lunes, 30 de marzo de 2015

-88.

Julio y las cosas ya no estaban tan bien, resultaba ser que ya no era solo yo la que veía que las mejoras se estaban llevando a cabo muy lentas.

Por lo que el Doctor recomendó lo que él denominaba terapia intensiva, que incluía sábados en el programa también.

Como yo quería terminar con esto cuanto antes acepté –aunque muchas opciones no tenía- y habíamos comenzado hace un par de semanas.

Si bien el horario era el mismo entre semana, el agotamiento con el que salía de ese lugar era peor, lo único que quería hacer era ir a mi casa y dormir hasta el día siguiente. Pero no, teníamos la universidad.

Para el quinto día ya me estaba sintiendo parecida al primer mes, pero no dije nada, por supuesto. Ya era bastante molestia para todos sin quejarme.

De todas formas no todo era tan malo como el primer mes, ya que tenía más personas tratando de animarme –secretamente aunque yo lo notaba igual- y porque estaba ésta cosa en mí también, que ya entendía que iba a mejorar, que sólo tenía que aguantar un poco más.

En la tercera semana, cuando el Doctor implemento otro nuevo ejercicio realmente agotador en la fisioterapia, casi sacó mi Hulk de adentro, lo juro.

Si no hubiese sido por Pedro –quien estaba atrás mío susurrándome cosas para tranquilizarme- hubiera comenzado a gritar y no sé qué barbaridades más.

Es realmente frustrante cuando te piden que hagas algo que a) te cuesta mucho hacer, o peor b) no te sale.

El Doctor y la enfermera –por suerte- me tuvieron paciencia, se acostumbraron a mí supongo.

También Pedro, todos mis amigos y mi familia.

Ya que yo sabía que si bien no expresaba mis malestares en palabras, estaba más irritante. Y ellos ni siquiera parpadearon, estaban ahí, como siempre.

Tenía esta sensación parecida al miedo de vez en cuando al pensar en cuanto podría cansar a Pedro –quién era el que más estaba ahí- toda esta cosa de trabajar, tener que acompañarme con la fisioterapia y sumarle a eso la universidad. El miedo era más bien de agotarlo y que nuestra relación se llegue a convertir sólo en eso, en esa rutina.

Miedos que Pedro –sin saberlo- calmaba con simples gestos o mensajes.

Como el que me llego recién en el trabajo.

“Mensaje de Pepe”

Abrí el mensaje y una tonta sonrisa se formó en mis labios.

Pepe: te extraño *cara triste*

Si bien tenía todo tipo de emoticones nunca los usaba, y yo tampoco.
(Y vale aclarar que no hacían ni tres horas que dejamos el departamento).

Yo: yo extraño nuestra cama *cara triste*

Envíe riéndome en silencio, sabiendo que no respondí como él hubiese querido.

Pepe: vos extrañas lo que hicimos en nuestra cama *cara pervertida*

Resoplé riéndome mientras me sonrojaba.

Yo: Pedro!

Pepe: te hice sonrojar?

Yo: qué pensas?

Pepe: pienso en la cama…

Yo: Pedro!

Pepe: JAJAJAJAJAJAJAJAJA
Yo: calmate

Ambos sabíamos que no hablaba en serio, de hecho estaba riéndome también, amaba su humor, siempre. Rápidamente recibí su respuesta.

Pepe: sigo pensando en…

Yo: callate!

Pepe: callame vos *guiño*

Reí de nuevo y escuché una tos, levanté la mirada y me encontré con Sebastián enarcando una ceja.

—Mensajes sucios? —preguntó moviendo la ceja de arriba abajo, me sonrojé aún más mientras tosía.

—No! —no estaba mintiendo, bueno técnicamente no.

—Y el sonrojo a que se debe entonces?

—Hace frío —dije encogiéndome de hombros pero con una sonrisa.

Él sonrío también negando con la cabeza.

—Sigue en pie el almuerzo? —preguntó rindiéndose finalmente con el otro tema.

—Claro!

Habíamos quedado en que íbamos a comer y luego antes de volver al trabajo el me dejaría en el departamento. Ya que Pedro tenía un almuerzo en el trabajo.

—Bueno, voy a volver a mi lugar antes de que Serrati nos moleste de nuevo —dijo guiñando un ojo.

Negué con la cabeza sonriendo un poco, la verdad era que nosotros molestamos –más o menos- a Serrati, pero Sebastián siempre diría lo contrario.

Miré el último mensaje que me había mandado Pedro, seguido del que no le respondí.

Pepe: no me pensas ignorar no?...

Yo: no tonto, Sebastián vino a molestar.

Pepe: decile que se calme porque sos lo mía.

Yo: esa sería mi línea *guiño* *cara riéndose*

Pepe: JAJAJAJAJA buen punto.

Yo: te tengo que dejar, gente entrando.

Pepe: está bien mi amor, también tendría que estar haciendo algo, pero me desconcentras viste…

Yo: tarado! Anda a trabajar

Pepe: te amo

Yo: también te amo *corazón*.

Deje mi celular a un lado suspirando mientras la sonrisa no se borraba de mis labios.

Al medio día fuimos con Sebastián a almorzar, con Zaira uniéndosenos (ante tantas suplicas nuestras).

Cuando me dejaron en el departamento, le dije a Sebastián que me dejara directo en la cama y dormí, por alguna razón estaba muy cansada.

Me desperté sintiendo una suave caricia en mi mejilla, y sonreí.

—Hola —murmuré.

—Hola preciosa.

Abrí mis ojos y me encontré con su sonrisa.

—Era en serio lo de la cama eh —dijo divertido y yo resoplé.

—Tonto! —dije riendo, y el rió también.

Se inclinó hacia delante y dejó un beso en mis labios.

—Te sentís bien? —dijo esta vez ya serio.

—Si mi amor, sólo estaba cansada.

Él asintió con la cabeza y se inclinó para besarme de nuevo.

Luego me levantó y comenzamos a prepararnos para la fisioterapia.

Una vez que llegamos comencé con los ejercicios con Pedro y el Doctor o una enfermera siempre cerca.

Agotada una vez que termino, me cambie con ayuda de Pedro y fuimos a la universidad donde nos encontramos con nuestros amigos entre clases.

Una vez que llegamos al departamento lo único que quería hacer era dormir, pero con el agotamiento y todo ayude a Pedro a preparar la cena y comimos mientras que nos contábamos cosas del trabajo o –de parte de Pedro- algunos chistes, una vez que toqué la cama me dormí completamente mientras sentía un beso en mi frente y un “te amo” susurrado.  

Y esa era la rutina más o menos entre semana, incluyendo a veces las desveladas mientras o a) teníamos que hacer trabajos de la universidad o b) teníamos que estudiar para la misma. Esos días eran los peores.

Los sábados nos levantábamos –muy a pesar nuestro- temprano para ir a la fisioterapia y luego cuando salíamos íbamos a comer a algún lugar de paso, cuando llegábamos al departamento de nuevo nos quedábamos en la cama prácticamente toda la tarde, y como venía sucediendo seguido de noche venían o Zaira y Hernán solos, o el grupo completo.

Los domingos eran exclusivos para la familia, y casi siempre íbamos a la casa de mis abuelos y pasábamos el medio día y la tarde entera ahí, cosa que nos hacía bien a ambos, porque los dos extrañábamos a nuestras familias, no es lo mismo pasar de vivir una vida con ellos a luego verlos sólo unos días a la semana, sólo cuando salís de tu casa realmente te das cuenta de eso.


Solo esperaba caminar pronto de nuevo, no odiaba mi vida, pero odiaba no poder moverme por mi misma, no poder disfrutar el hecho de que por fin estaba viviendo algo que desde chica quise, sabía que una vez que me levantara de la silla de ruedas lo haría, y esperaba que ese día llegara pronto.


** 

Comenten por favor, necesito saber si siguen leyendo la novela, si les gusta como va (y si no también) en fin, comenten por fa. Gracias :-)

@fatipauliter.

martes, 17 de marzo de 2015

-87.

Mayo y Junio pasaron realmente rápido para mí, supongo que porque había dejado de auto-compadecerme de mi misma y había comenzado a disfrutar un poco más. Porque como dicen: cuando uno está divirtiéndose el tiempo pasa rápido.  

Y cómo no divertirme siendo, primeramente, compañera de trabajo de Sebastián… Ese chico venía con cada historia.
Un día vino a mí viéndose totalmente horrorizado (tanto que casi hasta me preocupe, casi), apoyó sonoramente sus manos contra el mostrador (tan fuerte que me hizo casi estremecer), me miro serio y dijo:
—Javi me dijo que soy chueco.
Explote en risas, real, reí tanto que si hubiese dejado de reír un minuto más de lo que lo hice Sebas se habría enojado.
—Bienvenido a mi mundo —simplemente dije tratando de retomar la compostura.
Él frunció el ceño y luego abrió más los ojos, golpeando el mostrador de nuevo.
—¡Pero yo no soy chueco! —se quejó, cruzándose de brazos cual niño de 5 años que no quiere dejar de jugar para ir a bañarse. Me tragué otra risa de nuevo.
—Uh, Sebas, lamento decirte que sí —dije mordiéndome el labio, tanto para parecer inocente como para no reír.
—Ay sí, y la tierra es esférica.
Trate una vez más tragar mi risa ante la falla en su sarcasmo.
—De hecho s…
—Callate —dijo y tosí para esconder mi inevitable risa.
—Bien ahora contame, te molesta que te haya dicho que sos chueco o te molesta ser chueco?
Él se quedó pensando un segundo y luego suspiro.
—La verdad que ni siquiera tengo idea de lo que me molesta.
Negué con la cabeza sonriendo.
—Sos el rey del drama, alguien ya te lo dijo?
—Miles de veces.
Y esa era sólo una de las tantas anécdotas que ya tenía sobre Sebastián en tan poco tiempo, con su drama y todo creo que era el mejor amigo hombre que podía tener jamás.
Con Pedro todo iba bien, muy bien.
Antes, cuando aún no nos mudábamos juntos, solía pensar que él podría llegar a aburrirse de mí o viceversa, ya saben, por la convivencia y todo.
Ahora puedo decir ciertamente que esa teoría no era acertada, al menos no en nuestro caso. Nosotros disfrutábamos cada minuto solos que teníamos, los cuales por todas las actividades que teníamos tampoco eran tantos.
Nuestros momentos realmente a solas eran de noche, mientras volvíamos de la universidad, mientras preparábamos la cena o pedíamos delivery, mientras hablábamos de todo o nada una vez que estábamos acostados.
Como cuando una noche, mientras mi cabeza estaba en su pecho y sus brazos me rodeaban, dije:
—No pensas en lo mucho que cambió todo en un año?
Lo sentí asentir.
—Hace más de un año vos estabas insultándome por haberte derramado el fernet, miranos ahora —dijo y ambos reímos.
—Igual hay algo que no es diferente —dije.
—Qué? —preguntó él moviendo su cabeza para mirarme.
—En ese entonces también te amaba —dijo sonriendo levemente.
Él sonrío también.
—Al igual que yo.
—Fuimos dos tontos —dije y él asintió de acuerdo.
—Bueno, eso tampoco cambio tanto —dijo divertido y yo le pegué en el hombro mientras reíamos.
—Tarado.
—Hermosa.
—Tonto.
—Preciosa.
—Loco.
—Por vos.
—Te amo.
—Yo también.
***
Si bien dejamos de ir todos los sábados (por lo que implicaba estar al aire libre entre tantos árboles en ya casi pleno invierno) íbamos igual, sólo que nos turnábamos entre ir al jardín y quedarnos en el departamento todo el día.
Como un sábado en que hice llorar a Pedro, bueno, técnicamente fue la película, y sólo fueron unas cuantas lágrimas, pero en fin.
Era de tarde, unos cuantos minutos después de haber terminado de comer.
Habíamos vuelto a la cama, y yo tenía muchas ganas de ver una película en especial y se lo dije a Pedro.
Él negó con la cabeza.
—Ya va ser como la tercera vez que elegís la película.
—Por favor, amor? —dije y agregue un puchero, lo cual lo convenció completamente.
Suspiró y negó con la cabeza una vez más mientras yo mordía mi labio inferior para no sonreír victoriosa.
—Todo es culpa de tu hermosa cara —dijo y aunque trataba de estar serio, vi una sonrisa asomándose antes de que fuera a buscar la película.
Cuando volvió, me subió a la cama y me acomodó entre sus piernas, con mi espalda en su pecho y dio play a la película.
La cual era ni más ni menos que la adaptación del libro Un Paseo Para Recordar de Nicholas Sparks, creo que no hace falta decir que desde la mitad –más o menos- de la película yo comencé a llorar, mientras Pedro, quien se había dado cuenta de esto, me abrazaba aún más fuerte por la cintura y dejaba besos al costado de mi frente.
Para cuando estaba terminando pude sentir las lágrimas de Pedro sobre mi hombro (ya que había apoyado su cabeza ahí antes) y nos sostuvimos sin decir nada en lo que duró la canción del final.
Esa película (y más aún el libro) te enseñaban tantas cosas, lo principal? Vivir plenamente cada día, sin rencor ni remordimientos, porque un día, así sin más, la vida puede tomar un giro inesperado y no volver a ser la misma nunca más.
Nos quedamos un tiempo hablando sobre eso luego de ver la película, yo hasta inclusive contaba las partes en que o no eran igual a la película o faltaban ella, y Pedro me escuchaba atentamente, no sólo escuchaba sino que prestaba verdadera atención, y no había nada que me gustara más que eso, que realmente me prestara atención.
Hubo otros sábados iguales, como también hubo otros llenos de drama y acción (que debo admitir me gustaban también), los sábados eran como nuestro día de aislamiento del mundo, al menos por la mañana y tarde, ya que en ocasiones de noche vendrían Zaira y Hernán, o el reciente buen grupo (completo) que se había formado en el pasado abril.
Hubo esta noche, a finales de mayo más o menos, cuando en un juego poco maduro (idea de Sebastián, por supuesto) Gabriel y Cielo terminaron besándose, con el resto de nosotros aplaudiendo sin discreción alguna.
—Ya pueden contratarme previamente de casamentero chicos —dijo Sebas una vez que ambos dejaron de besarse y todos reímos.
—Nuestro plan salió a la perfección —dijo Zai chocando las manos con Sebas.
Hernán negó con la cabeza divertido y dijo:
—Por supuesto que tenía que ser cosa de ustedes dos.
Todos reímos nuevamente.  
Habíamos formado un grupo bastante bueno y divertido, no había una sola noche sin risas cuando estábamos todos juntos.
Los domingos por otro lado era puro día de familia, la mayoría de las veces ambas familias (la de Pedro y la mía) juntas, otras por separado (que no sucedía a menudo) ya que la pasábamos tan bien entre todos que queríamos tener los domingos juntos.
En fin, ya había superado la peor parte que trajo consigo el accidente.
Y había una cita de uno de mis libros favoritos que decía que Dios nos da lo feo para que no tomemos las cosas hermosas de la vida a la ligera, y creía en eso, y en estos últimos meses había logrado comprender la frase personalmente, tuve lo feo y definitivamente ahora estoy valorando lo hermoso. 

**


Disculpenme por la ausencia, tengo bloqueos peores ahora que está por terminar la nove, supongo.

Comenten si tienen ganas por favor - espero que las tengan ;) -

@fatipauliter.



miércoles, 4 de marzo de 2015

-86.

Para cuando abril estaba terminando yo ya estaba acostumbrada a mi temporalmente nueva vida, si bien habían momentos en que me entraban ganas de llorar, estaba volviendo a ser más como yo misma.

Sin duda fue de gran ayuda comenzar a trabajar, me hizo sentir un poco más independiente y se sentía bien. Además de que también estaba Sebastian, mi nuevo mejor amigo -y el de Zaira-.

Apenas conocí a Sebastian se lo conté a Zaira y al segundo día de trabajo yo ya le estaba contando a él sobre ella también, por lo que ambos pidieron conocer a ambos y terminamos merendando un sábado en mi casa, junto con Pedro y Hernan.

Desde ese día decidimos ser mejores amigos mientras Pedro y Hernan rodeaban los ojos.

En fisioterapia, al fin estaba sintiendo las mejoras, si bien no eran del todo como yo quería, algo eran.

El vivir juntos era de gran ayuda a la hora de hacer trabajos para la universidad. También tuvimos unas cuantas reuniones más con nuestros nuevos amigos.

Todo iba tan bien como podía, excepto una cosa: Pedro+Yo+Intimidad.

Imaginen esto: novio teniendo que ayudarte a desvestirte, novio teniendo que ayudarte a llevarte hasta el baño, novio teniendo que ayudarte a vestirte.

Y esa rutina todos los días sin que pase... Nada.

No era la experiencia más divertida.

Y en estos últimos días se estaba volviendo insoportable después de lo  que ocurrio un par de noches atrás...

*flashback*

Después de por fin lograr terminar el trabajo pendiente para la universidad que teníamos, decidimos pedir un delivery -sólo por hoy- dijimos, como hacía dos noches atrás también... En fin, terminamos de cenar y fuimos a la habitación.

Pedro me puso en la cama y lanzó mi pijama para que pudiese agarrarlo, me quite la blusa que llevaba puesta y me puse el pijama para luego quitarme el sujetador por debajo.

Cuando levante la mirada para decirle a Pedro que me ayudara con los pantalones lo encontre mirandome, sin camisa.

Podes ayudarme... —dije y luego señalé hacia abajo.

Lo vi tragar y luego asintió. Se acerco a mi lado y cuidadosamente -como siempre- me quito el  jean, agarro mi short -y aun sabiendo que este ya podia ponermelo-, lo hizo él.

Siempre hacia lo mismo, con mucho cuidado y si bien sabía que  él me quería, sabía tambien que trataba de no demostrarlo, pero hoy...

Coloque mis manos sobre su cuello mientras las suyas se encontraban sobre mi cadera, y sin dejarlo decir nada uni nuestros labios con fuerza.

Al principio no reaccionó, pero segundos después su boca se puso al día con la mía.

Sus manos comenzaron a vagar por mi cuerpo mientras él comenzaba a posicionarse encima mío, entonces jadeé al sentirlo y el hechizo se rompió.

Pedro inmediatamente se alejó.

—Pedro! —me quejé.

Ambos respirabamos pesadamente.

Él nego con la cabeza.

Todavía no, te puedo lastimar. —dijo él pasándose las manos por su cabello.

—No me va pasar nada —dije cruzándome de brazos.

—No lo sabes y no quiero lastimarte.
Yo bufé, porque estaba segura que estaba siendo exagerado.

Él sonrío ante el mohin que hice y se acerco de nuevo para meter un mechon de mi cabello detrás de mi oreja.

Sos hermosa, ya te dije?

Me mordí el labio tratando de esconder mi sonrisa y luego le pegue en el hombro.

—Lo tierno no te quita lo exagerado —dije no queriendo ceder.

—Y a vos lo gruñona no te quita lo hermosaretrucó guiñando.

—Te odio —mentí sacandole la lengua, muy madura.

Él rió, claro.

—Yo te amo —se inclinó y me dio un dulce besote amo mucho.

Se estaba parando de nuevo cuando lo agarre de ambos cachetes y lo bese otra vez.

—Yo también te amo, exagerado —dije, él sonrió y luego de dejar un beso en mi frente fue hacia el baño.

*fin flashback*

Después de volver del baño se había acostado y me había quedado dormida con sus brazos envolviéndome desde atrás.

Hoy el primer viernes de mayo nuestro departamento se hallaba repleto.

A Pedro se le había ocurrido invitar a nuestros nuevos amigos -y los de siempre- como para que se conocieran entre todos, sin ningún fin más que ese.

A mi me parecio una buena idea por lo que ahora se encontraban esparcidos por toda la sala: Zaira, Hernan, Sebas, su novio Javi, Will, Mia, Gabriel y Cielo.

Ya habíamos cenado y ahora nos encontrábamos hablando de todo y nada.

Desde que los presentamos entre todos se sentía la buena onda, y supe que se repetirían más noches como estas.

En un momento más tarde los chicos no pudieron aguantarse y se pusieron a jugar a la play, inclusive Sebas -que por lejos podía decir, era el más competitivo-.

Con las chicas aprovechamos para salir al balcón y poder hablar tranquilas.

Zaira siendo la persona que es inmediatamente se sintió e hizo sentir cómodas a Mia y Cielo, por lo que al poco tiempo ya estábamos hablando como si nos conociéramos desde siempre.

Cielo nos contó sobre las tantas idas y vueltas que tenía con Gabriel, cosa que ya había estado sospechando pero hasta entonces no dije nada.

Al parecer ninguno de los dos quería arriesgar su amistad -según Cielo-, Mia decía que ambos estaban siendo dos cagones -Zaira la apoyó en esto- yo sin embargo fui más comprensiva, pero entre todas tratamos de hallar la manera para que ellos por fin se animen.

A Mia, Zaira y a mí también nos tocó nuestro momento, contando distintas historias, todas llegamos a la conclusión de que ninguna tuvo un comienzo fácil.

Pasamos a hablar de todo un poco, confesando cosas que inclusive nuestras compañeras de toda la vida no sabían.

Es irónico como cuando mejor la estas pasando las horas corren más rápido, pero así era y aunque parecieron minutos, fueron horas después que nos despedimos de todos mientras volvían a sus respectivos hogares.

El sábado después de la charla con las chicas -y anteriormente con la enfermera- tenía sólo una cosa en mente: volver loco a Pedro.

Y luego convencerlo de que nada me lastimaría.

Cosa que no era tan fácil estando en una silla de ruedas, claro. Pero tenía ideas.

Cuando despertamos le pedí que me ayudara a ir al baño, él pensaba que era sólo para hacer mis necesidades sin embargo yo comencé a quitarme la parte de arriba del pijama, debajo tenía solo un sujetador deportivo, le pedí que me ayudara con el short y lo hizo mirándome fijamente a los ojos -como si me hubiera descubierto-,yo simplemente iguale su mirada.

Me colocó en la bañera una vez que el agua estuvo lista y apenas se aseguró de que me encontraba bien se apresuró a salir del baño, y yo sonreí sabiendo que vio como me quitaba el sujetador antes de cerrar la puerta -hasta entonces siempre esperaba a que se fuera para hacer eso- me había convertido definitivamente en una chica mala -Zaira va estallar en risas cuando sepa que realmente seguí su consejo-.

Una vez que estuve lista y me envolví con la toalla luego de vacíar la bañera, llamé a Pedro y me cargó casi sin esfuerzo hasta la habitación, donde me dejó un rato a solas como siempre para que pudiese ponerme ropa interior -había insistido en esto desde el principio-.

Lo llamé para ayudarme con el jean que supuestamente iba a ponerme -los pantalones largos si se me hacían complicados- y cuando entró estuve como 10 minutos debatiéndome -a propósito- sobre si el jean o la calza.

Él estuvo primero pacientemente esperando por cinco minutos, para el sexto cuando no podía apartar más la mirada de mi cuerpo comenzó a inquietarse y mentalmente me di una palmadita en el hombro, más luego decidí que ya era suficiente -por el momento- y me decidí por la calza animal print, una vez que me dejó en la silla de ruedas me dió un beso en la frente y fue a ducharse.

Como nos levantamos tarde fuimos a almorzar y luego nos dirigimos hacia nuestro lugar, ya estábamos cerca del invierno por lo que el tiempo cada vez se tornaba más fresco.

No nos quedamos mucho tiempo en el jardín precisamente por eso, el clima.

Y cuando llegamos al departamento de nuevo nos acostamos a ver una película, como la película trataba mucho sobre la música me dieron muchas ganas de cantar por lo que cuando ésta terminó le dije a Pedro que trajera su guitarra.

Primero cantamos juntos y luego yo le hice cantar una canción para mi -él no se quedó atrás pidiéndome lo mismo- se sentía bien cantar otra vez y me preguntaba porque no lo habíamos hecho más seguido, luego supuse que por la falta de tiempo.

Cuando cantábamos juntos sentía algo indescriptible, como si mi alma y la suya se unieran a través de nuestras cuerdas vocales, sensación que sólo sentía al cantar con él.

Para cuando decidimos parar ya se había hecho casi de noche y nos pusimos a hacer una pequeña cena.

Tiempo después mi última parte del plan estaba llevándose a cabo.

Luego de darme un rápido baño Pedro me dejó en la cama envuelta en mi toalla mientras él iba a darse una ducha, se suponía que tenía que comenzar a vestirme.

Cuando él salió sólo con sus pantalones de pijama secándose el cabello con la toalla yo me encontraba en el mismo lugar y de la misma forma en que me dejó.

Me observó detenidamente por un momento y luego levantó una ceja, igualé su gesto levantando la mía, desafiándolo.

Él dejó caer la cabeza hacia atrás y soltó un gemido.

―Me queres matar ―dijo y yo reí un poco y decidí retrucar.

―Te quiero amar ―dije y él me miró fijo negando con la cabeza.

―Definitivamente me queres matar ―dijo, seguía en el mismo lugar y yo lo necesitaba más cerca, como sabía que él a mí.

―Vení ―lo llamé y él negó con la cabeza, entonces dije las palabras mágicas:― por favor.

Sólo tardó cinco segundos en llegar a mi lado y dos segundos más para que su boca este sobre la mía.

Comenzó besándome con fuerza pero el beso se fue tornando dulce de igual manera no quería que pare ni quería parar, pero luego gimiendo él se alejó, dejando nuestras frentes unidas.

―De verdad, no quiero hacer nada que te lastime ―dijo él y yo sabía que de verdad se preocupaba por eso.
Le sonreí cuando abrió los ojos y acaricié su mejilla.

―Creeme cuando te digo que no lo vas a hacer, no lo digo porque sí, ya lo consulté ―dije mordiéndome un poco el labio.

Él frunció el seño.

―Cómo?

―Mientras estaba en fisioterapia le pregunte a una de las enfermeras ―dije encogiéndome de hombros como si no fuera gran cosa, pero recuerdo que en ese momento tenía cierta verguenza.

―Estas segura? ―era tan terco como yo podía ser.

Le di una mirada obvia.

―Claro que lo estoy, es enfermera, sabe sobre estas cosas.

Pude ver el debate en su cabeza a través de sus ojos y uní nuestros labios rápidamente para que deje de pensar.

Estaba tenso primero, pero entre besos lo sentí suspirar y relajarse por completo.

―Me vas a decir si te llega a doler algo? ―preguntó separándonos un rato.

―Te lo prometo ―respondí.

Él asintió y luego negó con la cabeza sonríendo.

―Te cuento que si tu plan era volverme loco, lo lograste completamente.

Yo no respondí, sin embargo mi enorme sonrisa me delató.

Él besó la comisura de mis labios.

―Te amo loquita preciosa ―dijo mientras acariciaba mi mejilla.

―Yo te amo a vos ―respondí y uní nuestros labios.

Poco a poco su mano fue quitando el nudo que sostenía mi toalla en su lugar, sus manos y las mías cobrando vida propia, recorriendo cada parte.

Nos besamos mientras mi toalla fue puesta a un lado, nos besamos mientras su pijama fue a algún lugar en el piso, nos besamos mientras eramos uno de nuevo y seguíamos besándonos aun después de eso.

**

Por favor, comenten.

@fatipauliter / @pypuntilend.