Carcajeas al escuchar la última frase “nos vemos hermosa” … primero: hermosa? Luego de tirarte
al piso en el límite de la brutalidad, gracias a no prestar atención a su
camino (probablemente producto del alcohol) ya que sumándole a esto traía con
el un baso lleno de fernet, que fue a parar directo en tu vestido (que muy
barato no te había costado)… segundo:
nos vemos? Si en el colegio, lastimosamente, pero acaso creía que vos
podrías prestarle la mas mínima atención? Si nunca lo hiciste… ¿Qué se cree? Te
preguntaste varias veces.
Mirando el amanecer a la par de que el auto se movía, a casi
al punto de quedarte dormida, pidiendo dentro tuyo a gritos ¡cama!.
Y ahí la tenías, luego de casi treinta minutos de viaje en
aquel auto el cual manejaba tu padre, después de aquella fiesta que había
comenzado de la mejor manera, hasta que
llego aquel engreído (así lo definías vos) creyendo que con su sonrisa de
ganador, su camisa desprendida, su jean ajustado y sus pony’s cancheras hacía
que las chicas caigan a sus pies… y si, regaladas no faltaban, con esa facha
(que debes admitirla) quien le diría que “no” a “Pedro Alfonso” mejor dicho
quien podría decirle que no a él, el chico “codiciado” del colegio, el capital
del equipo de fútbol, el “rompe corazones” todas morían por salir con el, pero
pocas tenían la “dicha”.
¡Estúpido!
Decías cada vez que lo recordabas, odiabas, odiabas que se
crea lo mejor del mundo, odiabas que se crea que nadie lo podía rechazar.
Pero….
Estaba equivocado (y demasiado según vos), si fue rechazado,
por vos, Paula, sin duda eras la única que le había dicho un “no” rotundo a
este “galán” cuando te invito a bailar (después de haberte derramado el fernet
encima, aclaremos) y también la única quien le había cortado el rostro antes de
que vuelva a emitir palabra alguna.
Pensando y pensando en aquel ¡estúpido! Te quedaste
profundamente dormida.
¡ring rong! Escuchabas el sonido de aquel maldito aparato
creado para destruir las mañanas de todos (así lo llamabas vos al despertador)
te levantaste sin mas preámbulos, no tenías ganas de luchar contra aquel
aparato, te dirigiste al baño, luego una vez lista bajaste a desayunar, algo
liviano, ya que eras deportista y no debías tener mucho peso, solo lo justo y
necesario, sanamente, esta mas que obvio.
Te despediste de tu mamá y saliste con tu papá como todas
las mañanas, te subiste en su auto, al mismo al cual te habías subido hace
días, dos para ser exactos.
¿El destino?... El colegio.
Cursabas el último año de colegio... tristeza, felicidad,
miedo, adrenalina, varias sensaciones se te venían a la cabeza y cuerpo cada
vez que pensabas o asimilabas que era el último año.
Te encontrabas bajándote del auto, luego de haberte
despedido de tu papá.
¡Amiga!
Escuchas un grito que provenía de aquel pasillo que llegaba
hasta la entrada/salida del colegio.
¡Cachorra!
Respondes alegre, y ambas al darse cuenta el papelón que
acabaron de pasar gritándose cual personas que no se veían en dos años
(sabiendo que solo eran dos días) comenzaron a reír, casi tentadas, así eran,
locas y felices.
-Todo bien Pochi? –pregunta sonriente la morocha, tu amiga-
-Genial, vos Zairucha? –respondes vos, rubia de ojos verdes-
-Igual, vos tenes que contarme algo –sonríe (picara) y vos
ya sabías a donde quería llegar-
-A ver, qué? –preguntas fingiendo desinterés –
-Que paso con Pedro? -¡lo sabías! tenía que ser ese el tema,
“Pedro”, sin dudas odiabas hablar de él-
-Nada –decis con pocas ganas, aunque sabías que tu amiga no
te la iba a hacer tan fácil-
-Si dale, conta –dice la morocha, así tan directa, como ella
sola-
-Por dios Zaira –te quejas resignada y seguís- el tarado ese
hizo que caiga al piso tirándome fernet por todo el vestido, solo eso –terminas
de responder fingiendo (nuevamente) el más mínimo interés (aunque a tu amiga
ano se lo podías ocultar por mucho tiempo).
-Segura? Solo eso? –inquiere insistente esta, sabía que no
solo fue eso, te conocía bastante para saber que ibas a actuar ante este acto
de brutalidad excesiva-
-Que ploma sos –refunfuñas y esta ríe- como siempre el
engreído ese, con sus sonrisa de ganador me invitó a bailar, creyó, iluso
pobre, que lo iba a aceptar, yo respondí con un “no bailo con idiotas” -(si
había alguien frontal, eras vos, y solo creo que eso era lo que más los atraía
a los chicos de vos) sonreíste victoriosa y seguiste con el relato- me dijo
“nos vemos linda” yo reí irónicamente susurre un “tarado” –hiciste una pausa y
seguiste- listo, eso, contenta? –Preguntaste a tu amiga, con ese tono irónico
que a veces tenías-
-Conforme si, contenta no –inquiere la morocha, mientras vos
fruncís el seño, entonces la morocha se percata de que debe retomar la palabra-
vos viste lo que es ese chico Paula? –pregunta esta mientras vos bufas, lo que
mas odiabas es que juzguen (por llamarlo así) tus actos, si vos lo hacías o
decías era por algo y punto (para vos).
-Si vi, un completo engreído, superficial, al que solo le
importa la pelota y ser el mejor de su equipo de fútbol, y el más deseado
también –hace una pausa, atajándose para no seguir- eso es –decís con seguridad
(pero, vos te lo crees?) era la gran pregunta-
-Si y sumale que se parte solo en mil pedazos –era de
esperarse que tu amiga termine diciendo eso, siempre lo hacía, siempre te lo
“echaba en cara”-
-Para que negarlo, no? .preguntas a la morocha y esta
asiente, entonces seguís- pero eso es lo
que menos importa si sos una mierda por dentro –segura como vos sola
terminas de decir, y esto ya no te estaba gustando nada, era in necesario
hablar de él-
-Eso no decías cuando estabas enamorada de él –y si, dijo lo
que no tenía que decir, una vez más e lo recordó-
-Vos misma dijiste, estaba –dijiste recalcado el “estaba”
tratando de dar seguridad (aunque vos, muy en el fondo sabías que aún te
gustaba un poco, pero todo eso no superaba tu odio y bronca contra él, eso era
mas fuerte que cualquier cosa (o eso creías).- ya es pasado.
-Y decime –se viene LA pregunta (penaste y seguiste
escuchando)- segura que es pasado? –y si, era esa la pregunta, justo cuando
atinaste a responder a lo lejos se escucha el timbre que indica que debía
entrar a clase, fue el típico “salvada por la campana” sonreíste triunfante y
te propusiste a caminar hasta tu curso, sin responder a aquella pregunta que te
había hecho tu amiga, la cual siéndote sincera no sabías la respuesta, la
morocha te sigue y ambas entran a clase.
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