miércoles, 4 de marzo de 2015

-86.

Para cuando abril estaba terminando yo ya estaba acostumbrada a mi temporalmente nueva vida, si bien habían momentos en que me entraban ganas de llorar, estaba volviendo a ser más como yo misma.

Sin duda fue de gran ayuda comenzar a trabajar, me hizo sentir un poco más independiente y se sentía bien. Además de que también estaba Sebastian, mi nuevo mejor amigo -y el de Zaira-.

Apenas conocí a Sebastian se lo conté a Zaira y al segundo día de trabajo yo ya le estaba contando a él sobre ella también, por lo que ambos pidieron conocer a ambos y terminamos merendando un sábado en mi casa, junto con Pedro y Hernan.

Desde ese día decidimos ser mejores amigos mientras Pedro y Hernan rodeaban los ojos.

En fisioterapia, al fin estaba sintiendo las mejoras, si bien no eran del todo como yo quería, algo eran.

El vivir juntos era de gran ayuda a la hora de hacer trabajos para la universidad. También tuvimos unas cuantas reuniones más con nuestros nuevos amigos.

Todo iba tan bien como podía, excepto una cosa: Pedro+Yo+Intimidad.

Imaginen esto: novio teniendo que ayudarte a desvestirte, novio teniendo que ayudarte a llevarte hasta el baño, novio teniendo que ayudarte a vestirte.

Y esa rutina todos los días sin que pase... Nada.

No era la experiencia más divertida.

Y en estos últimos días se estaba volviendo insoportable después de lo  que ocurrio un par de noches atrás...

*flashback*

Después de por fin lograr terminar el trabajo pendiente para la universidad que teníamos, decidimos pedir un delivery -sólo por hoy- dijimos, como hacía dos noches atrás también... En fin, terminamos de cenar y fuimos a la habitación.

Pedro me puso en la cama y lanzó mi pijama para que pudiese agarrarlo, me quite la blusa que llevaba puesta y me puse el pijama para luego quitarme el sujetador por debajo.

Cuando levante la mirada para decirle a Pedro que me ayudara con los pantalones lo encontre mirandome, sin camisa.

Podes ayudarme... —dije y luego señalé hacia abajo.

Lo vi tragar y luego asintió. Se acerco a mi lado y cuidadosamente -como siempre- me quito el  jean, agarro mi short -y aun sabiendo que este ya podia ponermelo-, lo hizo él.

Siempre hacia lo mismo, con mucho cuidado y si bien sabía que  él me quería, sabía tambien que trataba de no demostrarlo, pero hoy...

Coloque mis manos sobre su cuello mientras las suyas se encontraban sobre mi cadera, y sin dejarlo decir nada uni nuestros labios con fuerza.

Al principio no reaccionó, pero segundos después su boca se puso al día con la mía.

Sus manos comenzaron a vagar por mi cuerpo mientras él comenzaba a posicionarse encima mío, entonces jadeé al sentirlo y el hechizo se rompió.

Pedro inmediatamente se alejó.

—Pedro! —me quejé.

Ambos respirabamos pesadamente.

Él nego con la cabeza.

Todavía no, te puedo lastimar. —dijo él pasándose las manos por su cabello.

—No me va pasar nada —dije cruzándome de brazos.

—No lo sabes y no quiero lastimarte.
Yo bufé, porque estaba segura que estaba siendo exagerado.

Él sonrío ante el mohin que hice y se acerco de nuevo para meter un mechon de mi cabello detrás de mi oreja.

Sos hermosa, ya te dije?

Me mordí el labio tratando de esconder mi sonrisa y luego le pegue en el hombro.

—Lo tierno no te quita lo exagerado —dije no queriendo ceder.

—Y a vos lo gruñona no te quita lo hermosaretrucó guiñando.

—Te odio —mentí sacandole la lengua, muy madura.

Él rió, claro.

—Yo te amo —se inclinó y me dio un dulce besote amo mucho.

Se estaba parando de nuevo cuando lo agarre de ambos cachetes y lo bese otra vez.

—Yo también te amo, exagerado —dije, él sonrió y luego de dejar un beso en mi frente fue hacia el baño.

*fin flashback*

Después de volver del baño se había acostado y me había quedado dormida con sus brazos envolviéndome desde atrás.

Hoy el primer viernes de mayo nuestro departamento se hallaba repleto.

A Pedro se le había ocurrido invitar a nuestros nuevos amigos -y los de siempre- como para que se conocieran entre todos, sin ningún fin más que ese.

A mi me parecio una buena idea por lo que ahora se encontraban esparcidos por toda la sala: Zaira, Hernan, Sebas, su novio Javi, Will, Mia, Gabriel y Cielo.

Ya habíamos cenado y ahora nos encontrábamos hablando de todo y nada.

Desde que los presentamos entre todos se sentía la buena onda, y supe que se repetirían más noches como estas.

En un momento más tarde los chicos no pudieron aguantarse y se pusieron a jugar a la play, inclusive Sebas -que por lejos podía decir, era el más competitivo-.

Con las chicas aprovechamos para salir al balcón y poder hablar tranquilas.

Zaira siendo la persona que es inmediatamente se sintió e hizo sentir cómodas a Mia y Cielo, por lo que al poco tiempo ya estábamos hablando como si nos conociéramos desde siempre.

Cielo nos contó sobre las tantas idas y vueltas que tenía con Gabriel, cosa que ya había estado sospechando pero hasta entonces no dije nada.

Al parecer ninguno de los dos quería arriesgar su amistad -según Cielo-, Mia decía que ambos estaban siendo dos cagones -Zaira la apoyó en esto- yo sin embargo fui más comprensiva, pero entre todas tratamos de hallar la manera para que ellos por fin se animen.

A Mia, Zaira y a mí también nos tocó nuestro momento, contando distintas historias, todas llegamos a la conclusión de que ninguna tuvo un comienzo fácil.

Pasamos a hablar de todo un poco, confesando cosas que inclusive nuestras compañeras de toda la vida no sabían.

Es irónico como cuando mejor la estas pasando las horas corren más rápido, pero así era y aunque parecieron minutos, fueron horas después que nos despedimos de todos mientras volvían a sus respectivos hogares.

El sábado después de la charla con las chicas -y anteriormente con la enfermera- tenía sólo una cosa en mente: volver loco a Pedro.

Y luego convencerlo de que nada me lastimaría.

Cosa que no era tan fácil estando en una silla de ruedas, claro. Pero tenía ideas.

Cuando despertamos le pedí que me ayudara a ir al baño, él pensaba que era sólo para hacer mis necesidades sin embargo yo comencé a quitarme la parte de arriba del pijama, debajo tenía solo un sujetador deportivo, le pedí que me ayudara con el short y lo hizo mirándome fijamente a los ojos -como si me hubiera descubierto-,yo simplemente iguale su mirada.

Me colocó en la bañera una vez que el agua estuvo lista y apenas se aseguró de que me encontraba bien se apresuró a salir del baño, y yo sonreí sabiendo que vio como me quitaba el sujetador antes de cerrar la puerta -hasta entonces siempre esperaba a que se fuera para hacer eso- me había convertido definitivamente en una chica mala -Zaira va estallar en risas cuando sepa que realmente seguí su consejo-.

Una vez que estuve lista y me envolví con la toalla luego de vacíar la bañera, llamé a Pedro y me cargó casi sin esfuerzo hasta la habitación, donde me dejó un rato a solas como siempre para que pudiese ponerme ropa interior -había insistido en esto desde el principio-.

Lo llamé para ayudarme con el jean que supuestamente iba a ponerme -los pantalones largos si se me hacían complicados- y cuando entró estuve como 10 minutos debatiéndome -a propósito- sobre si el jean o la calza.

Él estuvo primero pacientemente esperando por cinco minutos, para el sexto cuando no podía apartar más la mirada de mi cuerpo comenzó a inquietarse y mentalmente me di una palmadita en el hombro, más luego decidí que ya era suficiente -por el momento- y me decidí por la calza animal print, una vez que me dejó en la silla de ruedas me dió un beso en la frente y fue a ducharse.

Como nos levantamos tarde fuimos a almorzar y luego nos dirigimos hacia nuestro lugar, ya estábamos cerca del invierno por lo que el tiempo cada vez se tornaba más fresco.

No nos quedamos mucho tiempo en el jardín precisamente por eso, el clima.

Y cuando llegamos al departamento de nuevo nos acostamos a ver una película, como la película trataba mucho sobre la música me dieron muchas ganas de cantar por lo que cuando ésta terminó le dije a Pedro que trajera su guitarra.

Primero cantamos juntos y luego yo le hice cantar una canción para mi -él no se quedó atrás pidiéndome lo mismo- se sentía bien cantar otra vez y me preguntaba porque no lo habíamos hecho más seguido, luego supuse que por la falta de tiempo.

Cuando cantábamos juntos sentía algo indescriptible, como si mi alma y la suya se unieran a través de nuestras cuerdas vocales, sensación que sólo sentía al cantar con él.

Para cuando decidimos parar ya se había hecho casi de noche y nos pusimos a hacer una pequeña cena.

Tiempo después mi última parte del plan estaba llevándose a cabo.

Luego de darme un rápido baño Pedro me dejó en la cama envuelta en mi toalla mientras él iba a darse una ducha, se suponía que tenía que comenzar a vestirme.

Cuando él salió sólo con sus pantalones de pijama secándose el cabello con la toalla yo me encontraba en el mismo lugar y de la misma forma en que me dejó.

Me observó detenidamente por un momento y luego levantó una ceja, igualé su gesto levantando la mía, desafiándolo.

Él dejó caer la cabeza hacia atrás y soltó un gemido.

―Me queres matar ―dijo y yo reí un poco y decidí retrucar.

―Te quiero amar ―dije y él me miró fijo negando con la cabeza.

―Definitivamente me queres matar ―dijo, seguía en el mismo lugar y yo lo necesitaba más cerca, como sabía que él a mí.

―Vení ―lo llamé y él negó con la cabeza, entonces dije las palabras mágicas:― por favor.

Sólo tardó cinco segundos en llegar a mi lado y dos segundos más para que su boca este sobre la mía.

Comenzó besándome con fuerza pero el beso se fue tornando dulce de igual manera no quería que pare ni quería parar, pero luego gimiendo él se alejó, dejando nuestras frentes unidas.

―De verdad, no quiero hacer nada que te lastime ―dijo él y yo sabía que de verdad se preocupaba por eso.
Le sonreí cuando abrió los ojos y acaricié su mejilla.

―Creeme cuando te digo que no lo vas a hacer, no lo digo porque sí, ya lo consulté ―dije mordiéndome un poco el labio.

Él frunció el seño.

―Cómo?

―Mientras estaba en fisioterapia le pregunte a una de las enfermeras ―dije encogiéndome de hombros como si no fuera gran cosa, pero recuerdo que en ese momento tenía cierta verguenza.

―Estas segura? ―era tan terco como yo podía ser.

Le di una mirada obvia.

―Claro que lo estoy, es enfermera, sabe sobre estas cosas.

Pude ver el debate en su cabeza a través de sus ojos y uní nuestros labios rápidamente para que deje de pensar.

Estaba tenso primero, pero entre besos lo sentí suspirar y relajarse por completo.

―Me vas a decir si te llega a doler algo? ―preguntó separándonos un rato.

―Te lo prometo ―respondí.

Él asintió y luego negó con la cabeza sonríendo.

―Te cuento que si tu plan era volverme loco, lo lograste completamente.

Yo no respondí, sin embargo mi enorme sonrisa me delató.

Él besó la comisura de mis labios.

―Te amo loquita preciosa ―dijo mientras acariciaba mi mejilla.

―Yo te amo a vos ―respondí y uní nuestros labios.

Poco a poco su mano fue quitando el nudo que sostenía mi toalla en su lugar, sus manos y las mías cobrando vida propia, recorriendo cada parte.

Nos besamos mientras mi toalla fue puesta a un lado, nos besamos mientras su pijama fue a algún lugar en el piso, nos besamos mientras eramos uno de nuevo y seguíamos besándonos aun después de eso.

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@fatipauliter / @pypuntilend.

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