con mi espalda en su pecho y dio play a la película.
La cual era ni más ni menos que la adaptación del libro Un Paseo Para Recordar de Nicholas Sparks, creo que no hace falta decir que desde la mitad –más o menos- de la película yo comencé a llorar, mientras Pedro, quien se había dado cuenta de esto, me abrazaba aún más fuerte por la cintura y dejaba besos al costado de mi frente.
Para cuando estaba terminando pude sentir las lágrimas de Pedro sobre mi hombro (ya que había apoyado su cabeza ahí antes) y nos sostuvimos sin decir nada en lo que duró la canción del final.
Esa película (y más aún el libro) te enseñaban tantas cosas, lo principal? Vivir plenamente cada día, sin rencor ni remordimientos, porque un día, así sin más, la vida puede tomar un giro inesperado y no volver a ser la misma nunca más.
Nos quedamos un tiempo hablando sobre eso luego de ver la película, yo hasta inclusive contaba las partes en que o no eran igual a la película o faltaban ella, y Pedro me escuchaba atentamente, no sólo escuchaba sino que prestaba verdadera atención, y no había nada que me gustara más que eso, que realmente me prestara atención.
Hubo otros sábados iguales, como también hubo otros llenos de drama y acción (que debo admitir me gustaban también), los sábados eran como nuestro día de aislamiento del mundo, al menos por la mañana y tarde, ya que en ocasiones de noche vendrían Zaira y Hernán, o el reciente buen grupo (completo) que se había formado en el pasado abril.
Hubo esta noche, a finales de mayo más o menos, cuando en un juego poco maduro (idea de Sebastián, por supuesto) Gabriel y Cielo terminaron besándose, con el resto de nosotros aplaudiendo sin discreción alguna.
—Ya pueden contratarme previamente de casamentero chicos —dijo Sebas una vez que ambos dejaron de besarse y todos reímos.
—Nuestro plan salió a la perfección —dijo Zai chocando las manos con Sebas.
Hernán negó con la cabeza divertido y dijo:
—Por supuesto que tenía que ser cosa de ustedes dos.
Todos reímos nuevamente.  
Habíamos formado un grupo bastante bueno y divertido, no había una sola noche sin risas cuando estábamos todos juntos.
Los domingos por otro lado era puro día de familia, la mayoría de las veces ambas familias (la de Pedro y la mía) juntas, otras por separado (que no sucedía a menudo) ya que la pasábamos tan bien entre todos que queríamos tener los domingos juntos.
En fin, ya había superado la peor parte que trajo consigo el accidente.
Y había una cita de uno de mis libros favoritos que decía que Dios nos da lo feo para que no tomemos las cosas hermosas de la vida a la ligera, y creía en eso, y en estos últimos meses había logrado comprender la frase personalmente, tuve lo feo y definitivamente ahora estoy valorando lo hermoso. 

**


Disculpenme por la ausencia, tengo bloqueos peores ahora que está por terminar la nove, supongo.

Comenten si tienen ganas por favor - espero que las tengan ;) -

@fatipauliter.



miércoles, 4 de marzo de 2015

-86.

Para cuando abril estaba terminando yo ya estaba acostumbrada a mi temporalmente nueva vida, si bien habían momentos en que me entraban ganas de llorar, estaba volviendo a ser más como yo misma.

Sin duda fue de gran ayuda comenzar a trabajar, me hizo sentir un poco más independiente y se sentía bien. Además de que también estaba Sebastian, mi nuevo mejor amigo -y el de Zaira-.

Apenas conocí a Sebastian se lo conté a Zaira y al segundo día de trabajo yo ya le estaba contando a él sobre ella también, por lo que ambos pidieron conocer a ambos y terminamos merendando un sábado en mi casa, junto con Pedro y Hernan.

Desde ese día decidimos ser mejores amigos mientras Pedro y Hernan rodeaban los ojos.

En fisioterapia, al fin estaba sintiendo las mejoras, si bien no eran del todo como yo quería, algo eran.

El vivir juntos era de gran ayuda a la hora de hacer trabajos para la universidad. También tuvimos unas cuantas reuniones más con nuestros nuevos amigos.

Todo iba tan bien como podía, excepto una cosa: Pedro+Yo+Intimidad.

Imaginen esto: novio teniendo que ayudarte a desvestirte, novio teniendo que ayudarte a llevarte hasta el baño, novio teniendo que ayudarte a vestirte.

Y esa rutina todos los días sin que pase... Nada.

No era la experiencia más divertida.

Y en estos últimos días se estaba volviendo insoportable después de lo  que ocurrio un par de noches atrás...

*flashback*

Después de por fin lograr terminar el trabajo pendiente para la universidad que teníamos, decidimos pedir un delivery -sólo por hoy- dijimos, como hacía dos noches atrás también... En fin, terminamos de cenar y fuimos a la habitación.

Pedro me puso en la cama y lanzó mi pijama para que pudiese agarrarlo, me quite la blusa que llevaba puesta y me puse el pijama para luego quitarme el sujetador por debajo.

Cuando levante la mirada para decirle a Pedro que me ayudara con los pantalones lo encontre mirandome, sin camisa.

Podes ayudarme... —dije y luego señalé hacia abajo.

Lo vi tragar y luego asintió. Se acerco a mi lado y cuidadosamente -como siempre- me quito el  jean, agarro mi short -y aun sabiendo que este ya podia ponermelo-, lo hizo él.

Siempre hacia lo mismo, con mucho cuidado y si bien sabía que  él me quería, sabía tambien que trataba de no demostrarlo, pero hoy...

Coloque mis manos sobre su cuello mientras las suyas se encontraban sobre mi cadera, y sin dejarlo decir nada uni nuestros labios con fuerza.

Al principio no reaccionó, pero segundos después su boca se puso al día con la mía.

Sus manos comenzaron a vagar por mi cuerpo mientras él comenzaba a posicionarse encima mío, entonces jadeé al sentirlo y el hechizo se rompió.

Pedro inmediatamente se alejó.

—Pedro! —me quejé.

Ambos respirabamos pesadamente.

Él nego con la cabeza.

Todavía no, te puedo lastimar. —dijo él pasándose las manos por su cabello.

—No me va pasar nada —dije cruzándome de brazos.

—No lo sabes y no quiero lastimarte.
Yo bufé, porque estaba segura que estaba siendo exagerado.

Él sonrío ante el mohin que hice y se acerco de nuevo para meter un mechon de mi cabello detrás de mi oreja.

Sos hermosa, ya te dije?

Me mordí el labio tratando de esconder mi sonrisa y luego le pegue en el hombro.

—Lo tierno no te quita lo exagerado —dije no queriendo ceder.

—Y a vos lo gruñona no te quita lo hermosaretrucó guiñando.

—Te odio —mentí sacandole la lengua, muy madura.

Él rió, claro.

—Yo te amo —se inclinó y me dio un dulce besote amo mucho.

Se estaba parando de nuevo cuando lo agarre de ambos cachetes y lo bese otra vez.

—Yo también te amo, exagerado —dije, él sonrió y luego de dejar un beso en mi frente fue hacia el baño.

*fin flashback*

Después de volver del baño se había acostado y me había quedado dormida con sus brazos envolviéndome desde atrás.

Hoy el primer viernes de mayo nuestro departamento se hallaba repleto.

A Pedro se le había ocurrido invitar a nuestros nuevos amigos -y los de siempre- como para que se conocieran entre todos, sin ningún fin más que ese.

A mi me parecio una buena idea por lo que ahora se encontraban esparcidos por toda la sala: Zaira, Hernan, Sebas, su novio Javi, Will, Mia, Gabriel y Cielo.

Ya habíamos cenado y ahora nos encontrábamos hablando de todo y nada.

Desde que los presentamos entre todos se sentía la buena onda, y supe que se repetirían más noches como estas.

En un momento más tarde los chicos no pudieron aguantarse y se pusieron a jugar a la play, inclusive Sebas -que por lejos podía decir, era el más competitivo-.

Con las chicas aprovechamos para salir al balcón y poder hablar tranquilas.

Zaira siendo la persona que es inmediatamente se sintió e hizo sentir cómodas a Mia y Cielo, por lo que al poco tiempo ya estábamos hablando como si nos conociéramos desde siempre.

Cielo nos contó sobre las tantas idas y vueltas que tenía con Gabriel, cosa que ya había estado sospechando pero hasta entonces no dije nada.

Al parecer ninguno de los dos quería arriesgar su amistad -según Cielo-, Mia decía que ambos estaban siendo dos cagones -Zaira la apoyó en esto- yo sin embargo fui más comprensiva, pero entre todas tratamos de hallar la manera para que ellos por fin se animen.

A Mia, Zaira y a mí también nos tocó nuestro momento, contando distintas historias, todas llegamos a la conclusión de que ninguna tuvo un comienzo fácil.

Pasamos a hablar de todo un poco, confesando cosas que inclusive nuestras compañeras de toda la vida no sabían.

Es irónico como cuando mejor la estas pasando las horas corren más rápido, pero así era y aunque parecieron minutos, fueron horas después que nos despedimos de todos mientras volvían a sus respectivos hogares.

El sábado después de la charla con las chicas -y anteriormente con la enfermera- tenía sólo una cosa en mente: volver loco a Pedro.

Y luego convencerlo de que nada me lastimaría.

Cosa que no era tan fácil estando en una silla de ruedas, claro. Pero tenía ideas.

Cuando despertamos le pedí que me ayudara a ir al baño, él pensaba que era sólo para hacer mis necesidades sin embargo yo comencé a quitarme la parte de arriba del pijama, debajo tenía solo un sujetador deportivo, le pedí que me ayudara con el short y lo hizo mirándome fijamente a los ojos -como si me hubiera descubierto-,yo simplemente iguale su mirada.

Me colocó en la bañera una vez que el agua estuvo lista y apenas se aseguró de que me encontraba bien se apresuró a salir del baño, y yo sonreí sabiendo que vio como me quitaba el sujetador antes de cerrar la puerta -hasta entonces siempre esperaba a que se fuera para hacer eso- me había convertido definitivamente en una chica mala -Zaira va estallar en risas cuando sepa que realmente seguí su consejo-.

Una vez que estuve lista y me envolví con la toalla luego de vacíar la bañera, llamé a Pedro y me cargó casi sin esfuerzo hasta la habitación, donde me dejó un rato a solas como siempre para que pudiese ponerme ropa interior -había insistido en esto desde el principio-.

Lo llamé para ayudarme con el jean que supuestamente iba a ponerme -los pantalones largos si se me hacían complicados- y cuando entró estuve como 10 minutos debatiéndome -a propósito- sobre si el jean o la calza.

Él estuvo primero pacientemente esperando por cinco minutos, para el sexto cuando no podía apartar más la mirada de mi cuerpo comenzó a inquietarse y mentalmente me di una palmadita en el hombro, más luego decidí que ya era suficiente -por el momento- y me decidí por la calza animal print, una vez que me dejó en la silla de ruedas me dió un beso en la frente y fue a ducharse.

Como nos levantamos tarde fuimos a almorzar y luego nos dirigimos hacia nuestro lugar, ya estábamos cerca del invierno por lo que el tiempo cada vez se tornaba más fresco.

No nos quedamos mucho tiempo en el jardín precisamente por eso, el clima.

Y cuando llegamos al departamento de nuevo nos acostamos a ver una película, como la película trataba mucho sobre la música me dieron muchas ganas de cantar por lo que cuando ésta terminó le dije a Pedro que trajera su guitarra.

Primero cantamos juntos y luego yo le hice cantar una canción para mi -él no se quedó atrás pidiéndome lo mismo- se sentía bien cantar otra vez y me preguntaba porque no lo habíamos hecho más seguido, luego supuse que por la falta de tiempo.

Cuando cantábamos juntos sentía algo indescriptible, como si mi alma y la suya se unieran a través de nuestras cuerdas vocales, sensación que sólo sentía al cantar con él.

Para cuando decidimos parar ya se había hecho casi de noche y nos pusimos a hacer una pequeña cena.

Tiempo después mi última parte del plan estaba llevándose a cabo.

Luego de darme un rápido baño Pedro me dejó en la cama envuelta en mi toalla mientras él iba a darse una ducha, se suponía que tenía que comenzar a vestirme.

Cuando él salió sólo con sus pantalones de pijama secándose el cabello con la toalla yo me encontraba en el mismo lugar y de la misma forma en que me dejó.

Me observó detenidamente por un momento y luego levantó una ceja, igualé su gesto levantando la mía, desafiándolo.

Él dejó caer la cabeza hacia atrás y soltó un gemido.

―Me queres matar ―dijo y yo reí un poco y decidí retrucar.

―Te quiero amar ―dije y él me miró fijo negando con la cabeza.

―Definitivamente me queres matar ―dijo, seguía en el mismo lugar y yo lo necesitaba más cerca, como sabía que él a mí.

―Vení ―lo llamé y él negó con la cabeza, entonces dije las palabras mágicas:― por favor.

Sólo tardó cinco segundos en llegar a mi lado y dos segundos más para que su boca este sobre la mía.

Comenzó besándome con fuerza pero el beso se fue tornando dulce de igual manera no quería que pare ni quería parar, pero luego gimiendo él se alejó, dejando nuestras frentes unidas.

―De verdad, no quiero hacer nada que te lastime ―dijo él y yo sabía que de verdad se preocupaba por eso.
Le sonreí cuando abrió los ojos y acaricié su mejilla.

―Creeme cuando te digo que no lo vas a hacer, no lo digo porque sí, ya lo consulté ―dije mordiéndome un poco el labio.

Él frunció el seño.

―Cómo?

―Mientras estaba en fisioterapia le pregunte a una de las enfermeras ―dije encogiéndome de hombros como si no fuera gran cosa, pero recuerdo que en ese momento tenía cierta verguenza.

―Estas segura? ―era tan terco como yo podía ser.

Le di una mirada obvia.

―Claro que lo estoy, es enfermera, sabe sobre estas cosas.

Pude ver el debate en su cabeza a través de sus ojos y uní nuestros labios rápidamente para que deje de pensar.

Estaba tenso primero, pero entre besos lo sentí suspirar y relajarse por completo.

―Me vas a decir si te llega a doler algo? ―preguntó separándonos un rato.

―Te lo prometo ―respondí.

Él asintió y luego negó con la cabeza sonríendo.

―Te cuento que si tu plan era volverme loco, lo lograste completamente.

Yo no respondí, sin embargo mi enorme sonrisa me delató.

Él besó la comisura de mis labios.

―Te amo loquita preciosa ―dijo mientras acariciaba mi mejilla.

―Yo te amo a vos ―respondí y uní nuestros labios.

Poco a poco su mano fue quitando el nudo que sostenía mi toalla en su lugar, sus manos y las mías cobrando vida propia, recorriendo cada parte.

Nos besamos mientras mi toalla fue puesta a un lado, nos besamos mientras su pijama fue a algún lugar en el piso, nos besamos mientras eramos uno de nuevo y seguíamos besándonos aun después de eso.

**

Por favor, comenten.

@fatipauliter / @pypuntilend.

viernes, 27 de febrero de 2015

-85.

Marzo pasó como un borrón. Siguiendo prácticamente la misma rutina: desayunos con Pedro, compañía de mi mamá o Ana, almuerzo todos juntos, fisioterapia, universidad y llegar a casa de noche para aprovechar nuestro tiempo solos antes de dormir.

Dos domingos volvimos a ir a la casa de mi abuela todos juntos -incluidos Zai y Nan- y como los dos anteriores la pasamos muy bien -sin nuevas preguntas incómodas de parte de mi abuela- para suerte mía.

Lo nuevo también era que comenzamos a hacer amigos en la universidad, era un grupo ya formado de cuatro personas buenas ondas que nos dieron la bienvenida, dos chicos, Will y Gabriel y dos chicas Mia y Cielo.

Para media sorpresa de Pedro la segunda semana ya consulte con él de invitarlos a cenar y compartir en el departamento después de la universidad.

Ellos aceptaron con gusto y ya habían venido dos viernes.

Lo que más me gusta de ellos es el carisma que tienen, me hacen recordar a esos amigos de mi colegio a los cuales por diferentes razones no puedo ver, se nota que se quieren mucho -es más Will y Mia están de novios- nos habían contado que se conocían de hace años -en la secundaria- y que ni ellos podían creer que tuvieron la dicha de poder entrar todos juntos a la misma universidad.

Yo les recalque  sobre cierta dicha luego, recordando como no tuve la misma suerte con mi amiga.

Lo cual dentro de todo no me preocupaba, yo sabía que aún que un mar nos llegue a separar físicamente a mi y a Zai, ibamos a seguir siendo amigas igual, nuestra amistad sin ninguna duda era del tipo para siempre.

Ya que se había acomodado mejor a su trabajo, Zaira vino unas cuantas veces mas a verme, algunas venían de noche -con Hernan- para poder compartir con Pedro.

También teníamos por supuesto nuestros sábados en el jardín -nuestro lugar- uno de mis momentos favoritos de siempre -junto con a) dormir abrazada a Pedro todas las noches; y b) el momento en que veía a toda mi familia y la suya juntas-.

La fisioterapia iba bien -era lo que me decía el Doctor- yo había comenzado a notar pequeños cambios, sintiendo un poco más de toda esa fuerza que le faltaba a mis músculos para poder volver a pararme.

Lo que también me dijo el Doctor fue que los primeros meses parecían no tener ninguna mejora pero que era normal, que recién después me daría cuenta. Yo sólo esperaba que "los primeros meses" signifiquen "el primer y segundo mes" quería recuperarme lo más rápido posible.

Salir de la casa para ir a un lugar más, que no fuera fisioterapia -me refiero a la universidad- me hizo dar cuenta de que podía manejarme medianamente sola de a momentos y me dieron ganas de comenzar el trabajo.

Por lo que luego de días de pensar los pros y contras -sola- decidí que lo haría.

Cuando lo hablé con Pedro y con mis padres me dieron su total apoyo -como esperaba- por lo que comencé a ponerme en contacto con la biblioteca de la universidad y después de unas cuantas charlas me dieron el trabajo -de nuevo- pero solo sería por medio día de 8am a 12pm. Cuando volviera a caminar eso se modificaría por supuesto.

Gracias a que tenemos todo cerca, a Pedro no se le complicaba en nada llevarme y traerme del trabajo ya que el suyo se encontraba solo a unas cuantas calles de la universidad.

Para el primer lunes de abril yo ya me hayaba preparándome -con ayuda de mi novio- para comenzar mi primer día de trabajo.

—Estas nerviosa? —me preguntó Pedro mientras desayunabamos.

—No sé, supongo que sí, se que no es mucho lo que voy a hacer pero lo que más me preocupa son mis compañeros quizás.

Sí, me preocupaba por cualquiera, pero la verdad era que quería llevarme bien con todos -o al menos no tener problenas con nadie-. Aunque igual, según me dijeron no eran muchos. Sólo dos personas que se encargaban de administrar y ordenar los libros. Una persona que se se encargaba del manejo de las máquinas, el supervisor y yo.

—Te van a amar, vas a ver —dijo mi novio regalándome un guiño.

Yo me mordí el labio sacudiendo la cabeza.

—Vos no sos objetivo.

—Si lo soy, solo que no cuando se trata de vos. —volvió a guiñar.

Yo reí.

—Uno de estos días te vas a quedar deforme cuando el viento sople muy fuerte y estes guiñando —dije divertida.

—No, nunca te vas a librar de mis guiños.

Me encogí de hombros.

—Total me gustan.

—A mi me gustas vos —y su maldito guiño de nuevo.

Negué con la cabeza medio riendo.

—Vos no tenes solución.

Terminamos de desayunar entre unas cuantas bromas más y luego nos pusimos en marcha a la biblioteca.

Cuando llegamos Pedro me ayudó a subir por la rampa y cuando llegamos cerca de la entrada de la biblioteca paró y de puso enfrente mío arrodillándose.

—Te  paso a buscar apenas salgo sí? —yo asentí—éxitos mi amor, te amo.

Me incline para besarlo.

—Gracias mi amor, te amo también.

Se levantó de nuevo y dejó un beso en mi frente antes de irse.

Yo moví la silla de ruedas hasta el supervisor -que se encontraba ya parado en la entrada.

—Buen día Señor Serrati —lo saludé, ya nos habíamos conocido cuando vine la primera vez hace unos meses y había hablado con él por última vez el viernes  para ultimar detalles.

—Buen día Paula, seguime  te voy a presentar a tus compañeros.

Cuando entramos la biblioteca era tan hermosa como la última ves que comprobé.

No faltó mucho para que viera a los que serían mis compañeros. Estaban parados creo que como esperando para recibirme.

Me presentó al chico y la chica que se encargaban de almacenar y ordenar los libros, Fran y Mari, quienes me saludaron con entusiasmo.
Y luego a Sebastian, el encargado de manejar las máquinas, el chico de ojos avellanas me sonrío torcido y me guiño un ojo, estaba tratando de averiguar si fue de un modo divetido o si tuvo otra intención.

Una vez que saludé a todos y todos me saludaron me acomodé detrás del mostrador que por suerte no era de esos altos y podía alcanzarlo.

Gente vino y se fue en la primera hora, sorprendiendome, no esperaba a tanta gente.

Hacían cinco minutos de que la biblioteca volvió a quedar vacía y pude ver a Sebastian acercándose a mí.

—Pauli —dijo cuando llegó y yo enarqué una ceja.

—Si..? —pregunté dejando pasar su atrevimiento.

—Me aburría y pensé que mejor que hacer una conversación con la nueva.

Se encogió de hombros y lo noté tan natural -raro también- que le seguí el juego.

—Hablemos entonces —dije y él sonrío.

Hicimos un ping pong de preguntas básicas hasta que su celular sonó, él miró la pantalla y me hizo una seña para que lo esperara mientras contestaba.

No se fue a otro lugar para hablar por lo que fue imposible no escuchar la conversación, lo primero que dijo fue "Javi" y a eso le siguieron cosas como "bien"; "si, voy para tu casa"; "bueno" y por último "yo también te amo".

Trate de que la sorpresa no se notara tanto en mi cara y como él esperaba que yo diga algo  dije lo único que se me ocurría.

—Así es que... Sos gay?

Él me miró un rato como analizandome y luego sonrío de costado.

—No, soy bisexual, queres hacer un trío?

Mi cara de horror debió ser reflejada y además debió parecerle graciosa porque explotó en risas.

—Ay Pauli sos una ingenua, sí soy gay, y no me gustan los tríos, muchas gracias.

Mi cara se tiño de rosa por la vergueza y me tomé el atrevimiento de golpear mi puño en su hombro, Sebas lanzó un "auch" mientras masajeaba su brazo.

—Eso fue por burlarte de mí, aprender una ves es suficiente no? —dije y levanté una ceja de la manera mas amenazadora posible.

Él levanto las manos en señal de rendición.

—Tranquila, amiga. Entendido.

Esta ves fui yo la que rió.

Hablamos por un rato más hasta que la biblioteca comenzó a tener gente de nuevo.

Más tarde para cuando llego la hora de salida Sebas se ofreció a llevarme hasta afuera, y como ya lo había declarado mi primer amigo gay no tuve ninguna razón para rechazar su oferta.

Me acompañó hasta la entrada-salida de la biblioteca y me ayudó a bajar por la rampa.

En cuanto llegamos a donde Pedro dijo que estacionaría, el mismo se encontraba ya bajando del auto, al principio no lo distingui pero luego noté por su cara y su tensión que algo andaba mal.

—Alerta macho alfa —dijo Sebas bajito mientras Pedro nos alcanzaba.

Ya le había hablado de él, pero con la cara que tenía no se parecía en nada al novio dulce que le mencione.

—Podes dejarla —dijo mi novio sin saludar y ni siquiera sonaba como pregunta.

—Pedro! —me quejé y Sebas puso una mano en mi hombro (la cual Pedro fulminó con la mirada).

—Me voy Pauli, nos vemos mañana —dijo Sebas y yo dejé de mirar a Pedro un segundo para mirarlo a él.

—Chau Sebas, gracias por tu ayuda —dije y le sonreí, él me sonrío también y luego se despidió torpemente con su mano una vez más antes de prácticamente correr hacia el otro lado.

Una ve que se fue volví a cruzar los brazos y fuliminé con la mirada la mi novio.

—Cuál es tu problema? —pregunté entre dientes.

—Ese chico te trajo hasta acá! —dijo y si era posible iba a echar humos por la nariz.

—Y? —pregunté aunque ya sabía por dónde venía la mano.

—Que yo iba a hacer eso. Encima te dice Pauli —dijo él y medio gruño y bufo.

—Estás celoso? —pregunté casi incrédula.

Su única respuesta fue gruñir de nuevo, muy maduro.

—Ay Pedro no seas tarado, primero: soy tu novia y segundo: no entiendo por qué vas a estar celoso, mira si alguien más me va querer así como estoy.

—Primero: sí, sos mía y me molesta que alguien más esté haciendo lo que yo tengo que hacer. Segundo: así como estas? No sé que ves vos pero yo veo a la mujer más hermosa de mi vida, claro que voy a estar celoso, como no estarlo con lo preciosa que sos.

Me mordí el labio tratando de decidir cómo contestar, este chico tenía el don para hacerme derretir hasta cuando estaba molesta.

Decidí que respondería todo por el mismo orden.

—Primero: vos sos mío también y no por eso voy toda hombre de las tabernas golpeando mi pecho y gruñendo ante cualquier mina que pasa por tu camino. No me gusto ese "lo que yo tengo que hacer" no es tu obligación y si yo pido ayuda a alguien más, inhalas, exhalas y lidias con eso. Segundo y último: sos un ciego pero gracias, te amo.

Vi como trataba de procesar todo lo que dije, la verdad era que no podía estar mucho tiempo enojada con él y lo último que me dijo arruinó todas las posibilidades de seguirle la pelea.
Igual tenía que hacerle entender que debía comportarse, la escenita de celos que hizo no estuvo buena, pobre Sebas.

Pedro se quedó mirándome unos segundos mientras se rascaba el cuello y luego sin ningún aviso agarró mi nuca con ambas manos y se inclinó para besarme, beso que correspondí absolutamente, débil yo.

Cuando nos separamos jadeando él sonrió un poco.

—Me gustaría decir primero que sería muy gracioso verte como hombre de las tabernas golpeandote el pecho —dijo él divertido mientras acariciaba mi mejilla y yo reí pegandole en la mano— hablando en serio, tenes razón. Voy a tratar de controlarme más pero por favor para mi salud mental, que no haya una fila de hombres trayendote hasta acá otros días, si? —dijo él y yo asentí medio riendo— y no estoy ciego, sos la más hermosa para mí. Te amo entendes?

Como era una pregunta retórica no respondí simplemente uní nuestros labios de nuevo.

—Le debes una disculpa a Sebas —él hizo una mueca.

—Mañana cuando te traiga de nuevo me disculpo.

Yo asentí y sonreí un poco.

—Si le hace un bien a tu salud mental saber, te cuento que Sebas es gay y el otro chico que trabaja con nosotros está de novio —me entere por un chisme de Sebas, claro.

La mueca de Pedro desapareció, por supuesto.

—Bueno, un poco mejor me hace tal ve...

Lo callé con un beso mientras lo sentía sonreír.

**
Pueden regalarme sus comentarios aunque sea en estos últimos capítulos, por favor?
Gracias y espero que les guste el capítulo.
Mi twitter es @fatipauliter y paso la nove desde @pypuntilend.

Pd: dedicado a @everwiththem quien me iluminó para poder hacer el cap, gracias enfer

martes, 24 de febrero de 2015

-84.

Para la segunda semana de clases, con Pedro ya teníamos como una rutina.

A la mañana él me despertaba -a pedido mío- para que lo acompañara en el desayuno, una vez que él se iba yo me quedaba sola por un rato hasta que Ana o mi mamá junto con Isabella venían, a pesar de que yo insistía en que podía estar sola toda la mañana, todos insistieron también en que necesitaba compañía, y ganaron por mayoría.

Lo bueno de todo esto era que tanto Ana como mi mamá me ayudaban a preparar la comida.

Pedro venía, almorzaba con nosotras, hablabamos y luego se iba de nuevo.

Ana o mi mamá me ayudaban a estar lista para la fisioterapia y cuando Pedro volvía del trabajo ellas se iban y nosotros partíamos hacia la clínica.

Las sesiones de fisio iban bien pero yo no estaba notando ninguna mejora, paciencia me vino a la mente la voz del Doctor. Era eso o volverme loca, y ahora estaba decidiendo ir por la paciencia.

Después de la fisio si teníamos tiempo parábamos en algún Café para merendar o sino comprábamos algo de paso, todo dependía de a qué hora comenzaban nuestras clases. Como no cursabamos muchas salíamos más temprano, para las 19:30 o máximo 20hs ya estábamos en casa.

A veces recurriamos a preparar algo para la cena, otras a pedir algún delivery.

Si bien no es lo que había esperado de nuestra convivencia, tampoco era tan malo, y lo bueno de todo esto -como Pedro no se cansaba de decirme- es que no sería eterno, en algún momento me recuperaría.

—Tu abuela me llamó —dijo Pedro un viernes a la noche.

—Ah sí? Qué quería? —pregunté, me parecía raro que no me haya llamado a mí.

—Quiere que hagamos un almuerzo todos juntos de nuevo.

—Y qué le dijiste? —pregunté mientras el acariciaba mi brazo.

—Que sí —dijo e inclinó la cabeza para mirarme— está bien?

Yo asentí.

—Ya les dijiste a todos?

Él asintió.

—También invité a Zaira y Hernan.

Yo asentí contenta de que lo hiciera, entre su trabajo, la fisio y la universidad no teníamos casi tiempo de vernos y los extrañaba.

—Está bien ya los extraño —dije y luego reí— quien hubiese pensado que yo diría que extraño a Nan.

Pedro rió también.

—Quien hubiese pensado que vos me aguantarías a menos de un metro todos los días —dijo él en tono divertido y yo reí y me incliné para mirarlo.

—Gracias a tu bendita insistencia hoy estamos acá —dije y trate de que mi mirada demostrara lo realmente agradecida que estaba.

—También gracias a que vos confiaste en mí, en nosotros —dijo y me incline un poco más mientras él lo hacía también para unir nuestros labios.

—Como no darnos una oportunidad cuando vos me mirabas y hablababas como lo hacías —dije y el sonrío de costado.

—Mi mamá suele decirme que de chico era insoportable, hasta que no conseguía lo que quería no me calmaba, creo que las costumbres no se van con el tiempo —dijo y guiño el ojo, reí y sacudí un poco la cabeza.

—No me resulta nada raro.

—Sí, bueno un pajarito me contó que vos eras muy gruñona de chica, tampoco me resulta raro —rió cuando le pegue en el hombro y beso mi frente.

—Así gruñona y todo me amas —dije y él asintió.

—Locamente.

Me mordí el labio y me incliné para besarlo.

—Como yo te amo a vos —susurré y nos besamos de nuevo.

Un rato después me acomodé en su pecho suspirando feliz mientras iba a la deriva del sueño.

***

—Pochi!

—Cachorra!

Zaira me apretó en un abrazo como pudo y yo se lo devolví feliz de volver a ver a mi amiga.

Si bien dos semanas para algunos podía parecer poco para nosotras ya era bastante, ya que nos acostumbramos desde chica a estar al rededor de la otra siempre.

—No sabes lo que te extraño —dijo mi amiga mientras Pedro y Hernan fueron a comprar algo que mi papá nos había pedido que llevemos de ida.

—Yo también te extraño cachorra, pasar de verte todos los días a casi nada es muy raro.

—Totalmente, nadie en la oficina es tan buena para comentar de chismes como vos —dijo divertida y ambas reímos.

—Ya cuando me ponga bien vamos a poder vernos más estoy segura —dije omitiendo la parte en que no sabía cuando sería eso.

—Por cierto cómo va la fisio?

—El doctor dice que lo estoy haciendo bien pero yo no noto el cambio.

Ella hizo una mueca y asintió.

—A lo mejor más adelante lo notas.

—Espero que sea pronto.

—Yo también Pochi.

Pedro y Hernan llegaron y nos pusimos en camino hacia la casa de mis abuelos.

Cuando llegamos ya se encontraban los autos de mis papás y los de Pedro.

—Creo que llegamos últimos —dijo Pedro lo que yo estaba a punto de decir.

Asentimos y fuimos hasta la entrada que por supuesto estaba abierta.

Pasamos y fuimos hasta el patio donde nos encontramos con todos.

Nos saludamos entre todos y mi abuela me pregunto como mil veces si estaba bien yo le sonreía medio dicertida y exasperada y le decía que sí, realmente estaba bien.

Después de un rato -para suerte de mi salud mental- paró con las preguntas y pudimos pasar un buen rato donde casi podía olvidarme de mis problemas.

—Y para cuándo vas a cambiar ese anillo a tu dedo chiquita? —dijo mi abuela entre una conversación.

Justo en el momento exacto en que estaba metiendo un bocado de carne en mi boca.

Tosí cuando casi me atragante y Pedro me miró divertido mientras me pasaba un vaso de agua.

—Abuela mientras este así —señalé hacia mi pierna— este anillo se va quedar acá —dije una vez que me recuperé, tuve que decirlo ya que nadie hablaba en la mesa, expectantes a mi respuesta, hasta Pedro.

—Bueno yo sólo preguntaba —dijo mi abuela luciendo inocente, ni por un segundo le creí.

Por suerte Ana me salvó de pasar más verguenza cambiando de tema la conversación diciéndole a mi abuela que tenía que enseñarle a hacer la torta que le había prometido la comida anterior.

Dejé salir todo el aire que no sabía que estaba conteniendo y me dispuse a comer de nuevo cuando sentí la constante mirada de mi novio.

Me giré hacia él quien tenía una enorme sonrisa.

—Qué? —pregunté.

—Nada —dijo él y sin dejar de sonreír se inclinó para besar mi frente y luego por fin se puso a comer de nuevo también.

El resto del día fue bastante bien  sin mas preguntas incómodas o vergonzosas, una vez que todos comimos nuestra parte justa de la torta de mi abuela nos despedimos y volvimos a la ciudad.

Esa noche mientras estábamos acurrucados con Pedro casi a punto de dormir él dijo:

—Pronto.

Incliné la cabeza para mirarlo.

—Eh? —dije no entendiendo de dónde vino eso, ya que habíamos estado en silencio por un rato.

—Tu abuela pregunto cuando cambiarías de lugar el anillo.

—Aja... —aún no lo entendía.

—Vos dijiste que mientras estes así no lo cambiarías, yo tengo toda mi fe puesta en que te vas a recuperar pronto.

—Oh —dije entendiéndolo de una vez.

—No vas a mentirle a tu abuela no —dijo él arqueando una ceja, divertido.

—Claro que no —dije imitando su tono.

Él rió, yo también y luego nos besamos.

—Te amo mi amor —dijo él colocando una mano en mi mejilla acariciándola.

Yo gire un poco mi rostro y besé su palma para luego sonreírle.

—Te amo Pepe.

**
De verdad disculpen la ausencia, pero me quedo en blanco y no puedo escribir bien, por lo que directamente no lo hago ya que como está por terminar quiero hacer capítulos relativamente buenos, espero que les guste y me acompañen hasta el final.
Comenten por favor.
Mi twitter es @fatipauliter y paso la nove desde @pypuntilend.

PD: capítulo dedicado a @LOSAMO_PYP por el simple hecho de comentar siempre, gracias Cin!

miércoles, 18 de febrero de 2015

-83.

El sábado desperté con un camino de besos siendo dejados por todo mi rostro, sonreí con los ojos aún cerrados amando la sensación de los labios de Pedro en mi piel.

Era la primera vez desde el accidente que me despertaba y no esperaba a que yo me despierte sola, sonreí aun más por eso.

Aunque no estaba encima mío como hubiese querido, se encontraba a un costado mío inclinado hacia el frente, para no lastimarme supongo, aunque estaba segura que el que se pusiera encima no haría nada de malo, pero como era Pedro sabía que no haría caso a lo que dijera, terminaría haciendo lo que quería igual.

—No vas a abrir los ojos para mi, preciosa? —habló en mi oído, yo negué con la cabeza— por favor?

Y eso fue todo, esas palabras y el tono en que lo dijo me tuvieron y abrí los ojos, encontrandome con el café de los suyos.

—Ahí están —dijo y colocó su mano en mi mejilla para luego acariciar la zona abajo de mis ojos.

—Buen día —dije sonríendo un poco.

—Lo es —dijo él sonriendo dulcemente y luego inclinándose a besar mis labios.

—Qué hora es? —quise saber, últimamente dormía hasta muy tarde.

—Pasada las once.

—A qué se debe que me despertaste? —pregunté.

Él se encogió de hombros.

—Tenía ganas de ver tus ojos.

Me mordí el labio tratando inútilmente de esconder mi estúpida sonrisa y luego agarré su nuca llevando sus labios a los míos.

—Te amo.

Él sonrío achinando un poco los ojos y se inclino para besarme de nuevo.

—Yo te amo a vos, preciosa.

Como nunca me cansaría de esos labios lo atraje hacia mi de nuevo.

—Quiero cocinar.

Sí, salió un poco de la nada pero la verdad era que quería hacerlo, al menos intentar, si iba a estar así por un tiempo tenía que aprender a convivir con ello y tenía que comenzar por acostumbrarme.

Él me miro, sonrió y asintió con la cabeza.

Se levantó y luego me dejó en la silla de ruedas.

Una vez que me limpié  la cara e hice mis necesidades fuimos hasta la cocina.

—Qué vamos a cocinar? —preguntó Pedro mientras yo pensaba.

—Tengo ganas de comer ñoquis.

Él asintió con la cabeza.

—Ñoquis serán.

La mesada de la cocina no era muy alta pero tampoco lo suficientemente baja como para que yo estuviera del todo cómoda.

Pero me las arreglé para cortar las verduras, Pedro se encontraba siempre a mi lado, facilitándome algunas cosas.

Para el momento en que tenía que poner todo a cocinar fue cuando comencé a frustrarme, cuando vertí las cebollas algunas se esparcieron más allá del recipiente por lo que Pedro virtió el resto de las verduras y prácticamente se encargó de todo el resto.

—No le vas a poner ningún  condimento? —preguntó él una vez que puso todo, yo le sonreí un poco forzado agradeciendo su intento de hacerme sentir mejor.

Agarre algunos condimentos e hice lo que me dijo y luego me aparte.

—Listo —sonreí.

Él negó con la cabeza y se arrodillo frente a mi.

—Lo hiciste bien preciosa, no te pongas mal y pensa en que mañana podemos hacerlo mejor —él guiño el ojo y yo reí un poco asintiendo, acarició mi mejilla y volvió a hablar— después de comer vamos al jardín, queres?

Yo asentí sonriendo realmente.

—Sí quiero.

Él se inclino y presionó sus labios en mi frente.

Cuando todo estuvo listo nos sentamos y almorzamos mientras él decía algunos de sus tontos chistes que siempre me hacían reír.

Más tarde nos preparamos y fuimos camino hacia nuestro lugar.

Como el camino a pie que hacíamos no era lo suficientemente estable como para una silla de ruedas, Pedro me cargó hasta el jardín después de que me quejara un poco.

Cuando llegamos me bajo cuidadosamente en el césped y se sentó a mi lado.

Estuvimos en silencio un rato, ambos mirando hacia el cielo hasta que sentí sus ojos en mí y lo mire de vuelta.

Y nos quedamos así, mirandonos, sonriendo levemente mientras mi corazón se hinchaba, una vez leí que hay silencios que te hacen sentir en las nubes, este era uno de ellos.

—Sabes algo? —dije suavemente rompiendo el silecio.

—Qué?

—Cuando estoy contigo todo es mejor.

Él sonrío enorme y se inclino agarrando mi nuca con ambas manos, besándome, haciendome suspirar mientras el dejaba escapar un suspiro también.

—No sé como es posible, pero cada día me enamoras más —dijo él mientras acariciaba mi mejilla y luego se inclinaba para besarme de nuevo.

Yo tampoco lo entendía, pero estaba segura de que era posible, porque me pasaba lo mismo, cada día lo amaba más.

***

Ese sábado de noche mientras me acurrucaba en su pecho, sacó un tema que ya lo venía pensando desde el accidente: la universidad.

—Quiero ir Pepe, pero tengo miedo —dije luego de que él preguntara si quería seguir yendo a la universidad.

—Hay algunas clases que vamos a tener juntos y otras en la que las aulas están cerca, voy a estar contigo preciosa, vos y yo.

Incline la cabeza hacia atrás para mirarlo y me sonrío, yo a él.

—Esta bien —dije rogando no arrepentirme luego.

***

Miré el reloj, eran las 16:25, sólo cinco minutos más para terminar con la fisioterapia, luego de eso tenía exactamente unos diez minutos para cambiarme -con ayuda de Pedro- e ir a la universidad.

Cuando les contamos lo que había decidido a mis padres, se pusieron contentos y nos recordaron que podíamos llamarlos en caso de alguna emergencia a cualquier hora, les agradecí por eso.

Ahora me encontraba loca de los nervios, ya que quería que funcionara, quería poder asistir a la universidad sin ningún inconveniente -bueno, sin uno más del que ya tenía-.

Con Pedro ya nos habíamos comunicado con la universidad para explicarles mi caso y la señora que nos atendió se mostró muy amable diciéndonos que hoy cuando fueramos hablaramos con el director para hablar sobre nuestras clases.

Yo rogaba que el mundo no me odiara y me pusieran clases en el segundo piso, porque sólo había una escalera para subir, que estaba definitivamente fuera de mi alcance.

—Lo que pueden hacer es en este semestre cursar las clases que puedan tomar y en el siguiente cuando usteded mejore cursar el resto.

Nos encontrábamos en la oficina del director, como el mundo me odia un poco, hay algunas clases mías en el segundo piso, por lo que mi única opción era esta que estaba proponiendo el director ahora.

Sentí la mirada de Pedro y su mano apretando la mía, por lo que le devolví la mirada, sus ojos me decían que hagamos esto, que no me de por vencida, y yo asentí, lo haríamos.

Luego de ultimar unos detalles más nos dirigimos hacia nuestra primera clase, por lo menos en eso tuve suerte, todas -las pocas- clases que cursaríamos este semestre lo haríamos juntos.

Obviamente las miradas no faltaban, pero no eran del todo malo, algunas eran de compasión, pero realmente eso no me importaba, yo sólo esperaba que nos fuera bien, tanto a Pedro como a mí.

Esa noche cuando llegamos a casa pedimos una pizza, ambos estábamos agotados física y mentalmente por todo lo que hicimos ese día que ya no teníamos ganas de preparar ninguna cena.

Comimos la pizza mientras hablabamos de cómo nos gustó la primera clase, de Literatura, pero de cómo la clase de Estadística fue lo peor, incluyendo al profesor.

Mientras nos reíamos del horrible corte de cabello que tenía pensé en como esto no era tan malo después de todo.

Tal vez y algún día hasta me ría de esto.

Cuando nos acostamos esa noche mire a Pedro mientras acariciaba su mejilla, sintiendo tanto amor que era imposible de explicar.

—En qué pensas? —preguntó mientras se dejaba acariciar.

—En lo mucho que te amo —eso lo hizo sonreír.

—Estaba pensando en lo mismo.

—En lo mucho que te amas? —pregunté graciosa y el me tocó donde tenía cosquillas.

—En lo mucho que te amo —dijo serio y yo me incline mientras él lo hacía también para unir nuestros labios.

—Para toda la vida Pepe.

—Para toda la vida Preciosa.

**

Entiendan que uno: no vivo en argentina y dos: aún no voy a la universidad.
Todo lo que escribo sale prácticamente de mi cabeza así es que tomenlo como eso ;-)
Gracias por leer y comenten por favor.
Soy @fatipauliter y paso la nove desde @pypuntilend hasta la próxima.

Pd: cap dedicadisimo a @thingsinliffe te amo Agostina, y gracias❤

viernes, 13 de febrero de 2015

-82.

Para el martes ya me habían dado de alta.
Puesto que lo que tenía podría tratarlo de la misma manera desde mi casa quede el lunes sólo para "observación" y al día siguiente ya me encontraba siendo sentada en lo que sería mi silla de ruedas por un tiempo.

En el viaje a nuestro departamento pensé en las mil y un maneras de hacer que Pedro cambie de opinión y así poder volver a la casa de mis padres, pero a penas estacionamos frente al edificio él giro mi rostro hacia el suyo y espantó todo pensamiento.

—Conozco esa mirada señorita, no pienses en nada que tenga que ver contigo no viviendo conmigo, está bien? Sabes que no te voy a dejar.

Medio bufé medio suspire y él sonrío antes de inclinarse a besar mis labios.

Bajó y fue hasta mi puerta para abrirla, mi padre ya se encontraba ahí con la silla de ruedas -nos habían seguido del hospital- ambos me cargaron, haciéndome sentir como a una niña y me colocaron en la silla.

Isabella y mi mamá se encontraban subiendo antes que nosotros.

Para suerte -o no- mía, el departamento tenía ascensor, por lo que no tuvieron tanto inconveniente para hacerme subir.

Yo sabía que Pedro tuvo que haber hablado antes con mis padres para que estuvieran de acuerdo con esto, no sé como lo hizo pero los terminó convenciendo, como a mí.

Cuando llegamos a nuestro piso y entramos al departamento mi mamá ya se encontraba preparándonos algo de comer.

Agradecí haber dejado la casa limpia cuando nos fuimos, sino lo estaría limpiando ella ahora también.

A todo esto Pedro ya me había contado que pidió una semana libre en su trabajo, como el jefe era uno de los amigos íntimos de su papá le concedió el permiso sin problemas, pero habíamos tenido una discusión sobre eso, donde por supuesto una vez más el ganó.

Almorzamos todos juntos y mi estado de ánimo ya no era de los mejores cuando terminamos por lo que amablemente dije que estaba cansada y luego de despedirme de mis papás e Isabella, Pedro me acompañó hasta la habitación y me dejó en la cama.

—Enseguida vuelvo —dijo y dejó un beso en mi frente para luego dirigirse hacia afuera.

Me quede mirando al techo tratando de acostumbrarme a la idea de que dependería mas que nunca de otra persona, no era algo malo, pero si me molestaba, siempre fui participe de la libertad y parece una ironía que justo cuando comencé a tenerla realmente me haya pasado esto.

Derrotada gire mi cuerpo hacia la ventana y cerré mis ojos tratando de dormir.

Un tiempo después, aún despierta escuche los pasos de Pedro, al instante sintiendo su peso en la cama y luego su cuerpo posicionándose detrás mío, sosteniéndome.

Suspire mientras él dejaba un corto beso en el hueco de mi cuello y por fin dormí.

***

Dejenme decirles una cosa, no poder usar tus piernas es una maldita tortura.

Cuatro días, recién pasaron cuatro días y yo ya no lo tolero.

El miércoles no salí de la cama más que para ir a la fisioterapia y hacer mis necesidades -fue un momento absolutamente humillante dejenme decirles, sin embargo no permití que Pedro se quedara todo el tiempo, apenas me dejó en el inodoro lo eché y no me pregunten como aguanté sola por unos minutos, simplemente lo hice, bastaba con que él me este llevando al baño, no me vería haciendo pis también-, el baño fue algo parecido, me dejo en la bañera en ropa interior y luego se fue -ante mi insistencia-.

El jueves vino Zaira a visitarme y aunque hizo todo lo posible para animarme no lo logró, por supuesto que fingí perfecto.

Hoy viernes no aguanté.

Había dormido hasta las 9 de la mañana y cuando desperté Pedro me trajo el desayuno, ya fue algo que me molestó, no por el hecho sino porque pensé en como me gustaría poder despertarlo yo con el desayuno.

Fingí una sonrisa, dije gracias y desayune en silencio.

Lo siguiente fue con la comida, Pedro insistió en sacarme de la cama y me llevó a la cocina, para que lo mirara cocinar.

Puso música y comenzó a cantar, yo sabía que estaba haciendo todo eso para animarme de alguna forma, pero tuvo el efecto contrario y mw odié por eso, por ser tan débil.

Tragué a medias el nudo en mi garganta, le sonreí y seguí mirándolo.

Cuando más tarde me dijo que lo esperara un rato porque iba al super, colapsé.

Apenas cerró la puerte llevé mis manos a mi rostro y lloré.

Lloré y grité, y si hubiese tenido algo cerca lo hubiese tirado.

Estaba triste, frustrada, superada.

Todas las cosas que deberíamos estar haciendo los dos juntos las estaba haciendo él sólo y no era justo, ni para él ni para mi.

Tenía miedo de que se agotara, me agotara y todo terminara yéndose a la basura.

Tenía esta constante impotencia de no poder mover mis piernas, la fisioterapia no ayudaba en nada.

Sí, se que me dijeron que tenía que tener paciencia, pero no puedo, es difícil aceptar la idea de que no es una recuperación rápida y fácil.

Es difícil aceptar la idea de que no puedo hacer las cosas como solía, como quiero.

Sin darme cuenta comencé a sollozar y ya no podía parar.

Me odié por eso también, por tanta debilidad.

Por no afrontar como persona adulta todo, yo que me creía preparada para lo que venga. Cuan equivocada estaba.

Escuché  la puerta abrirse, maldije y me limpie los ojos rápidamente,  tratando de que Pedro no notara que estaba llorando, fracasando totalmente.

Note que se dió cuenta apenas entró a la habitación.

Se acercó a la cama y colocó una mano en mi mejilla, acariciándola.

—Por qué lloras preciosa? Te duele algo? —dijo él y pude notar su preocupación.

—Nada, no pasa nada —sonreí a medias.

Él negó con la cabeza y me miro fijamente.

—Contame mi amor, tenes que hablar conmigo.

Esta vez negue con la cabeza yo y me mordí el labio tratando de atajar el llanto, fallando miserablemente.

Una vez que la primera lágrima cayó no pude detener el resto.

Pedro no espero mucho tiempo para acercarse más y abrazarme, sosteniéndome en su pecho mientras yo me aferraba a su remera.

Unos minutos después cuando prácticamente me obligue a parar nos alejamos un poco y él comenzó a besar el resto de mis lágrimas, hasta que llegó a mis labios y me dió un beso que no sabía que lo necesitaba tanto.

—Ahora contame que te tiene asi preciosa, por favor.

Y lo hice, le dije todo, como quería preparle el desayuno de nuevo, la comida, como me dolió no haber ido con el al super, como me frustraba el no poder entrar al baño sola, todo.

Él no me interrumpió, aunque sabía que quería hacerlo no lo hizo, me escucho atentamente y cuando terminé se inclinó y me besó lento y dulce, apoyando su frente con la mía luego.

—Disculpame mi amor, no queriendo hacer que te sientas mal eso fue lo que cause, solo quería cuidarte y no agotarte. Pero si queres vamos a encontrar la manera para todo, te veía muy cansada por eso no te dije para ir al super. No quiero que te sientas mal me entendes, no te guardes todo contame y así tratamos de solucionarlo juntos sí? O contale a alguien más, Zaira, tu mamá, hasta mi mamá. Esto ya pasó, no hay otra cosa que podamos hacer mas que salir de esta. —se separo un poco y acarició mi mejilla mirandome tiernamente— quiero que quites el pensamiento de que me voy a cansar de vos de tu cabeza, sos mi vida, como me voy a cansar de vos? No puedo siquiera comenzar a ponerme en tu lugar preciosa, pero pensa en como pudo ser peor, podías haber quedado paralítica para siempre. Esto se puede revertir, es sólo una prueba que vamos a superar, está bien?

Yo asentí, Pedro tenía el poder de cambiar mis pensamientos con sólo unas palabras, lo amaba por eso.

—Te amo Pedro, te amo tanto. Gracias por esto, de verdad lo necesitaba —dije y puse mi mano en su mejilla acariciándole.

Ambos sonreímos y el giro su rostro para besar mi palma.

—Es un placer para mi. Te amo tanto y más preciosa —colocó una mano en mi nuca y se inclinó para besarme, y ahí mientras sus labios rozaban los míos, tiernos y apasionados, supe que aunque era un difícil y frustrante camino siempre y cuando sea con él lo lograría.


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Gracias a las que se toman su tiempo para comentar, de verdad los comentarios son una parte importante y siempre es bueno leerlos.
Gracias por leer la novela, espero que les guste realmente.
Ya saben, mientras más gente comente acá en el blog y en twitter, más rápido subo.
Mi twitter es @fatipauliter y paso los capítulos desde @pypuntilend hasta la próxima ;)