viernes, 27 de febrero de 2015

-85.

Marzo pasó como un borrón. Siguiendo prácticamente la misma rutina: desayunos con Pedro, compañía de mi mamá o Ana, almuerzo todos juntos, fisioterapia, universidad y llegar a casa de noche para aprovechar nuestro tiempo solos antes de dormir.

Dos domingos volvimos a ir a la casa de mi abuela todos juntos -incluidos Zai y Nan- y como los dos anteriores la pasamos muy bien -sin nuevas preguntas incómodas de parte de mi abuela- para suerte mía.

Lo nuevo también era que comenzamos a hacer amigos en la universidad, era un grupo ya formado de cuatro personas buenas ondas que nos dieron la bienvenida, dos chicos, Will y Gabriel y dos chicas Mia y Cielo.

Para media sorpresa de Pedro la segunda semana ya consulte con él de invitarlos a cenar y compartir en el departamento después de la universidad.

Ellos aceptaron con gusto y ya habían venido dos viernes.

Lo que más me gusta de ellos es el carisma que tienen, me hacen recordar a esos amigos de mi colegio a los cuales por diferentes razones no puedo ver, se nota que se quieren mucho -es más Will y Mia están de novios- nos habían contado que se conocían de hace años -en la secundaria- y que ni ellos podían creer que tuvieron la dicha de poder entrar todos juntos a la misma universidad.

Yo les recalque  sobre cierta dicha luego, recordando como no tuve la misma suerte con mi amiga.

Lo cual dentro de todo no me preocupaba, yo sabía que aún que un mar nos llegue a separar físicamente a mi y a Zai, ibamos a seguir siendo amigas igual, nuestra amistad sin ninguna duda era del tipo para siempre.

Ya que se había acomodado mejor a su trabajo, Zaira vino unas cuantas veces mas a verme, algunas venían de noche -con Hernan- para poder compartir con Pedro.

También teníamos por supuesto nuestros sábados en el jardín -nuestro lugar- uno de mis momentos favoritos de siempre -junto con a) dormir abrazada a Pedro todas las noches; y b) el momento en que veía a toda mi familia y la suya juntas-.

La fisioterapia iba bien -era lo que me decía el Doctor- yo había comenzado a notar pequeños cambios, sintiendo un poco más de toda esa fuerza que le faltaba a mis músculos para poder volver a pararme.

Lo que también me dijo el Doctor fue que los primeros meses parecían no tener ninguna mejora pero que era normal, que recién después me daría cuenta. Yo sólo esperaba que "los primeros meses" signifiquen "el primer y segundo mes" quería recuperarme lo más rápido posible.

Salir de la casa para ir a un lugar más, que no fuera fisioterapia -me refiero a la universidad- me hizo dar cuenta de que podía manejarme medianamente sola de a momentos y me dieron ganas de comenzar el trabajo.

Por lo que luego de días de pensar los pros y contras -sola- decidí que lo haría.

Cuando lo hablé con Pedro y con mis padres me dieron su total apoyo -como esperaba- por lo que comencé a ponerme en contacto con la biblioteca de la universidad y después de unas cuantas charlas me dieron el trabajo -de nuevo- pero solo sería por medio día de 8am a 12pm. Cuando volviera a caminar eso se modificaría por supuesto.

Gracias a que tenemos todo cerca, a Pedro no se le complicaba en nada llevarme y traerme del trabajo ya que el suyo se encontraba solo a unas cuantas calles de la universidad.

Para el primer lunes de abril yo ya me hayaba preparándome -con ayuda de mi novio- para comenzar mi primer día de trabajo.

—Estas nerviosa? —me preguntó Pedro mientras desayunabamos.

—No sé, supongo que sí, se que no es mucho lo que voy a hacer pero lo que más me preocupa son mis compañeros quizás.

Sí, me preocupaba por cualquiera, pero la verdad era que quería llevarme bien con todos -o al menos no tener problenas con nadie-. Aunque igual, según me dijeron no eran muchos. Sólo dos personas que se encargaban de administrar y ordenar los libros. Una persona que se se encargaba del manejo de las máquinas, el supervisor y yo.

—Te van a amar, vas a ver —dijo mi novio regalándome un guiño.

Yo me mordí el labio sacudiendo la cabeza.

—Vos no sos objetivo.

—Si lo soy, solo que no cuando se trata de vos. —volvió a guiñar.

Yo reí.

—Uno de estos días te vas a quedar deforme cuando el viento sople muy fuerte y estes guiñando —dije divertida.

—No, nunca te vas a librar de mis guiños.

Me encogí de hombros.

—Total me gustan.

—A mi me gustas vos —y su maldito guiño de nuevo.

Negué con la cabeza medio riendo.

—Vos no tenes solución.

Terminamos de desayunar entre unas cuantas bromas más y luego nos pusimos en marcha a la biblioteca.

Cuando llegamos Pedro me ayudó a subir por la rampa y cuando llegamos cerca de la entrada de la biblioteca paró y de puso enfrente mío arrodillándose.

—Te  paso a buscar apenas salgo sí? —yo asentí—éxitos mi amor, te amo.

Me incline para besarlo.

—Gracias mi amor, te amo también.

Se levantó de nuevo y dejó un beso en mi frente antes de irse.

Yo moví la silla de ruedas hasta el supervisor -que se encontraba ya parado en la entrada.

—Buen día Señor Serrati —lo saludé, ya nos habíamos conocido cuando vine la primera vez hace unos meses y había hablado con él por última vez el viernes  para ultimar detalles.

—Buen día Paula, seguime  te voy a presentar a tus compañeros.

Cuando entramos la biblioteca era tan hermosa como la última ves que comprobé.

No faltó mucho para que viera a los que serían mis compañeros. Estaban parados creo que como esperando para recibirme.

Me presentó al chico y la chica que se encargaban de almacenar y ordenar los libros, Fran y Mari, quienes me saludaron con entusiasmo.
Y luego a Sebastian, el encargado de manejar las máquinas, el chico de ojos avellanas me sonrío torcido y me guiño un ojo, estaba tratando de averiguar si fue de un modo divetido o si tuvo otra intención.

Una vez que saludé a todos y todos me saludaron me acomodé detrás del mostrador que por suerte no era de esos altos y podía alcanzarlo.

Gente vino y se fue en la primera hora, sorprendiendome, no esperaba a tanta gente.

Hacían cinco minutos de que la biblioteca volvió a quedar vacía y pude ver a Sebastian acercándose a mí.

—Pauli —dijo cuando llegó y yo enarqué una ceja.

—Si..? —pregunté dejando pasar su atrevimiento.

—Me aburría y pensé que mejor que hacer una conversación con la nueva.

Se encogió de hombros y lo noté tan natural -raro también- que le seguí el juego.

—Hablemos entonces —dije y él sonrío.

Hicimos un ping pong de preguntas básicas hasta que su celular sonó, él miró la pantalla y me hizo una seña para que lo esperara mientras contestaba.

No se fue a otro lugar para hablar por lo que fue imposible no escuchar la conversación, lo primero que dijo fue "Javi" y a eso le siguieron cosas como "bien"; "si, voy para tu casa"; "bueno" y por último "yo también te amo".

Trate de que la sorpresa no se notara tanto en mi cara y como él esperaba que yo diga algo  dije lo único que se me ocurría.

—Así es que... Sos gay?

Él me miró un rato como analizandome y luego sonrío de costado.

—No, soy bisexual, queres hacer un trío?

Mi cara de horror debió ser reflejada y además debió parecerle graciosa porque explotó en risas.

—Ay Pauli sos una ingenua, sí soy gay, y no me gustan los tríos, muchas gracias.

Mi cara se tiño de rosa por la vergueza y me tomé el atrevimiento de golpear mi puño en su hombro, Sebas lanzó un "auch" mientras masajeaba su brazo.

—Eso fue por burlarte de mí, aprender una ves es suficiente no? —dije y levanté una ceja de la manera mas amenazadora posible.

Él levanto las manos en señal de rendición.

—Tranquila, amiga. Entendido.

Esta ves fui yo la que rió.

Hablamos por un rato más hasta que la biblioteca comenzó a tener gente de nuevo.

Más tarde para cuando llego la hora de salida Sebas se ofreció a llevarme hasta afuera, y como ya lo había declarado mi primer amigo gay no tuve ninguna razón para rechazar su oferta.

Me acompañó hasta la entrada-salida de la biblioteca y me ayudó a bajar por la rampa.

En cuanto llegamos a donde Pedro dijo que estacionaría, el mismo se encontraba ya bajando del auto, al principio no lo distingui pero luego noté por su cara y su tensión que algo andaba mal.

—Alerta macho alfa —dijo Sebas bajito mientras Pedro nos alcanzaba.

Ya le había hablado de él, pero con la cara que tenía no se parecía en nada al novio dulce que le mencione.

—Podes dejarla —dijo mi novio sin saludar y ni siquiera sonaba como pregunta.

—Pedro! —me quejé y Sebas puso una mano en mi hombro (la cual Pedro fulminó con la mirada).

—Me voy Pauli, nos vemos mañana —dijo Sebas y yo dejé de mirar a Pedro un segundo para mirarlo a él.

—Chau Sebas, gracias por tu ayuda —dije y le sonreí, él me sonrío también y luego se despidió torpemente con su mano una vez más antes de prácticamente correr hacia el otro lado.

Una ve que se fue volví a cruzar los brazos y fuliminé con la mirada la mi novio.

—Cuál es tu problema? —pregunté entre dientes.

—Ese chico te trajo hasta acá! —dijo y si era posible iba a echar humos por la nariz.

—Y? —pregunté aunque ya sabía por dónde venía la mano.

—Que yo iba a hacer eso. Encima te dice Pauli —dijo él y medio gruño y bufo.

—Estás celoso? —pregunté casi incrédula.

Su única respuesta fue gruñir de nuevo, muy maduro.

—Ay Pedro no seas tarado, primero: soy tu novia y segundo: no entiendo por qué vas a estar celoso, mira si alguien más me va querer así como estoy.

—Primero: sí, sos mía y me molesta que alguien más esté haciendo lo que yo tengo que hacer. Segundo: así como estas? No sé que ves vos pero yo veo a la mujer más hermosa de mi vida, claro que voy a estar celoso, como no estarlo con lo preciosa que sos.

Me mordí el labio tratando de decidir cómo contestar, este chico tenía el don para hacerme derretir hasta cuando estaba molesta.

Decidí que respondería todo por el mismo orden.

—Primero: vos sos mío también y no por eso voy toda hombre de las tabernas golpeando mi pecho y gruñendo ante cualquier mina que pasa por tu camino. No me gusto ese "lo que yo tengo que hacer" no es tu obligación y si yo pido ayuda a alguien más, inhalas, exhalas y lidias con eso. Segundo y último: sos un ciego pero gracias, te amo.

Vi como trataba de procesar todo lo que dije, la verdad era que no podía estar mucho tiempo enojada con él y lo último que me dijo arruinó todas las posibilidades de seguirle la pelea.
Igual tenía que hacerle entender que debía comportarse, la escenita de celos que hizo no estuvo buena, pobre Sebas.

Pedro se quedó mirándome unos segundos mientras se rascaba el cuello y luego sin ningún aviso agarró mi nuca con ambas manos y se inclinó para besarme, beso que correspondí absolutamente, débil yo.

Cuando nos separamos jadeando él sonrió un poco.

—Me gustaría decir primero que sería muy gracioso verte como hombre de las tabernas golpeandote el pecho —dijo él divertido mientras acariciaba mi mejilla y yo reí pegandole en la mano— hablando en serio, tenes razón. Voy a tratar de controlarme más pero por favor para mi salud mental, que no haya una fila de hombres trayendote hasta acá otros días, si? —dijo él y yo asentí medio riendo— y no estoy ciego, sos la más hermosa para mí. Te amo entendes?

Como era una pregunta retórica no respondí simplemente uní nuestros labios de nuevo.

—Le debes una disculpa a Sebas —él hizo una mueca.

—Mañana cuando te traiga de nuevo me disculpo.

Yo asentí y sonreí un poco.

—Si le hace un bien a tu salud mental saber, te cuento que Sebas es gay y el otro chico que trabaja con nosotros está de novio —me entere por un chisme de Sebas, claro.

La mueca de Pedro desapareció, por supuesto.

—Bueno, un poco mejor me hace tal ve...

Lo callé con un beso mientras lo sentía sonreír.

**
Pueden regalarme sus comentarios aunque sea en estos últimos capítulos, por favor?
Gracias y espero que les guste el capítulo.
Mi twitter es @fatipauliter y paso la nove desde @pypuntilend.

Pd: dedicado a @everwiththem quien me iluminó para poder hacer el cap, gracias enfer

martes, 24 de febrero de 2015

-84.

Para la segunda semana de clases, con Pedro ya teníamos como una rutina.

A la mañana él me despertaba -a pedido mío- para que lo acompañara en el desayuno, una vez que él se iba yo me quedaba sola por un rato hasta que Ana o mi mamá junto con Isabella venían, a pesar de que yo insistía en que podía estar sola toda la mañana, todos insistieron también en que necesitaba compañía, y ganaron por mayoría.

Lo bueno de todo esto era que tanto Ana como mi mamá me ayudaban a preparar la comida.

Pedro venía, almorzaba con nosotras, hablabamos y luego se iba de nuevo.

Ana o mi mamá me ayudaban a estar lista para la fisioterapia y cuando Pedro volvía del trabajo ellas se iban y nosotros partíamos hacia la clínica.

Las sesiones de fisio iban bien pero yo no estaba notando ninguna mejora, paciencia me vino a la mente la voz del Doctor. Era eso o volverme loca, y ahora estaba decidiendo ir por la paciencia.

Después de la fisio si teníamos tiempo parábamos en algún Café para merendar o sino comprábamos algo de paso, todo dependía de a qué hora comenzaban nuestras clases. Como no cursabamos muchas salíamos más temprano, para las 19:30 o máximo 20hs ya estábamos en casa.

A veces recurriamos a preparar algo para la cena, otras a pedir algún delivery.

Si bien no es lo que había esperado de nuestra convivencia, tampoco era tan malo, y lo bueno de todo esto -como Pedro no se cansaba de decirme- es que no sería eterno, en algún momento me recuperaría.

—Tu abuela me llamó —dijo Pedro un viernes a la noche.

—Ah sí? Qué quería? —pregunté, me parecía raro que no me haya llamado a mí.

—Quiere que hagamos un almuerzo todos juntos de nuevo.

—Y qué le dijiste? —pregunté mientras el acariciaba mi brazo.

—Que sí —dijo e inclinó la cabeza para mirarme— está bien?

Yo asentí.

—Ya les dijiste a todos?

Él asintió.

—También invité a Zaira y Hernan.

Yo asentí contenta de que lo hiciera, entre su trabajo, la fisio y la universidad no teníamos casi tiempo de vernos y los extrañaba.

—Está bien ya los extraño —dije y luego reí— quien hubiese pensado que yo diría que extraño a Nan.

Pedro rió también.

—Quien hubiese pensado que vos me aguantarías a menos de un metro todos los días —dijo él en tono divertido y yo reí y me incliné para mirarlo.

—Gracias a tu bendita insistencia hoy estamos acá —dije y trate de que mi mirada demostrara lo realmente agradecida que estaba.

—También gracias a que vos confiaste en mí, en nosotros —dijo y me incline un poco más mientras él lo hacía también para unir nuestros labios.

—Como no darnos una oportunidad cuando vos me mirabas y hablababas como lo hacías —dije y el sonrío de costado.

—Mi mamá suele decirme que de chico era insoportable, hasta que no conseguía lo que quería no me calmaba, creo que las costumbres no se van con el tiempo —dijo y guiño el ojo, reí y sacudí un poco la cabeza.

—No me resulta nada raro.

—Sí, bueno un pajarito me contó que vos eras muy gruñona de chica, tampoco me resulta raro —rió cuando le pegue en el hombro y beso mi frente.

—Así gruñona y todo me amas —dije y él asintió.

—Locamente.

Me mordí el labio y me incliné para besarlo.

—Como yo te amo a vos —susurré y nos besamos de nuevo.

Un rato después me acomodé en su pecho suspirando feliz mientras iba a la deriva del sueño.

***

—Pochi!

—Cachorra!

Zaira me apretó en un abrazo como pudo y yo se lo devolví feliz de volver a ver a mi amiga.

Si bien dos semanas para algunos podía parecer poco para nosotras ya era bastante, ya que nos acostumbramos desde chica a estar al rededor de la otra siempre.

—No sabes lo que te extraño —dijo mi amiga mientras Pedro y Hernan fueron a comprar algo que mi papá nos había pedido que llevemos de ida.

—Yo también te extraño cachorra, pasar de verte todos los días a casi nada es muy raro.

—Totalmente, nadie en la oficina es tan buena para comentar de chismes como vos —dijo divertida y ambas reímos.

—Ya cuando me ponga bien vamos a poder vernos más estoy segura —dije omitiendo la parte en que no sabía cuando sería eso.

—Por cierto cómo va la fisio?

—El doctor dice que lo estoy haciendo bien pero yo no noto el cambio.

Ella hizo una mueca y asintió.

—A lo mejor más adelante lo notas.

—Espero que sea pronto.

—Yo también Pochi.

Pedro y Hernan llegaron y nos pusimos en camino hacia la casa de mis abuelos.

Cuando llegamos ya se encontraban los autos de mis papás y los de Pedro.

—Creo que llegamos últimos —dijo Pedro lo que yo estaba a punto de decir.

Asentimos y fuimos hasta la entrada que por supuesto estaba abierta.

Pasamos y fuimos hasta el patio donde nos encontramos con todos.

Nos saludamos entre todos y mi abuela me pregunto como mil veces si estaba bien yo le sonreía medio dicertida y exasperada y le decía que sí, realmente estaba bien.

Después de un rato -para suerte de mi salud mental- paró con las preguntas y pudimos pasar un buen rato donde casi podía olvidarme de mis problemas.

—Y para cuándo vas a cambiar ese anillo a tu dedo chiquita? —dijo mi abuela entre una conversación.

Justo en el momento exacto en que estaba metiendo un bocado de carne en mi boca.

Tosí cuando casi me atragante y Pedro me miró divertido mientras me pasaba un vaso de agua.

—Abuela mientras este así —señalé hacia mi pierna— este anillo se va quedar acá —dije una vez que me recuperé, tuve que decirlo ya que nadie hablaba en la mesa, expectantes a mi respuesta, hasta Pedro.

—Bueno yo sólo preguntaba —dijo mi abuela luciendo inocente, ni por un segundo le creí.

Por suerte Ana me salvó de pasar más verguenza cambiando de tema la conversación diciéndole a mi abuela que tenía que enseñarle a hacer la torta que le había prometido la comida anterior.

Dejé salir todo el aire que no sabía que estaba conteniendo y me dispuse a comer de nuevo cuando sentí la constante mirada de mi novio.

Me giré hacia él quien tenía una enorme sonrisa.

—Qué? —pregunté.

—Nada —dijo él y sin dejar de sonreír se inclinó para besar mi frente y luego por fin se puso a comer de nuevo también.

El resto del día fue bastante bien  sin mas preguntas incómodas o vergonzosas, una vez que todos comimos nuestra parte justa de la torta de mi abuela nos despedimos y volvimos a la ciudad.

Esa noche mientras estábamos acurrucados con Pedro casi a punto de dormir él dijo:

—Pronto.

Incliné la cabeza para mirarlo.

—Eh? —dije no entendiendo de dónde vino eso, ya que habíamos estado en silencio por un rato.

—Tu abuela pregunto cuando cambiarías de lugar el anillo.

—Aja... —aún no lo entendía.

—Vos dijiste que mientras estes así no lo cambiarías, yo tengo toda mi fe puesta en que te vas a recuperar pronto.

—Oh —dije entendiéndolo de una vez.

—No vas a mentirle a tu abuela no —dijo él arqueando una ceja, divertido.

—Claro que no —dije imitando su tono.

Él rió, yo también y luego nos besamos.

—Te amo mi amor —dijo él colocando una mano en mi mejilla acariciándola.

Yo gire un poco mi rostro y besé su palma para luego sonreírle.

—Te amo Pepe.

**
De verdad disculpen la ausencia, pero me quedo en blanco y no puedo escribir bien, por lo que directamente no lo hago ya que como está por terminar quiero hacer capítulos relativamente buenos, espero que les guste y me acompañen hasta el final.
Comenten por favor.
Mi twitter es @fatipauliter y paso la nove desde @pypuntilend.

PD: capítulo dedicado a @LOSAMO_PYP por el simple hecho de comentar siempre, gracias Cin!

miércoles, 18 de febrero de 2015

-83.

El sábado desperté con un camino de besos siendo dejados por todo mi rostro, sonreí con los ojos aún cerrados amando la sensación de los labios de Pedro en mi piel.

Era la primera vez desde el accidente que me despertaba y no esperaba a que yo me despierte sola, sonreí aun más por eso.

Aunque no estaba encima mío como hubiese querido, se encontraba a un costado mío inclinado hacia el frente, para no lastimarme supongo, aunque estaba segura que el que se pusiera encima no haría nada de malo, pero como era Pedro sabía que no haría caso a lo que dijera, terminaría haciendo lo que quería igual.

—No vas a abrir los ojos para mi, preciosa? —habló en mi oído, yo negué con la cabeza— por favor?

Y eso fue todo, esas palabras y el tono en que lo dijo me tuvieron y abrí los ojos, encontrandome con el café de los suyos.

—Ahí están —dijo y colocó su mano en mi mejilla para luego acariciar la zona abajo de mis ojos.

—Buen día —dije sonríendo un poco.

—Lo es —dijo él sonriendo dulcemente y luego inclinándose a besar mis labios.

—Qué hora es? —quise saber, últimamente dormía hasta muy tarde.

—Pasada las once.

—A qué se debe que me despertaste? —pregunté.

Él se encogió de hombros.

—Tenía ganas de ver tus ojos.

Me mordí el labio tratando inútilmente de esconder mi estúpida sonrisa y luego agarré su nuca llevando sus labios a los míos.

—Te amo.

Él sonrío achinando un poco los ojos y se inclino para besarme de nuevo.

—Yo te amo a vos, preciosa.

Como nunca me cansaría de esos labios lo atraje hacia mi de nuevo.

—Quiero cocinar.

Sí, salió un poco de la nada pero la verdad era que quería hacerlo, al menos intentar, si iba a estar así por un tiempo tenía que aprender a convivir con ello y tenía que comenzar por acostumbrarme.

Él me miro, sonrió y asintió con la cabeza.

Se levantó y luego me dejó en la silla de ruedas.

Una vez que me limpié  la cara e hice mis necesidades fuimos hasta la cocina.

—Qué vamos a cocinar? —preguntó Pedro mientras yo pensaba.

—Tengo ganas de comer ñoquis.

Él asintió con la cabeza.

—Ñoquis serán.

La mesada de la cocina no era muy alta pero tampoco lo suficientemente baja como para que yo estuviera del todo cómoda.

Pero me las arreglé para cortar las verduras, Pedro se encontraba siempre a mi lado, facilitándome algunas cosas.

Para el momento en que tenía que poner todo a cocinar fue cuando comencé a frustrarme, cuando vertí las cebollas algunas se esparcieron más allá del recipiente por lo que Pedro virtió el resto de las verduras y prácticamente se encargó de todo el resto.

—No le vas a poner ningún  condimento? —preguntó él una vez que puso todo, yo le sonreí un poco forzado agradeciendo su intento de hacerme sentir mejor.

Agarre algunos condimentos e hice lo que me dijo y luego me aparte.

—Listo —sonreí.

Él negó con la cabeza y se arrodillo frente a mi.

—Lo hiciste bien preciosa, no te pongas mal y pensa en que mañana podemos hacerlo mejor —él guiño el ojo y yo reí un poco asintiendo, acarició mi mejilla y volvió a hablar— después de comer vamos al jardín, queres?

Yo asentí sonriendo realmente.

—Sí quiero.

Él se inclino y presionó sus labios en mi frente.

Cuando todo estuvo listo nos sentamos y almorzamos mientras él decía algunos de sus tontos chistes que siempre me hacían reír.

Más tarde nos preparamos y fuimos camino hacia nuestro lugar.

Como el camino a pie que hacíamos no era lo suficientemente estable como para una silla de ruedas, Pedro me cargó hasta el jardín después de que me quejara un poco.

Cuando llegamos me bajo cuidadosamente en el césped y se sentó a mi lado.

Estuvimos en silencio un rato, ambos mirando hacia el cielo hasta que sentí sus ojos en mí y lo mire de vuelta.

Y nos quedamos así, mirandonos, sonriendo levemente mientras mi corazón se hinchaba, una vez leí que hay silencios que te hacen sentir en las nubes, este era uno de ellos.

—Sabes algo? —dije suavemente rompiendo el silecio.

—Qué?

—Cuando estoy contigo todo es mejor.

Él sonrío enorme y se inclino agarrando mi nuca con ambas manos, besándome, haciendome suspirar mientras el dejaba escapar un suspiro también.

—No sé como es posible, pero cada día me enamoras más —dijo él mientras acariciaba mi mejilla y luego se inclinaba para besarme de nuevo.

Yo tampoco lo entendía, pero estaba segura de que era posible, porque me pasaba lo mismo, cada día lo amaba más.

***

Ese sábado de noche mientras me acurrucaba en su pecho, sacó un tema que ya lo venía pensando desde el accidente: la universidad.

—Quiero ir Pepe, pero tengo miedo —dije luego de que él preguntara si quería seguir yendo a la universidad.

—Hay algunas clases que vamos a tener juntos y otras en la que las aulas están cerca, voy a estar contigo preciosa, vos y yo.

Incline la cabeza hacia atrás para mirarlo y me sonrío, yo a él.

—Esta bien —dije rogando no arrepentirme luego.

***

Miré el reloj, eran las 16:25, sólo cinco minutos más para terminar con la fisioterapia, luego de eso tenía exactamente unos diez minutos para cambiarme -con ayuda de Pedro- e ir a la universidad.

Cuando les contamos lo que había decidido a mis padres, se pusieron contentos y nos recordaron que podíamos llamarlos en caso de alguna emergencia a cualquier hora, les agradecí por eso.

Ahora me encontraba loca de los nervios, ya que quería que funcionara, quería poder asistir a la universidad sin ningún inconveniente -bueno, sin uno más del que ya tenía-.

Con Pedro ya nos habíamos comunicado con la universidad para explicarles mi caso y la señora que nos atendió se mostró muy amable diciéndonos que hoy cuando fueramos hablaramos con el director para hablar sobre nuestras clases.

Yo rogaba que el mundo no me odiara y me pusieran clases en el segundo piso, porque sólo había una escalera para subir, que estaba definitivamente fuera de mi alcance.

—Lo que pueden hacer es en este semestre cursar las clases que puedan tomar y en el siguiente cuando usteded mejore cursar el resto.

Nos encontrábamos en la oficina del director, como el mundo me odia un poco, hay algunas clases mías en el segundo piso, por lo que mi única opción era esta que estaba proponiendo el director ahora.

Sentí la mirada de Pedro y su mano apretando la mía, por lo que le devolví la mirada, sus ojos me decían que hagamos esto, que no me de por vencida, y yo asentí, lo haríamos.

Luego de ultimar unos detalles más nos dirigimos hacia nuestra primera clase, por lo menos en eso tuve suerte, todas -las pocas- clases que cursaríamos este semestre lo haríamos juntos.

Obviamente las miradas no faltaban, pero no eran del todo malo, algunas eran de compasión, pero realmente eso no me importaba, yo sólo esperaba que nos fuera bien, tanto a Pedro como a mí.

Esa noche cuando llegamos a casa pedimos una pizza, ambos estábamos agotados física y mentalmente por todo lo que hicimos ese día que ya no teníamos ganas de preparar ninguna cena.

Comimos la pizza mientras hablabamos de cómo nos gustó la primera clase, de Literatura, pero de cómo la clase de Estadística fue lo peor, incluyendo al profesor.

Mientras nos reíamos del horrible corte de cabello que tenía pensé en como esto no era tan malo después de todo.

Tal vez y algún día hasta me ría de esto.

Cuando nos acostamos esa noche mire a Pedro mientras acariciaba su mejilla, sintiendo tanto amor que era imposible de explicar.

—En qué pensas? —preguntó mientras se dejaba acariciar.

—En lo mucho que te amo —eso lo hizo sonreír.

—Estaba pensando en lo mismo.

—En lo mucho que te amas? —pregunté graciosa y el me tocó donde tenía cosquillas.

—En lo mucho que te amo —dijo serio y yo me incline mientras él lo hacía también para unir nuestros labios.

—Para toda la vida Pepe.

—Para toda la vida Preciosa.

**

Entiendan que uno: no vivo en argentina y dos: aún no voy a la universidad.
Todo lo que escribo sale prácticamente de mi cabeza así es que tomenlo como eso ;-)
Gracias por leer y comenten por favor.
Soy @fatipauliter y paso la nove desde @pypuntilend hasta la próxima.

Pd: cap dedicadisimo a @thingsinliffe te amo Agostina, y gracias❤

viernes, 13 de febrero de 2015

-82.

Para el martes ya me habían dado de alta.
Puesto que lo que tenía podría tratarlo de la misma manera desde mi casa quede el lunes sólo para "observación" y al día siguiente ya me encontraba siendo sentada en lo que sería mi silla de ruedas por un tiempo.

En el viaje a nuestro departamento pensé en las mil y un maneras de hacer que Pedro cambie de opinión y así poder volver a la casa de mis padres, pero a penas estacionamos frente al edificio él giro mi rostro hacia el suyo y espantó todo pensamiento.

—Conozco esa mirada señorita, no pienses en nada que tenga que ver contigo no viviendo conmigo, está bien? Sabes que no te voy a dejar.

Medio bufé medio suspire y él sonrío antes de inclinarse a besar mis labios.

Bajó y fue hasta mi puerta para abrirla, mi padre ya se encontraba ahí con la silla de ruedas -nos habían seguido del hospital- ambos me cargaron, haciéndome sentir como a una niña y me colocaron en la silla.

Isabella y mi mamá se encontraban subiendo antes que nosotros.

Para suerte -o no- mía, el departamento tenía ascensor, por lo que no tuvieron tanto inconveniente para hacerme subir.

Yo sabía que Pedro tuvo que haber hablado antes con mis padres para que estuvieran de acuerdo con esto, no sé como lo hizo pero los terminó convenciendo, como a mí.

Cuando llegamos a nuestro piso y entramos al departamento mi mamá ya se encontraba preparándonos algo de comer.

Agradecí haber dejado la casa limpia cuando nos fuimos, sino lo estaría limpiando ella ahora también.

A todo esto Pedro ya me había contado que pidió una semana libre en su trabajo, como el jefe era uno de los amigos íntimos de su papá le concedió el permiso sin problemas, pero habíamos tenido una discusión sobre eso, donde por supuesto una vez más el ganó.

Almorzamos todos juntos y mi estado de ánimo ya no era de los mejores cuando terminamos por lo que amablemente dije que estaba cansada y luego de despedirme de mis papás e Isabella, Pedro me acompañó hasta la habitación y me dejó en la cama.

—Enseguida vuelvo —dijo y dejó un beso en mi frente para luego dirigirse hacia afuera.

Me quede mirando al techo tratando de acostumbrarme a la idea de que dependería mas que nunca de otra persona, no era algo malo, pero si me molestaba, siempre fui participe de la libertad y parece una ironía que justo cuando comencé a tenerla realmente me haya pasado esto.

Derrotada gire mi cuerpo hacia la ventana y cerré mis ojos tratando de dormir.

Un tiempo después, aún despierta escuche los pasos de Pedro, al instante sintiendo su peso en la cama y luego su cuerpo posicionándose detrás mío, sosteniéndome.

Suspire mientras él dejaba un corto beso en el hueco de mi cuello y por fin dormí.

***

Dejenme decirles una cosa, no poder usar tus piernas es una maldita tortura.

Cuatro días, recién pasaron cuatro días y yo ya no lo tolero.

El miércoles no salí de la cama más que para ir a la fisioterapia y hacer mis necesidades -fue un momento absolutamente humillante dejenme decirles, sin embargo no permití que Pedro se quedara todo el tiempo, apenas me dejó en el inodoro lo eché y no me pregunten como aguanté sola por unos minutos, simplemente lo hice, bastaba con que él me este llevando al baño, no me vería haciendo pis también-, el baño fue algo parecido, me dejo en la bañera en ropa interior y luego se fue -ante mi insistencia-.

El jueves vino Zaira a visitarme y aunque hizo todo lo posible para animarme no lo logró, por supuesto que fingí perfecto.

Hoy viernes no aguanté.

Había dormido hasta las 9 de la mañana y cuando desperté Pedro me trajo el desayuno, ya fue algo que me molestó, no por el hecho sino porque pensé en como me gustaría poder despertarlo yo con el desayuno.

Fingí una sonrisa, dije gracias y desayune en silencio.

Lo siguiente fue con la comida, Pedro insistió en sacarme de la cama y me llevó a la cocina, para que lo mirara cocinar.

Puso música y comenzó a cantar, yo sabía que estaba haciendo todo eso para animarme de alguna forma, pero tuvo el efecto contrario y mw odié por eso, por ser tan débil.

Tragué a medias el nudo en mi garganta, le sonreí y seguí mirándolo.

Cuando más tarde me dijo que lo esperara un rato porque iba al super, colapsé.

Apenas cerró la puerte llevé mis manos a mi rostro y lloré.

Lloré y grité, y si hubiese tenido algo cerca lo hubiese tirado.

Estaba triste, frustrada, superada.

Todas las cosas que deberíamos estar haciendo los dos juntos las estaba haciendo él sólo y no era justo, ni para él ni para mi.

Tenía miedo de que se agotara, me agotara y todo terminara yéndose a la basura.

Tenía esta constante impotencia de no poder mover mis piernas, la fisioterapia no ayudaba en nada.

Sí, se que me dijeron que tenía que tener paciencia, pero no puedo, es difícil aceptar la idea de que no es una recuperación rápida y fácil.

Es difícil aceptar la idea de que no puedo hacer las cosas como solía, como quiero.

Sin darme cuenta comencé a sollozar y ya no podía parar.

Me odié por eso también, por tanta debilidad.

Por no afrontar como persona adulta todo, yo que me creía preparada para lo que venga. Cuan equivocada estaba.

Escuché  la puerta abrirse, maldije y me limpie los ojos rápidamente,  tratando de que Pedro no notara que estaba llorando, fracasando totalmente.

Note que se dió cuenta apenas entró a la habitación.

Se acercó a la cama y colocó una mano en mi mejilla, acariciándola.

—Por qué lloras preciosa? Te duele algo? —dijo él y pude notar su preocupación.

—Nada, no pasa nada —sonreí a medias.

Él negó con la cabeza y me miro fijamente.

—Contame mi amor, tenes que hablar conmigo.

Esta vez negue con la cabeza yo y me mordí el labio tratando de atajar el llanto, fallando miserablemente.

Una vez que la primera lágrima cayó no pude detener el resto.

Pedro no espero mucho tiempo para acercarse más y abrazarme, sosteniéndome en su pecho mientras yo me aferraba a su remera.

Unos minutos después cuando prácticamente me obligue a parar nos alejamos un poco y él comenzó a besar el resto de mis lágrimas, hasta que llegó a mis labios y me dió un beso que no sabía que lo necesitaba tanto.

—Ahora contame que te tiene asi preciosa, por favor.

Y lo hice, le dije todo, como quería preparle el desayuno de nuevo, la comida, como me dolió no haber ido con el al super, como me frustraba el no poder entrar al baño sola, todo.

Él no me interrumpió, aunque sabía que quería hacerlo no lo hizo, me escucho atentamente y cuando terminé se inclinó y me besó lento y dulce, apoyando su frente con la mía luego.

—Disculpame mi amor, no queriendo hacer que te sientas mal eso fue lo que cause, solo quería cuidarte y no agotarte. Pero si queres vamos a encontrar la manera para todo, te veía muy cansada por eso no te dije para ir al super. No quiero que te sientas mal me entendes, no te guardes todo contame y así tratamos de solucionarlo juntos sí? O contale a alguien más, Zaira, tu mamá, hasta mi mamá. Esto ya pasó, no hay otra cosa que podamos hacer mas que salir de esta. —se separo un poco y acarició mi mejilla mirandome tiernamente— quiero que quites el pensamiento de que me voy a cansar de vos de tu cabeza, sos mi vida, como me voy a cansar de vos? No puedo siquiera comenzar a ponerme en tu lugar preciosa, pero pensa en como pudo ser peor, podías haber quedado paralítica para siempre. Esto se puede revertir, es sólo una prueba que vamos a superar, está bien?

Yo asentí, Pedro tenía el poder de cambiar mis pensamientos con sólo unas palabras, lo amaba por eso.

—Te amo Pedro, te amo tanto. Gracias por esto, de verdad lo necesitaba —dije y puse mi mano en su mejilla acariciándole.

Ambos sonreímos y el giro su rostro para besar mi palma.

—Es un placer para mi. Te amo tanto y más preciosa —colocó una mano en mi nuca y se inclinó para besarme, y ahí mientras sus labios rozaban los míos, tiernos y apasionados, supe que aunque era un difícil y frustrante camino siempre y cuando sea con él lo lograría.


**
Gracias a las que se toman su tiempo para comentar, de verdad los comentarios son una parte importante y siempre es bueno leerlos.
Gracias por leer la novela, espero que les guste realmente.
Ya saben, mientras más gente comente acá en el blog y en twitter, más rápido subo.
Mi twitter es @fatipauliter y paso los capítulos desde @pypuntilend hasta la próxima ;)

martes, 10 de febrero de 2015

-81.

Fue todo tan rápido en un segundo ella se encontraba  inclinada y al otro ya estaba en el piso, no pude hacer nada.

Era la voz de Pedro la que escuchaba de lejos, intente abrir los ojos, decir algo, pero no pude.
Una serie de intentos frustrados más me di por vencida y di la bienvenida a lo negro de nuevo.

***

Cuando desperté por segunda vez ya pude abrir los ojos, siendo cegada por una intensa luz arriba mío.

Parpadee para acostumbrarme y lo primero que vi fue la cabeza de Pedro apoyada sobre su mano -que sostenía la mía-, no tardé mucho tiempo en darme cuenta de dónde me encontraba, las paredes blancas hablaron por sí solas.

Moví mi mano de la suya y acaricié su cabello, tardó sólo segundos en levantar la mirada. Se veía cansado y tenía los ojos rojos, sin embargo aún me sonrío.

—Hola —dije y traté de sonreír, la verdad era que me estaba por volver loca, necesitaba saber que pasó.

—Gracias a Dios que despertaste me estaba por volver loco —dijo y su voz se notaba abatida.

Puse una mano sobre su mejilla y el giro la cabeza para dejar un beso en mi palma.

—Qué pasó?

Una mueca se formó inmediatamente en su rostro.

—Te caíste del caballo y antes de que preguntes mas dejame llamar a la enfermera, me dijeron que era lo primero que tenía que hacer cuando despertaras.

No me dio oportunidad de responder, se levantó y luego de inclinarse a dejar un beso en mis labios corrió hacia la puerta.

Minutos después volvió una enfermera quien me hizo una serie de preguntas para luego darme medicamentos.

Justo cuando estaba por reclamar a Pedro, mis padres o alguien para que me dijera lo que sucedió, entró el Doctor, acompañado de todos ellos.

Mi mamá apenas entró se abalanzó -con cuidado- para darme un brazo, lágrimas caían de su rostro mientras expresaba lo feliz que estaba de que haya despertado.

Mi papá dejó un beso en mi frente y por un momento todos quedaron en silencio.

—Desde hace cuanto estoy acá? Qué tengo? —comencé a preguntar.

—Desde hace cuatro horas, tuvieron que anestesiarte bastante por el dolor.

Y cuando mi papá dijo eso fue cuando le di verdadera importancia al dolor molesto que sentía en la zona de mi columna.

Mire hacia el Doctor, esperando que dijera algo, miro hacia mis padres y luego de nuevo a mi.

—Tenes una disminución de la motricidad en los músculos de la zona de tu columna, debido a la lesion en las vías nerviosas que tuviste al caerte del caballo.

—En español por favor.

El Doctor rió un poco incómodo, mis padres y Pedro no, yo menos. De verdad quería entender lo que estaba pasando.

—Lo que estoy queriendo decir es que tuviste un golpe muy fuerte y esto dañó a algunos músculos precisamente en la zona de tu columna, lo que quiere decir que tenes una parálisis.

Ya entendía, pero me negaba a creer en lo que me estaba diciendo, sacudi la cabeza y mire hacia mis padres, mi mamá secaba sus lágrimas mientras mi papá la sostenía a un costado.

Luego miré a Pedro quién miraba hacia un costado con el rostro tenso.

—Me puede decir, exactamente, lo que eso significa Doctor? —pregunté y tragué saliva— quiere, quiere eso decir que ya no voy a poder caminar?

Apenas solté la pregunta cerré mis ojos, esperando que me dijera que no, que sólo era una leve lesión, que ya me encontraría caminando en unos días.

—Bajo una serie de medicamentos, fisioterapia y paciencia sí. Sólo hay 20% de probabilidades en tu contra. Pero ahora mismo y por un tiempo no vas a ser capás de mover tus piernas, las vas a sentir, pero como dije, tenes una disminución de la motricidad, la cual tras una serie de fisioterapia vas a poder recuperar.

Estaba segura que el Doctor ya me había explicado todo pero yo seguía sin entender por qué.

Cerré mis ojos, queriendo despertar de esta pesadilla, los abrí de nuevo, había sólo una pregunta más que tenía antes de pedir que todos me dejaran sola.

—Cuanto tiempo va tomar esto?

—Todo depende, puede tomar tanto meses como un año.

Asentí y miré hacia abajo.

—Pueden todos dejarme sola, por favor?

Mi mamá y Pedro comenzaron a quejarse pero el Doctor -al fin diciendo algo a mi favor- les dijo que necesitaba descansar y que me dejaran sola por un rato.

Mis papás me abrazaron y salieron con el Doctor, Pedro se quedó parado mirándome unos minutos hasta que le susurré que se fuera también, suspiró y se inclino a dejar un beso en mi frente susurrando un "te amo" antes de marcharse.

Y cuando cerró la puerta me di la oportunidad de llorar.

Pensé en como esto cambiaba todos mis planes.

Lo peor de todo era saber que fue culpa mía, fui yo quien quería subir a ese estúpido caballo, fui yo la estúpida que soltó las riendas, yo me hice esto.

Lloré aun mas cuando me di cuenta de que no sólo cambiaba mis planes, sino los míos con Pedro.

No le haría esto, no tenía idea de lo que haría pero sabía que no iba a cargar a Pedro con esto.

No tenía ganas de pensar en nada mas , por lo que me obligué a cerrar los ojos y dormir mientras las lágrimas caían.

***

Desperté no sé cuánto tiempo después, no quería hacerlo pero sabía que tenía que hablar con todos tarde o temprano.

Como había esperado Pedro y mis padres se encontraban en la habitación, sólo que ésta vez Isabella los acompañaba también.

—Pau! —fue la primera en notar que había despertado, le sonreí un poco y abrí los brazos mientras ella se acercaba, me abrazó como pudo y suspire porque no había nada como el abrazo de un niño.

—Cómo estas hija? Queres que llame al doctor? —preguntó mi mamá una vez que solté a Isabella.

—Quiero hablar con Pedro a solas un rato.

Mi mamá miro a mi papá quien le devolvió la mirada y asintió.

—Vamos a llevar a Isabella a comer algo y volvemos.

Isabella me dio un último abrazo -así como mis padres- y se fueron.

La habitación se quedó en silencio un tiempo, yo no sabía como decirle a Pedro lo que había decidido, me quede mirando mi mano mientras jugueteaba con ella, tratando de encontrar la mejor manera de decirlo, no allando ninguna.

—Deci algo preciosa porque me estoy por volver loco.

Cerré los ojos ante su voz tierna y cuando los abrí miré directamente hacia él, quien al ver mi mirada creo ya notó que lo que diría no sería bueno.

Se acercó hacia mí, sentándose en la silla de al lado y tomó mi mano.

—Paula qué pasa? Habla conmigo mi amor.

Jugueteé un corto tiempo más con su mano y luego por fin volví a levantar la mirada.

—Voy a volver a vivir en la casa de mis papás.

Él negó con la cabeza.

—Eso no sonó como una pregunta.

—Porque no lo era.

—No se en qué estabas pensando pero por si no lo tenes claro te amo y no me pienso mover de tu lado tan fácilmente. Vos y yo, te acordas? Estamos juntos en esto y aunque ese anillo no este en tu dedo todavía para mi ya es en la salud y en la enfermedad. Vas a volver a casa conmigo, vamos a superar esto, todos te vamos a ayudar. Esta es sólo una piedra de tantas más, no pienses siquiera en discutir porque por esta vez no te voy a dejar ganar.

Me quede mirándolo fijamente, debatiendome entre llorar, besarlo o intentar discutir lo que había dicho.

Lo último me pareció que ya no era una opción, él hablaba muy en serio.

—Estaba tan convencida de que iba a volver a la casa de mis papás que ahora no sé que decir. Pedro no puedo caminar, ni siquiera yo entiendo la gravedad de eso todavía, cómo vamos a hacer? Estas seguro que queres cargar con todo eso? Yo no quiero ser eso, no quiero ser una carga.

—Quién dijo que sería una carga? Te amo, de eso estoy seguro. Se que la situación va ser difícil pero vamos a poder preciosa, sos una de las personas más fuertes que conozco entendes? No discutas por favor y dejame cuidarte.

Cerré los ojos mientras lágrimas nuevas caían.

Él se levantó del asiento acercándose a la cama, se sentó en el espacio vacío y me llevó hasta su pecho, abrazándome.

Coloque mis manos en su cintura y deje que me abrazara, tiempo después levanté la cabeza y él limpió mis lágrimas.

—Te amo.

Él me sonrío y unió nuestros labios.

—Aunque a veces se te escapen los tornillos como ahora también te amo preciosa, demasiado.

Lo besé de nuevo y traté de olvidarme de lo que nos esperaba por un momento, eramos sólo él, yo y el amor siendo trasmitido en la unión de nuestros labios.

**

GRACIAS a las que se tomaron su tiempo para comentar en el blog -y en twitter- no llegue a tantos como quería por eso recién estoy subiendo.
Sigue en pie lo que dije la entrada anterior mientras mas comentarios haya mas rápido subo.

GRACIAS por leer la novela, de verdad.
Mi twitter es @fatipauliter y paso la novela desde @pypuntilend. Nos leemos!!

viernes, 6 de febrero de 2015

-80.

Presten verdadera atención al PD1.

**

El domingo nos enteramos por un comunicado que las clases iban a posponerse por dos semanas, al parecer la universidad estaba teniendo problemas internos que esperaban solucionar antes de que comenzaran las clases y como no pudieron decidieron posponerla hasta dentro de dos semanas.

Yo no me quejaba, ya que eso significaba que tenía dos semanas mas de enteras vacaciones, como había aplicado para el puesto de bibliotecaria de la misma universidad, significaba que mi trabajo comenzaría en dos semanas también.

Pedro por otro lado no tuvo la misma suerte, desde mañana comenzaría su trabajo en la escribanía del amigo de su papá.

—Que se siente saber que mañana comenzas tu primer día de trabajo? —le pregunté ese domingo cuando estábamos cenando, el gruñó, yo reí.

—Reíte todo lo que quieras que sólo te quedan dos semanas más.

—Dos semanas de que vos vas a tener que levantarte temprano mientras yo me quedo durmiendo como morsa hasta tarde —le saqué la lengua.

—Entonces no te vas a solidarizar con tu pobre novio levantandote para acompañarlo con el desayuno? —dijo él arqueando una ceja, yo me mordí el labio sobrandolo.

—Ya quisieras.

Y podía bromear todo lo que quisiera pero ambos sabíamos que lo haría.

Al día siguiente gané a Pedro de ante mano despertándolo yo, y tenía que agradecerme haberlo despertado 20 minutos antes ya que si nos despertábamos con su alarma el estaría llegando seriamente tarde después de lo que hicimos.

Una vez que por fin nos levantamos el fue a ducharse mientras yo iba a la cocina a preparar el desayuno, hice tostadas, preparé el café y luego me senté a esperarlo.

Él entró con el cabello todo mojado y despeinado, la camisa que le había planchado la noche anterior y el pantalón negro con zapatos de igual color, estaba hermoso y era mío.

Me acerqué hasta él y arregle el cuello de su camisa antes de arreglarle el cabello mientras él sólo se quedaba ahí sonriendo.

—Listo —dije una vez que estuve segura que había quedado todo prolijo.

—Lo suficientemente presentable?

—Mucho más —le guiñé el ojo y él se inclino para besarme en la frente.

Nos sentamos en las sillas de la barra, donde había puesto todo lo del desayuno -no hacía falta recurrir a la mesa siendo solo nosotros dos- y comenzamos a desayunar.

Habíamos elegido bastante bien la zona de nuestro departamento, todo estaba cerca, la universidad y su trabajo también.

Razón por la que sólo tuvo que irse 15 minutos antes de que fuera su hora de entrada, nos despedimos en la puerta, le deseé éxitos y luego me metí a la cama de nuevo.

Como Pedro vendría a comer -otra ventaja de vivir cerca del trabajo- me había levantando a eso de las 10 de la mañana de nuevo y luego de leer un rato me puse a cocinar.

Él abrió la puerta justo cuando ponía los platos en la mesa.

Nos sonreímos y fui hasta él para darle un beso.

—Mmm huele rico —dijo una vez que nos separamos.

—Bifes con papas —le guiñé el ojo y el sonrío.

—Hora de comer.

Mientras almorzabamos me contó sobre lo bien que le estaba yendo el primer día, lo agusto que se sentía y como se había llevado bien con el resto de sus compañeros.

Cuarenta minutos  después nos despedimos de nuevo.

Me sentía aburrida y sin nada que hacer, Pedro trabajaba  hasta las 15hs, quería ir a visitar a Isabella pero decidí esperarlo porque sabía que él querría ir también.

Vi una película mientras tanto y cuando por fin llegó le dije lo que tenía planeado y luego de que se duchara fuimos hasta mi casa, o bueno, la de mis padres, para buscar a Isabella.

Mi mamá había conseguido una persona de confianza que se encargaba de cuidarla mientras ellos estaban en el trabajo por lo que cuando llegamos le dijimos que podía irse por hoy ya que nosotros nos quedaríamos con ella hasta la tarde.

Isabella corrió a abrazarnos apenas nos vio desde la sala, no nos habíamos visto desde el jueves pasado cuando vinimos a buscarla por la misma ocasión también.

Fuimos al parque después de eso, compramos helado de paso y pasamos una tarde entre risas junto con ella.

***

—Qué te parece si vamos este fin de semana a la casa de mis abuelos de nuevo?

Estábamos acostados esa noche, mi cabeza sobre su pecho, sus manos acariciando mi torso desnudo.

—Me parece genial, ya estaba queriendo volver.

—Hecho entonces.

Alcé la mirada hacia él y le sonreí antes de unir nuestros labios.

***

La semana pasó rápida y lenta a la vez, con Pedro yendo a trabajar me aburría bastante sola, no podía siquiera pedir a Zaira que viniera ya que ella había comenzado a trabajar también.

Quienes si me visitaron fueron mi mamá y Ana, ayudándome a manejar las ganas que tenía de matar a mi novio de vez en cuando.

Ya estaba experimentando esas pequeñas cotidianidades de pareja, eso incluía lo bueno y lo malo.

La cosa comenzó el martes cuando a Pedro se le olvidó levantar su ropa sucia del piso en el baño, yo había entrado y había encontrado todo ahí, hasta su boxer.

—Pedro! —grite para que me escuchará desde la habitación.

Tardó 5 minutos en venir.

—Si?

—Vos no ves que esta el tacho de ropa sucia justo ahí?

Le señalé el lugar donde se encontraba dicho tacho, sólo a centímetros de donde había dejado tirada su ropa.

Él miro su ropa, luego el tacho, y luego a mi, se mordió un poco el labio y puso cara inocente.

—Mala puntería? —dijo e hizo una mueca al ver mi cara.

Levantó las manos en señal de rendición y fue a levantar su ropa para colocarla donde debería estar.

—Perdonado? —preguntó una vez que estuvo todo adentro.

—Por ahora —murmuré y cerré la puerta para poder hacer mis necesidades que era para lo que había ido primeramente.

El miercoles se olvidó de estirar la cadena y bajar la tapa, tuvimos otra pequeña discusión.

El jueves había venido mi mamá y me había explicado que habría muchas cosas más como esas que podrían pasar y que tenía que entender que los hombres tenían otra mentalidad y muchos detalles se les escapaban.

El viernes Ana me había dicho algo similar cuando le conté como no había lavado el vaso -cuando yo lave todo el resto- que usó el día anterior.

Era parte de la convivencia me dijeron, también me dijeron que tanto mi papá como el de Pedro cometían ese tipo de cosas todavía -sí, todavía- por lo que sólo tenía que aprender a inhalar exhalar y ser menos obsesiva -que ni yo sabía que lo era, aclaremos-.

El viernes, cuando fui a la cocina luego de que Pedro saliera de la misma encontré que había lavado el vaso que usó y sonreí triunfante.

***

Eran cerca de las 9am cuando nos despertamos el sábado, preparamos nuestras cosas e iniciamos camino hacia la antigua casa de los abuelos de Pedro.

Fuimos la mayor parte del camino cantando a todo pulmón junto a la radio.

Cuando llegamos preparamos algo de comer y luego fuimos al lago.

—Quiero un perrito —solté de la nada.

Habíamos estado en silencio un rato metidos en el agua y de repente se me vino esa idea a la cabeza.

Pedro arqueo una ceja.

—Y a que se debe?

Me encogi de hombros.

—No sé, siempre quise un perro, de chicos teníamos uno pero murió y mi mamá nunca volvió a traer a otro, ahora quiero uno.

—Estas segura? Eso implica encontrar y limpiar caca por todo el departamento —arqueo la ceja de nuevo.

—Para eso estas vos mi amor —le guiñe el ojo y el hizo un sonido de "pff"— no tengo problema de limpiar quiero un perrito.

Y como toque final hice un mohín.

Él rió y si inclinó a besarme.

—Imposible decirte que no.

—Lo sé.

Me tiro un poco de agua y comenzo la guerra, cuando decidimos parar yo estaba entre sus brazos.

—Entonces, me vas a regalar un perrito?

—Te voy a regalar un perrito.

***

—Dale vamos Pepe! —insistí por segunda vez.

—Quedemonos acá mejor —se negó de nuevo.

—Yo quiero montar a caballo —me crucé de brazos.

Él suspiro y me descruzó los brazos para meterme en los suyos.

—Ya te dijeron alguna vez lo caprichosa que sos?

—Se le llama ser tenaz —dije guiñándole el ojo, él río y negó con la cabeza.

—Está bien, vamos.

Yo salté uniendo mis piernas al rededor de su cintura dándole un beso.

—Gracias —dije y seguí besándolo hasta que nos separamos.

—Acordate de agradecerme así siempre está? —dijo gracioso yo reí y lo besé una vez más.

Cerramos todo y fuimos hacia el auto, unos kilometros después llegamos a la casa de Alicia y Octavo, los cuidadores.

Se encontraban sentados en su porche y sonrieron cuando nos vieron, les di como 50 años a ambos.

—Alicia, Octavio, esta es Paula mi novia —dijo Pedro cuando llegamos hasta ellos.

Ambos me recibieron con un abrazo al que correspondí.

—Tanto tiempo Pedro! Hola Paula, un gusto! —dijo Alicia.

—El gusto es mío señora Alicia.

—Solo Alicia, no soy tan vieja —dijo ella y guiñó el ojo.

—Un gusto Paula —dijo Octavio y luego dio una palmada en el hombro a Pedro— bien muchacho, bien.

Pedro rió y luego les comentó para que habíamos venido.

—Pasen con gusto, vos ya conoces todo Pedro, como si fuera tu casa! —dijo Alicia una vez que dijimos que queríamos montar a sus caballos.

Nos despedimos -momentáneamente- y fuimos hasta el establo.

—Al menos decime que no es la primera vez que vas a montar

—Tecnicamente no.

Él me lanzó una mirada acusatoria.

—Ya me subí a uno sí, pero fue como hace dos años.

No dijo nada más.

Fue hasta uno de los caballos y preparó todo como para poder montarlo, hizo lo mismo con el siguiente y me llamó para que me acercara.

—Te voy a subir primero, vamos a ir hasta afuera juntos a ver si vas bien y después vemos si seguimos más allá está bien?

Yo asentí y el me agarró de la cintura ayudándome a subir, una vez que estuve bien colocada tomé las riendas del caballo y comencé a moverme mientras Pedro se quedaba lo suficientemente cerca al costado.

Sonreí hacia él cuando llegamos hasta afuera, estaba bien y él lo notó.

Volvió adentro y unos minutos salió andando en el otro caballo, dejenme decirles que se veía muy bien.

—Vamos? —pregunté señalando hacia el campo grande que nos esperaba para recorrer.

—Vamos.

Comenzamos a andar, despacio fuimos yendo sin rumbo fijo, decidí que me gustaba montar, sin duda volveríamos a hacerlo.

Pedro al principio estaba tenso, mirando hacia mi a cada momento pero cuando noto que lo estaba manejando bien comenzó a relajarse.

Un tiempo después tuve un impulso de mirar hacia arriba, lo hice y me encontré con la hermosa vista del cielo celeste acompañado de montones de nubes, era hermoso y me dieron ganas de sacar una foto.

Estaba pensando en como mi celular se encontraba en la casa, apagado y escondido en mi cartera cuando escuché a Pedro decir mi nombre, fue la única advertencia que tuve antes de salir disparada hacia atrás, una desgarradora punzada de dolor en la columna fue lo último que sentí antes de que quedara todo en negro.

**

No me pregunten cómo, pero , había algo que necesitaba para esta novela antes de terminarla, no sabía qué hasta que Sofia me iluminó -aunque te odie tengo que admitir que sos una puta genio cuando queres @everwiththem  gracias por esto (deberían pedirle que escriba una novela, estoy segura que la van a amar) -.

PD1 IMPORTANTE: Voy a darme el lujo en estos últimos capítulos y voy a decir: si tengo varios comentarios voy a subir en menos de 24hs otro cap, sino tengo muchos subiré cuando suba *guiño*,-obvio no va pasar tanto tampoco, pero bueno, lo dejo en manos de ustedes-. *Pueden comentar en anónimo también dejando el nombre de sus tws*

PD2: Narella te dedico este capítulo *, podes llorar* espero que disfrutes millones hoy, sabes que te quiero mucho pelotuda💞

PD3: hagan caso al PD1, de verdad.

Ahora , adios.

miércoles, 4 de febrero de 2015

-79.

Los labios de Pedro haciendo su camino por mi rostro fue lo que me despertó al día siguiente.

Me quede ahí, quieta, aún sabiendo que él había notado que ya estaba despierta, queriendo sólo estar así por mucho tiempo más.

—Pensas mostrarme tus lindos ojos en algún momento —escuché a Pedro susurrar mientras su cabeza se hayaba en el hueco de mi cuello.

Sonreí, uní mis manos detrás de su cuello acariciándole el cabello y luego por fin me digne a abrir los ojos, encontrándome con el único par de ojos cafés que me quitaban el sueño.
Pedro sonrío apenas notó que lo miraba, acarició mi mejilla y dejó un corto beso en mi frente.

—Buen día preciosa.

—Buen día hermoso.

Y sin decir más sus labios rozaron los míos.

Costo que ambos tuvieramos la voluntad suficiente para separarnos, salir de la cama, y prepararnos el desayuno. Pero después de media hora lo logramos.

No me moleste en cambiarme el pijama por el hecho de que no saldríamos hasta haber ordenado todo -cosa que impuse yo, ya que me molestaba ver algunas cajas en la sala todavía-.

Mi mamá -y la suya- ya nos habían preparado con los alimentos básicos y necesarios por lo menos para una semana -cosa por la cual estábamos muy agradecidos- por lo que desayunamos sin ningún problema.

A pesar de que había dormido ya varias veces con Pedro, nunca habíamos desayunado realmente juntos -bueno, salvo en dos o tres ocasiones-  en fin, no estaba segura  -pronto lo sabría con certeza- pero sospechaba que Pedro tenía una manía, que consistía y en ponerle el azucar a su leche de a poquito, primero puso casi una cuchara, probó y no contento puso menos de media cuchara, tampoco lo contentó por lo que volvió a hacer lo mismo y luego de hacerlo una vez más al fin dejó en paz al pobre pote de azucar, se percató de que lo miraba y me preguntó que pasaba yo sólo sacudi la cabeza intentando esconder mi sonrisa.

Supongo que ahora sería así, cada uno comenzaría a notar las manías del otro, que quizá, ni nosotros mismos notabamos.

—Cuidado con ellos que son mi vida —dije y Pedro me miro enarcando una ceja.

Estábamos en la habitación que restaba, acomodando las últimas cosas que quedaban en las cajas, la mayoría de ellas mis libros, que era lo que Pedro se encontraba sosteniendo ahora, apilandolos afuera así yo podía ordenarlos en el estante.

—No sé si debo sentirme amenazado u ofendido —dijo él en tono gracioso y yo reí.

—Tarado, sabes a lo que me refiero.

Y él lo sabía, ya que me había dicho prácticamente lo mismo cuando comencé a mover sus guitarras -tenía tres aparte de la que usaba ahora-.

—Tranquila tigre, tus libros estan a salvo.

Le saqué la lengua, me guiñó el ojo y seguimos ordenando todo.

Sus guitarras ya estaban en el rincón donde el había reclamado suyo, las tres juntas viéndose hermosas -palabras suyas-, también había puesto un toca discos herencia de su abuelo, al que se había negado dejar y yo deje que lo traiga ya que teníamos este espacio y tenía que admitir dejaba un toque antiguo que me gustaba.

Mi estante era alto, con cinco superficies donde iban apilados todos mis libros, los últimos dos espacios, sabía, quedarían vacíos, pero planeaba llenarlos muy pronto.

También habíamos puesto el escritorio que traje de mi antigua habitación para colocar las cosas de la universidad, él había traído el suyo que era más chico por si necesitábamos de más espacio -trabajos prácticos y todo eso-.

Como suponía la habitación quedó sólo con el espacio suficiente como para poder moverse, pero me gustaba, estaban las cosas de ambos, juntas, y se veía fantástico.

Abracé a Pedro de costado mientras veíamos nuestro trabajo terminado.

—Quedo hermoso no? —me escuché diciendo.

—Totalmente.

Ya era el medio día cuando terminamos y decidimos hacer simplemente fideos -no, no sería siempre eso- para luego poder limpiar la sala que se había ensuciado en el proceso de nuestro arreglo y así poder descansar un rato luego.

Ya que teníamos pensado invitar a mi familia a cenar de noche, la de Pedro vendría al día siguiente.

El departamento era dentro de todo grande, hasta con un balcón donde podíamos estar varias personas, pero no bastaría para juntar a toda nuestra familia junta y pretender que podíamos cenar sin que sea un caos.

Por lo que ya habíamos hablado a todos con antelación y aceptaron con gusto, al fin y al cabo lo único que querían ver era como quedó todo.

Nos levantamos de la siesta cuando el reloj marcaba las 17hs.

En realidad, me desperté yo primera, y aproveché que pedro se encontraba durmiendo boca arriba para subirme encima suyo y despertarlo de la misma manera que el había hecho conmigo anteriormente.

Tres besos después él murmuro un "mmjm" y puso sus manos en mi cadera, empujandome mas a él, abrió sus ojos entonces y yo sonreí.

—Hola.

—Hola.

Y lo besé y me beso e inauguramos la cama.

***

Unas horas después ya estábamos duchados y nos encontrábamos poniendo la mesa, eran cerca de las 20:30 y mis padres, abuelos e Isabella deberían de estar llegando.

Como yo había predicho aquella vez que vinimos a ver el departamento por primera vez, trajimos una mesa -digo trajimos ya que mis abuelos nos habían regalado una mesa que según ellos, ya no la utilizaban- la habían mandado traer y todo, yo no me quejaba.

En fin, esto ayudo a que pudieramos permitirnos invitar a cenar a nuestras familias -aunque fuera por separado.

El timbre sonó y con Pedro nos acercamos a abrir la puerta, recibimos a todos con un abrazo y luego se pusieron a admirar el departamento.

—Quedo precioso  —dijo mi abuela un poco después cuando hubieron visto todo.

—Eligieron de maravilla —dijo mi mamá.

—Me encanta, me encanta —dijo Isabella.

—Excelente —dijo mi abuelo.

—Buen trabajo —dijo mi papá.

Y por fin me di la oportunidad de respirar tranquila.

La cena fue mejor de lo que esperaba, mi abuela siempre dándonos pequeños consejos cada vez que podía, mi mamá agregando los suyos, el abuelo y  papá  asintiendo de acuerdo e Isabella contando sus típicas historias.

Pedro y yo nos tomábamos las manos de vez en cuando, y sonreíamos, sonreíamos muchísimo.

—Y acordate princesa, los hombres tienen sus cosas, nosotras las nuestras, sólo tenemos que aprender a convivir con ello —dijo mi abuela mientras se despedía.

Yo todavía no entendía del todo a que se refería pero asentí, sus consejos eran imposibles de olvidar.

***

Al día siguiente no fue muy distinto con la familia de Pedro, si bien no había una niña parlanchina y una abuela queriendo dar consejos a cada segundo, había mucho de lo mismo, a todos también les gusto el departamento, Ana no dejaba de decirme que la llamara si pasaba cualquier cosa -mi mamá había estado igual- y Federico y las hermanas de Pedro no dejaban de hacer bromas sobre lo mucho que me compadecían por tener que vivir con él ahora.

Lo que más tuvieron en común aquellas dos noches fueron las sonrisas que Pedro y yo teníamos casi permanentemente.

***

El resto de la semana aprovechamos para acomodarnos y disfrutar de los últimos días de vacaciones.

Habíamos pasado mucho tiempo solos en nuestro departamento, pero también habíamos salido con Zaira y Hernan y habíamos llevado a Isabella al parque.

El viernes organizamos una reunión con nuestros ex compañeros para mostrarles el departamento y también para "despedir" las vacaciones.

Los chicos le dieron palmadas en el hombro a Pedro, las chicas me dijeron lo lindo que quedo todo y pasamos una noche agradable sin causar tanto alboroto.

El sábado fuimos al jardín, yo no tuve que preguntar, ese día nos despertamos tarde, preparamos sanwiches y nos dirigimos ahí sin más.

—Todavía siento como si no estuviera pasando todo en verdad —me sinceré tiempo después cuando ya comimos todo y nos encontrábamos acostados.

—También me pasa —dijo él mientras acariciaba mi brazo de arriba abajo— creo que sólo tenemos que acostumbrarnos, después va ser tan real que nos vamos a olvidar como era antes.

—A veces me pregunto de donde sale toda esa inteligencia tuya —dije graciosa pero contenta con su respuesta.

Él me apreto el costado haciéndome saltar por la cosquilla.

—Pedro! —me quejé.

—Te lo merecías —dijo y luego se alzó para quedarse encima mío— te amo.

Acaricié su nuca y sonreí atontanda.

—Te amo también.

**

Quiero que sepan que estuve un día, sí, UN DÍA sin luz -gracias tormenta de mierda-.
PD1: la novela esta por terminar y yo no voy a pasar nunca de los 3 comentarios creo.. PODRIAN por favor ayudar a mi autoestima -si ed que hay alguna todavía- de "escritora" y COMENTAR? Gracias❤
PD2: Narella sos una forra estafadora.
PD3: LAS AMO Escritoras y Agos 😍 pyv somos las gordas mas gordas de todas laa gordas ahre ( ya que estamos.. SIGANNOS -> @gordasf4ns si son gordas ya saben *guiño*)
Lissssto ahora si chau.

lunes, 2 de febrero de 2015

-78.

Al día siguiente de nuestro fin de semana con Pedro pedí a mi mamá que me enseñara a cocinar.

Si bien ya sabía algunas cosas con solo mirarla preparando algo, yo quería aprender más y ella estuvo encantada con eso, me enseñó todo lo que pudo, me dijo sus "secretos" y que lo mas importante era cocinar con amor.

Los días pasan volando cuando disfrutas de ellos, es como si cuando más queres que el tiempo se detenga este va más rápido.

Las vacaciones estaban casi al final, y yo lo temía tanto como anhelaba.

El temor era por el cambio, había llegado ese momento al que se le suele llamar "volar", dejaría el nido y asustaba, porque lo desconocido asusta.

Pero lo anhelaba también porque siempre tuve, y tengo esas ganas de sentirme independiente, valerme por algo mío, sentir que puedo hacer y ser algo y el que Pedro ahora esté en el círculo es un más con mayúsculas agregado.

Ni en un millon de años había esperado eso, mudarme en pareja, la primera vez, era algo loco, tal vez incluso algunos dirían apresurado, pero era algo nuestro y si bien estaban los "y si..." sabía que íbamos a lograrlo.

Salí con mis amigos, pasé tiempo con Zaira, jugué con Isabella, leí libros, besé a Pedro -mucho-, cociné con mi mamá, mime a mi papá -quien se había comenzado a poner más tenso a medida que se acercaba la mudanza-, visité a mis abuelos, recordé a Gonzalo con sonrisas, creo que tuve una de las mejores vacaciones en mucho tiempo y estaba feliz por eso.

—Una semana —dije y agregue un "wow" para darle efecto.

Estábamos acostados en el césped, en el que siempre sería nuestro lugar, nuestro jardín.

Pedro quien había estado mirando el cielo se giro de costado, apoyando sus codos sobre el césped y su cabeza sobre su manos, sonríendo.

—Pasaron rapidísimo estas vacaciones o soy yo? —preguntó el mientras acariciaba mi mejilla.

—Siento lo mismo —dije y dejó un corto beso en mis labios.

Nos quedamos mirando unos minutos así en silencio, hasta que a Pedro se le torció la sonrisa.

—Estaba pensando, será que vas a volverte una loca obsesiva de la limpieza? —tenía un tono divertido por lo que reí.

—No tengo idea pero mira si vos te volves uno de esos que se sienta en el sofá y gritan "pasame la cerveza" —reí pero continué— te tiro la cerveza por la cabeza te juro.

Él también rió y sacudió la cabeza.

—Ahí va mi sueño de ser como Homero Simpson —hizo un puchero y yo reí.

—Homero Simpson es calvo y tiene una enorme barriga, seguro que te queres parecer a él? —bromeé y ambos reímos.

Estuvimos así haciendo más hipótesis hasta que Pedro se posó encima mío y me miro serio.

—No tengo idea de como va ser y qué nos espera pero lo que sé es que te tengo y me tenes y eso es lo único que importa —dijo él y acercó sus labios a los míos.

—Te amo, te amo y te amo  —dije entre besos.

Él sonrió y besó la punta de mi nariz.

—También te amo preciosa.

***

Cuatro días antes comencé a guardar mis cosas, ya había un par de cajas amontonadas en un rincón de lo que pronto sería mi "ex" habitación, había un poco de bolsas negras también, cosas que ya irían a la basura -consecuencia de guardar muchas cosas "por si acaso" ustedes me entienden-.

Creo que lo que más espacio ocupaba eran mis libros y estaba feliz con eso, ya había advertido a Pedro de ante mano que quería mi parte de la habitación que restaba para poner mis libros y estuvimos de acuerdo en dividirnos a la mitad, ya que él tenía sus cosas también.

Isabella estuvo pegada a mí más que siempre, recia a dejarme ir, yo trataba de convencerla de que la visitaría a menudo y ella a mí.

Estaba feliz de que ella se encontraba con nosotros, sé que es y va ser lo que mis padres necesitan, y más aún que yo me marcho ahora también.

Es como un rayito de sol, y más aún ahora que ya se siente realmente parte de la familia, hasts comenzó a llamar "mamá" y "papá" a mis padres cosa que los hacía sonreír bastante.

—Y me vas a seguir llevando al parque? —ella preguntaba mientras me "ayudaba" a guardar mis cosas.

—Claro Bella, los fin de semanas vamos a ir si? Porque yo tengo que comenzar con la universidad y también voy a trabajar y vos vas a comenzar el cole también, no vamos a tener mucho tiempo para ir todos los días entendes? —dije sonríendole, no quería mentirla y que después me reclara no llevarla, por lo que trataba de explicarle bien todo para que entendiera.

Ella asintió con ganas.

—Estoy asustada por eso —dijo ella  bajito.

—Por comenzar el cole? —pregunté y ella asintió.

La traje cerca mío y me senté a su lado.

—Mira vas a ir al colegio en el que yo fui toda mi vida, yo tampoco quería ir al principio pero hice muchos amigos ahí hasta lo encontré a Pedro viste?  —dije y ella asintió entuciasmada— quiero que vos hagas eso también, encuentres amigos y quien te dice mas adelanto un novio —dije y le guiñe un ojo cosa que la hizo ruborizar y ambas reímos.

—Y si nadie me quiere? —preguntó después.

—Sos la personita más hermosa del planeta quién no te va querer? —dije y ella sonrío enorme.

Seguimos guardando y tirando cosas después de eso.

Me llegó un mensaje un rato después, era de Pedro.

Ya ordenando todo, creo que hay más que nada cosas que  tirar acá.

Reí y escribi la respuesta.

Lo mismo digo, Bella me ayuda creo que para mañana termino, ja.

Me llegó la respuesta unos minutos después.

Eso no es justo necesito ayuda también, traela. *guiño* Avisame cuando pueda y paso por ustedes para ir por un helado, necesito un descanso.

Sonreí ante la respuesta y me giré hacia Bella.

—Tenes ganas de tomar un helado? —le pregunté y como esperaba respondió asintiendo con una sonrisa.

Te esperamos ahora.

Tecleé rápida la respuesta y puse la última caja -por ahora- en la pila del rincón antes de cambiarme por una ropa más desente.

Pedro llego 15 minutos después, fuimos a comprar el helado y luego hasta el parque que se encontraba cerca de casa.

Isabella apenas acabó su cono fue hasta las hamacas mientras Pedro y yo la observábamos desde el banco.

Tiempo después estacionamos frente a casa, y nos despedimos de Pedro para volver adentro e intentar guardar más cosas.

***

—Estas seguro? —pregunté por enésima vez.

Era sábado un día antes de la mudanza y yo hiperventilaba mientras Pedro me miraba divertido.

—Estoy seguro Paula Chaves, quiero vivir con vos —dijo él intentando tranquilizarme con sus palabras pero yo estaba llena de emociones que no podía parar.

—Pero, pero y si soy un desastre? Y si no es lo mismo? Y si te cansas de mí? O peor y si yo me canso de vos? —y ante lo último el levanto una ceja, aunque todavía me miraba divertido.

Sacudió la cabeza y me tumbó en el césped posicionándose encima sin aplastarme.

—Primero no sos un desastre y si lo sos yo también lo voy a ser y entonces vamos a ser un desastre los dos juntos...

Interrumpí.

—Que travalenguas... —puso un dedo sobre mis labios.

—Chis, dejame terminar —yo asentí, él siguió.

—Por supuesto que no va ser lo mismo, va ser mejor —y ante eso guiño el ojo— y creo que nunca me voy a cansar de vos ni cuando te salgan arrugas —reí un poco— y tampoco te voy a permitir cansarte de mí, ahora aclarado todo eso, ya te podes calmar? —dijo y luego siguió— o tengo que tomar medidas mas drásticas? —preguntó apoyando su mano cerca de mi cintura, donde tenía cosquillas.

Negué rápido con la cabeza.

—Está bien, está bien me voy a calmar. Pero no entiendo yo estoy por hiperventilar y vos te ves tan tranquilo cómo haces —dije sacudiendo la cabeza, él rió.

—Me esto estoy yendo a vivir con la mujer más hermosa del mundo como estar preocupado por eso?

—Pedro —me quejé, no era justo que diga esas cosas— hablame en serio dale.

Él suspiró y me miro serio.

—Por supuesto que soy un manojo de nervios por dentro pero el saber que te voy a abrazar todas las noches y voy a despertar contigo hace que  los nervios no sean nada más que eso —dijo y yo lo miré preguntándome porque no había mostrado esta faceta ya hace mucho tiempo. Sonreí también, tal vez antes no era el momento.

—Me haces sentir una loca sin sentimientos cuando hablas así—dije medio divertida.

—No seas tonta mi amor, sé que estas loca por mí no hace falta que lo digas —guiño un ojo yo le dí un golpe en el hombro.

—Sí, estoy total e irrevocablemente,  loca por vos —dije y uní nuestros labios mientras él sonreía.

***

La última caja había sido metida en el auto de mi papá, no eran tantas pero sin duda no iban a entrar en el auto de Pedro junto a las suyas, por lo que mi papá se había ofrecido a ayudarme a llevarlas.

Era domingo de mañana y habíamos decidido ese horario para poder acomodar por lo menos gran parte de las cosas antes de la noche y así estar instalados por completo ya mañana puesto que nos quedaba sólo una semana para acostumbrarnos a todo antes de que el trabajo y las clases comenzaran.

Me despedí de mi mamá e Isabella como por quinta vez y subí al auto de papá hacia mi nuevo hogar.

Todos, incluyendo la familia de Pedro, querían venir con nosotros para ayudarnos con las cajas y todo eso, pero ambos estábamos de acuerdo en que queríamos hacerlo solos y todos aceptaron a regañadientes con la promesa de que se les tenía permitido visitarnos a penas nos acamodaramos todo.

Cosa que sospechaba no pasaría de está semana.

Luego de casi una hora de viaje llegamos frente al departamento y suspire, si bien ayer Pedro me había ayudado a calmar los nervios, seguían.

Mi papá suspiro también, fuerte y largo.

—No te lo digo siempre pero quiero que sepas que estoy orgulloso de vos hija, este es un paso grande y aunque me cueste dejarte ir sabes que te voy a apoyar en todo, no dudes por un segundo si? Y se que ahora mismo estas nerviosa pero confío en vos y en Pedro —bufó un poco ante eso y yo sonreí— y se lo que se quieren, se tienen y eso es lo que importa al final.

Me quede mirando a mi papá un tiempo, las palabras tomandome un poco por sorpresa, palabras que sin duda necesitaba.

Luego lo abracé por mucho tiempo.

—Gracias papi —simplemente dije, él asintió y dejo un beso en mi frente.

—Ahora vamos te ayudo a bajar todo así pueden comenzar a ordenarse.

Salímos del auto justo cuando Pedro bajaba, para ayudarnos también, él ya había venido media hora antes acompañado de Federico quien estaba a su lado también.

Una vez que todas las cajas estuvieron dentro mi papá y Federico se despidieron y nos quedamos con Pedro observando las cajas apiladas por descargar y luego nos miramos el uno al otro.

—Lista? —preguntó.

—Lista —dije asintiendo, sonreímos y comenzamos a descargar todo.

Para cuando la noche llegó habíamos descargado casi todo, al menos lo mas importante como nuestras ropas y cosas personales.

Habíamos puesto una foto nuestra a un lado de la mesita de luz y el resto lo dejamos para al día siguiente.

Sólo por haber estado descargando todo el día y estábamos cansados nos dimos el gusto de pedir una pizza y aprovechamos el tiempo que tardaban  para ducharnos.

Cenamos en nuestra nueva cocina, ninguno de los dos pudiendo creer que esto era real que ya estaba pasando.

Y luego por fin nos acostamos, en nuestra cama. Creo que ambos soltamos un suspiro al hacerlo.

Él paso su brazo por debajo de mi cuerpo y me llevó a su pecho, yo apoyé mi palma para mirarlo un rato.

—Esto es de verdad? —pregunté y él sonrío asintiendo.

Yo lo hice también y unimos nuestros labios porque no había nada más que decir, era real, estábamos ahí, por pasar juntos la primera noche en nuestro propio lugar.

Un día más de tantos que siempre recordaría.

**
Espero que les guste el cap y por favor comenten tengan piedad ah.
PD1: estaba escribiendo la mitad del capítulo cuando lo borré todo sí TODO porque torpe toda la vida. Soy una caradura escribiendo con lo estúpida que soy ya sé ahre.
PD2: no importa que no suba seguido voy a terminar la novela me cueste lo que me cueste lo prometo.
PD2: mis bebés estan creciendo voy a llorar.
Dicho todo esto... adiós.