lunes, 30 de marzo de 2015

-88.

Julio y las cosas ya no estaban tan bien, resultaba ser que ya no era solo yo la que veía que las mejoras se estaban llevando a cabo muy lentas.

Por lo que el Doctor recomendó lo que él denominaba terapia intensiva, que incluía sábados en el programa también.

Como yo quería terminar con esto cuanto antes acepté –aunque muchas opciones no tenía- y habíamos comenzado hace un par de semanas.

Si bien el horario era el mismo entre semana, el agotamiento con el que salía de ese lugar era peor, lo único que quería hacer era ir a mi casa y dormir hasta el día siguiente. Pero no, teníamos la universidad.

Para el quinto día ya me estaba sintiendo parecida al primer mes, pero no dije nada, por supuesto. Ya era bastante molestia para todos sin quejarme.

De todas formas no todo era tan malo como el primer mes, ya que tenía más personas tratando de animarme –secretamente aunque yo lo notaba igual- y porque estaba ésta cosa en mí también, que ya entendía que iba a mejorar, que sólo tenía que aguantar un poco más.

En la tercera semana, cuando el Doctor implemento otro nuevo ejercicio realmente agotador en la fisioterapia, casi sacó mi Hulk de adentro, lo juro.

Si no hubiese sido por Pedro –quien estaba atrás mío susurrándome cosas para tranquilizarme- hubiera comenzado a gritar y no sé qué barbaridades más.

Es realmente frustrante cuando te piden que hagas algo que a) te cuesta mucho hacer, o peor b) no te sale.

El Doctor y la enfermera –por suerte- me tuvieron paciencia, se acostumbraron a mí supongo.

También Pedro, todos mis amigos y mi familia.

Ya que yo sabía que si bien no expresaba mis malestares en palabras, estaba más irritante. Y ellos ni siquiera parpadearon, estaban ahí, como siempre.

Tenía esta sensación parecida al miedo de vez en cuando al pensar en cuanto podría cansar a Pedro –quién era el que más estaba ahí- toda esta cosa de trabajar, tener que acompañarme con la fisioterapia y sumarle a eso la universidad. El miedo era más bien de agotarlo y que nuestra relación se llegue a convertir sólo en eso, en esa rutina.

Miedos que Pedro –sin saberlo- calmaba con simples gestos o mensajes.

Como el que me llego recién en el trabajo.

“Mensaje de Pepe”

Abrí el mensaje y una tonta sonrisa se formó en mis labios.

Pepe: te extraño *cara triste*

Si bien tenía todo tipo de emoticones nunca los usaba, y yo tampoco.
(Y vale aclarar que no hacían ni tres horas que dejamos el departamento).

Yo: yo extraño nuestra cama *cara triste*

Envíe riéndome en silencio, sabiendo que no respondí como él hubiese querido.

Pepe: vos extrañas lo que hicimos en nuestra cama *cara pervertida*

Resoplé riéndome mientras me sonrojaba.

Yo: Pedro!

Pepe: te hice sonrojar?

Yo: qué pensas?

Pepe: pienso en la cama…

Yo: Pedro!

Pepe: JAJAJAJAJAJAJAJAJA
Yo: calmate

Ambos sabíamos que no hablaba en serio, de hecho estaba riéndome también, amaba su humor, siempre. Rápidamente recibí su respuesta.

Pepe: sigo pensando en…

Yo: callate!

Pepe: callame vos *guiño*

Reí de nuevo y escuché una tos, levanté la mirada y me encontré con Sebastián enarcando una ceja.

—Mensajes sucios? —preguntó moviendo la ceja de arriba abajo, me sonrojé aún más mientras tosía.

—No! —no estaba mintiendo, bueno técnicamente no.

—Y el sonrojo a que se debe entonces?

—Hace frío —dije encogiéndome de hombros pero con una sonrisa.

Él sonrío también negando con la cabeza.

—Sigue en pie el almuerzo? —preguntó rindiéndose finalmente con el otro tema.

—Claro!

Habíamos quedado en que íbamos a comer y luego antes de volver al trabajo el me dejaría en el departamento. Ya que Pedro tenía un almuerzo en el trabajo.

—Bueno, voy a volver a mi lugar antes de que Serrati nos moleste de nuevo —dijo guiñando un ojo.

Negué con la cabeza sonriendo un poco, la verdad era que nosotros molestamos –más o menos- a Serrati, pero Sebastián siempre diría lo contrario.

Miré el último mensaje que me había mandado Pedro, seguido del que no le respondí.

Pepe: no me pensas ignorar no?...

Yo: no tonto, Sebastián vino a molestar.

Pepe: decile que se calme porque sos lo mía.

Yo: esa sería mi línea *guiño* *cara riéndose*

Pepe: JAJAJAJAJA buen punto.

Yo: te tengo que dejar, gente entrando.

Pepe: está bien mi amor, también tendría que estar haciendo algo, pero me desconcentras viste…

Yo: tarado! Anda a trabajar

Pepe: te amo

Yo: también te amo *corazón*.

Deje mi celular a un lado suspirando mientras la sonrisa no se borraba de mis labios.

Al medio día fuimos con Sebastián a almorzar, con Zaira uniéndosenos (ante tantas suplicas nuestras).

Cuando me dejaron en el departamento, le dije a Sebastián que me dejara directo en la cama y dormí, por alguna razón estaba muy cansada.

Me desperté sintiendo una suave caricia en mi mejilla, y sonreí.

—Hola —murmuré.

—Hola preciosa.

Abrí mis ojos y me encontré con su sonrisa.

—Era en serio lo de la cama eh —dijo divertido y yo resoplé.

—Tonto! —dije riendo, y el rió también.

Se inclinó hacia delante y dejó un beso en mis labios.

—Te sentís bien? —dijo esta vez ya serio.

—Si mi amor, sólo estaba cansada.

Él asintió con la cabeza y se inclinó para besarme de nuevo.

Luego me levantó y comenzamos a prepararnos para la fisioterapia.

Una vez que llegamos comencé con los ejercicios con Pedro y el Doctor o una enfermera siempre cerca.

Agotada una vez que termino, me cambie con ayuda de Pedro y fuimos a la universidad donde nos encontramos con nuestros amigos entre clases.

Una vez que llegamos al departamento lo único que quería hacer era dormir, pero con el agotamiento y todo ayude a Pedro a preparar la cena y comimos mientras que nos contábamos cosas del trabajo o –de parte de Pedro- algunos chistes, una vez que toqué la cama me dormí completamente mientras sentía un beso en mi frente y un “te amo” susurrado.  

Y esa era la rutina más o menos entre semana, incluyendo a veces las desveladas mientras o a) teníamos que hacer trabajos de la universidad o b) teníamos que estudiar para la misma. Esos días eran los peores.

Los sábados nos levantábamos –muy a pesar nuestro- temprano para ir a la fisioterapia y luego cuando salíamos íbamos a comer a algún lugar de paso, cuando llegábamos al departamento de nuevo nos quedábamos en la cama prácticamente toda la tarde, y como venía sucediendo seguido de noche venían o Zaira y Hernán solos, o el grupo completo.

Los domingos eran exclusivos para la familia, y casi siempre íbamos a la casa de mis abuelos y pasábamos el medio día y la tarde entera ahí, cosa que nos hacía bien a ambos, porque los dos extrañábamos a nuestras familias, no es lo mismo pasar de vivir una vida con ellos a luego verlos sólo unos días a la semana, sólo cuando salís de tu casa realmente te das cuenta de eso.


Solo esperaba caminar pronto de nuevo, no odiaba mi vida, pero odiaba no poder moverme por mi misma, no poder disfrutar el hecho de que por fin estaba viviendo algo que desde chica quise, sabía que una vez que me levantara de la silla de ruedas lo haría, y esperaba que ese día llegara pronto.


** 

Comenten por favor, necesito saber si siguen leyendo la novela, si les gusta como va (y si no también) en fin, comenten por fa. Gracias :-)

@fatipauliter.

1 comentario: