Mayo y Junio pasaron realmente rápido para mí, supongo que porque había
dejado de auto-compadecerme de mi misma y había comenzado a disfrutar un poco
más. Porque como dicen: cuando uno está divirtiéndose el tiempo pasa rápido.
Y cómo no divertirme siendo, primeramente, compañera de trabajo de Sebastián…
Ese chico venía con cada historia.
Un día vino a mí viéndose totalmente horrorizado
(tanto que casi hasta me preocupe, casi),
apoyó sonoramente sus manos contra el mostrador (tan fuerte que me hizo casi estremecer), me miro serio y dijo:
—Javi me dijo que soy chueco.
Explote en risas, real, reí tanto que si hubiese
dejado de reír un minuto más de lo que lo hice Sebas se habría enojado.
—Bienvenido a mi mundo —simplemente dije tratando de
retomar la compostura.
Él frunció el ceño y luego abrió más los ojos,
golpeando el mostrador de nuevo.
—¡Pero yo no soy chueco! —se quejó, cruzándose de
brazos cual niño de 5 años que no quiere dejar de jugar para ir a bañarse. Me
tragué otra risa de nuevo.
—Uh, Sebas, lamento decirte que sí —dije mordiéndome el
labio, tanto para parecer inocente como para no reír.
—Ay sí, y la tierra es esférica.
Trate una vez más tragar mi risa ante la falla en su
sarcasmo.
—De hecho s…
—Callate —dijo y tosí para esconder mi inevitable
risa.
—Bien ahora contame, te molesta que te haya dicho que
sos chueco o te molesta ser chueco?
Él se quedó pensando un segundo y luego suspiro.
—La verdad que ni siquiera tengo idea de lo que me
molesta.
Negué con la cabeza sonriendo.
—Sos el rey del drama, alguien ya te lo dijo?
—Miles de veces.
Y esa era sólo una de las tantas anécdotas que ya
tenía sobre Sebastián en tan poco tiempo, con su drama y todo creo que era el
mejor amigo hombre que podía tener jamás.
Con Pedro todo iba bien, muy bien.
Antes, cuando aún no nos mudábamos juntos, solía
pensar que él podría llegar a aburrirse de mí o viceversa, ya saben, por la
convivencia y todo.
Ahora puedo decir ciertamente que esa teoría no era acertada,
al menos no en nuestro caso. Nosotros disfrutábamos cada minuto solos que
teníamos, los cuales por todas las actividades que teníamos tampoco eran
tantos.
Nuestros momentos realmente a solas eran de noche,
mientras volvíamos de la universidad, mientras preparábamos la cena o pedíamos
delivery, mientras hablábamos de todo o nada una vez que estábamos acostados.
Como cuando una noche, mientras mi cabeza estaba en su
pecho y sus brazos me rodeaban, dije:
—No pensas en lo mucho que cambió todo en un año?
Lo sentí asentir.
—Hace más de un año vos estabas insultándome por
haberte derramado el fernet, miranos ahora —dijo y ambos reímos.
—Igual hay algo que no es diferente —dije.
—Qué? —preguntó él moviendo su cabeza para mirarme.
—En ese entonces también te amaba —dijo sonriendo
levemente.
Él sonrío también.
—Al igual que yo.
—Fuimos dos tontos —dije y él asintió de acuerdo.
—Bueno, eso tampoco cambio tanto —dijo divertido y yo
le pegué en el hombro mientras reíamos.
—Tarado.
—Hermosa.
—Tonto.
—Preciosa.
—Loco.
—Por vos.
—Te amo.
—Yo también.
***
Si bien dejamos de ir todos los sábados (por lo que
implicaba estar al aire libre entre tantos árboles en ya casi pleno invierno) íbamos
igual, sólo que nos turnábamos entre ir al jardín y quedarnos en el
departamento todo el día.
Como un sábado en que hice llorar a Pedro, bueno,
técnicamente fue la película, y sólo fueron unas cuantas lágrimas, pero en fin.
Era de tarde, unos cuantos minutos después de haber
terminado de comer.
Habíamos vuelto a la cama, y yo tenía muchas ganas de
ver una película en especial y se lo dije a Pedro.
Él negó con la cabeza.
—Ya va ser como la tercera vez que elegís la película.
—Por favor, amor? —dije y agregue un puchero, lo cual
lo convenció completamente.
Suspiró y negó con la cabeza una vez más mientras yo
mordía mi labio inferior para no sonreír victoriosa.
—Todo es culpa de tu hermosa cara —dijo y aunque
trataba de estar serio, vi una sonrisa asomándose antes de que fuera a buscar
la película.
Cuando volvió, me subió a la cama y me acomodó entre
sus piernas, con mi espalda en su pecho y dio play a la película.
La cual era ni más ni menos que la adaptación del
libro Un Paseo Para Recordar de Nicholas Sparks, creo que no hace falta decir
que desde la mitad –más o menos- de la película yo comencé a llorar, mientras
Pedro, quien se había dado cuenta de esto, me abrazaba aún más fuerte por la
cintura y dejaba besos al costado de mi frente.
Para cuando estaba terminando pude sentir las lágrimas
de Pedro sobre mi hombro (ya que había apoyado su cabeza ahí antes) y nos
sostuvimos sin decir nada en lo que duró la canción del final.
Esa película (y más aún el libro) te enseñaban tantas
cosas, lo principal? Vivir plenamente cada día, sin rencor ni remordimientos,
porque un día, así sin más, la vida puede tomar un giro inesperado y no volver
a ser la misma nunca más.
Nos quedamos un tiempo hablando sobre eso luego de ver
la película, yo hasta inclusive contaba las partes en que o no eran igual a la película
o faltaban ella, y Pedro me escuchaba atentamente, no sólo escuchaba sino que
prestaba verdadera atención, y no había nada que me gustara más que eso, que
realmente me prestara atención.
Hubo otros sábados iguales, como también hubo otros
llenos de drama y acción (que debo admitir me gustaban también), los sábados eran
como nuestro día de aislamiento del mundo, al menos por la mañana y tarde, ya
que en ocasiones de noche vendrían Zaira y Hernán, o el reciente buen grupo (completo)
que se había formado en el pasado abril.
Hubo esta noche, a finales de mayo más o menos, cuando
en un juego poco maduro (idea de Sebastián, por supuesto) Gabriel y Cielo
terminaron besándose, con el resto de nosotros aplaudiendo sin discreción alguna.
—Ya pueden contratarme previamente de casamentero
chicos —dijo Sebas una vez que ambos dejaron de besarse y todos reímos.
—Nuestro plan salió a la perfección —dijo Zai chocando
las manos con Sebas.
Hernán negó con la cabeza divertido y dijo:
—Por supuesto que tenía que ser cosa de ustedes dos.
Todos reímos nuevamente.
Habíamos formado un grupo bastante bueno y divertido,
no había una sola noche sin risas cuando estábamos todos juntos.
Los domingos por otro lado era puro día de familia, la
mayoría de las veces ambas familias (la de Pedro y la mía) juntas, otras por
separado (que no sucedía a menudo) ya que la pasábamos tan bien entre todos que
queríamos tener los domingos juntos.
En fin, ya había superado la peor parte que trajo
consigo el accidente.
Y había una cita de uno de mis libros favoritos que
decía que Dios nos da lo feo para que no
tomemos las cosas hermosas de la vida a la ligera, y creía en eso, y en estos últimos meses
había logrado comprender la frase personalmente, tuve lo feo y definitivamente ahora estoy valorando lo hermoso.
**
Disculpenme por la ausencia, tengo bloqueos peores ahora que está por terminar la nove, supongo.
Comenten si tienen ganas por favor - espero que las tengan ;) -
@fatipauliter.
**
Disculpenme por la ausencia, tengo bloqueos peores ahora que está por terminar la nove, supongo.
Comenten si tienen ganas por favor - espero que las tengan ;) -
@fatipauliter.
Ay si, a mi me encanta la nove...me gusta como escribis y quiero que la termines. Cuando lei juntos a la par, me quedé con las re ganas de la segunda temporada asi que espero estas la termines, no importa cuanto dures!
ResponderEliminar