Era lunes, primer día del mes de Julio e inició de clases después de las
vacaciones, mientras estábamos por llegar al colegio me decía a mí misma que actuara
normal, que ya había pasado tres semanas, que no sabía si él siquiera me dirigiría
la palabra, que tal vez decidió que no quería hablarme más, o peor.
Tomé varias respiraciones profundas antes de despedirme de mi papá y bajar
del auto, inmediatamente vi a mi amiga, cuando me vio comenzó a caminar hacia
mí y nos abrazamos.
—Te extrañe Pochi. —dijo ella mientras nos abrazábamos.
—Yo también cachorra. —dije y nos separamos—. ¿Cómo estás?
—Bien ¿y vos? —dijo y su pregunta venía con mucho más peso que la mía.
—Estoy mejor. —respondí, ella me dio
la mirada, yo asentí y le aseguré—: De verdad, estoy mejor, estar con mis
abuelos me hizo bien.
—Me alegro Pochi, ¿cómo estas con el tema de que inevitablemente lo vas a
ver? —quiso saber más.
—Bien, ya lo perdone y quiero que todo esté bien, no como antes de que fuéramos
algo, porque las dos sabemos que eso era peor. —no pudimos evitar reírnos—.
Pero si quiero que podamos hablar y estar en un mismo lugar porque es mi
compañero a pesar de todo y falta un poco para que el colegio termine. —dije, y
ni yo me creía, sabía que más que nada quería estar cerca porque lo extrañaba.
—Lo estas tomando mejor de lo que pensé, ¿segura que no me mentís? —mi
amiga, siempre sobreprotectora.
—Segurísima. —afirmé.
—Bueno, porque ahora mismo se acerca con Hernán. —dijo señalando levemente
con su cabeza detrás de mí.
Me empezaron a sudar las manos, pero tomé una larga respiración y logré
calmarme un poco antes de girarme.
Ahí estaba él, mirándome, en sus ojos se veían las dudas, mismas dudas que
tenía yo en mi cabeza, ¿lo saludo? ¿Cómo lo saludo? ¿Los compañeros no se dan
besos en la boca como si su vida dependiera de ello, no?
Decidí ir por lo simple:
—Hola. —dije, y para que ambos (ya que Hernán me miraba medio dudoso
también) notaran que no estaba ahí con ganas de matar a nadie, sonreí.
—Hola Pau. —dijo Hernán y rápidamente prosiguió a saludar a su novia.
—Hola Po… —se aclaró la garganta—. Hola Pau. —se corrigió, estuvo a punto
de decir el apodo que me había puesto, quise decirle que no se corrija. No lo
hice.
Sin embargo nos quedamos mirándonos sin decir nada por lo que parecieron
años, su mirada transmitía tantas cosas: cansancio, dolor, duda, esperanza. Y
esperaba que los míos no fueran tan visibles, porque estarían transmitiendo lo
mismo.
—¿Vamos entrando? —Nos sacó de nuestro momento la voz de Zaira—. Ya tocó a
campana.
—Vamos. —di una última mirada hacia él, antes de dirigirnos adentro.
***
El timbre de mi casa sonó justo cuando lo abrí, ahí estaba Zaira, como
siempre, pasando para ir hasta el gimnasio juntas. Como dije, volvería a mi
vida normal, y esto formaba parte de ella.
—¿Lista Pochi? —preguntó, algo que ya era una cosa nuestra.
—Lista Cachorra. —Respondí y comenzamos nuestro camino al gimnasio.
Cuando llegamos me fije que no había nadie en la puerta, ni Pedro y Hernán
y por suerte tampoco Verónica y Samanta.
Pero sabía que mi suerte no iba a ser tanta porque cuando entre pude
localizar a las dos últimas ya ejercitándose, decidí (y se lo hice saber a Zai)
que iba a ignorarlas, ya suficiente daño hizo Verónica, no le iba a permitir ninguno
más.
Cuando terminé mi rutina fui hasta el bebedero, agarré uno de los vasos y
comencé a cargar al agua, cuando terminé me giré y en el marco de la puerta vi
a Pedro, mirando directamente hacia mí, tragué saliva, estaba con su camisa
colgada en un hombro y un poco sudado.
—Se aclaró la garganta—. Hola, estaba esperando para usar el bebedero. —dijo,
y ambos sabíamos que era mentira.
—Ya está. —dije y me corrí—. Chau.
—Pau espera. —dijo agarrándome el brazo cuando estaba por salir, sentir su
contacto, aunque sea mínimo, me hizo querer olvidar todo.
—¿Si? —pregunté, tratando de que no me afecte tanto su mano aún en mi
brazo.
—¿Puedo llevarte hasta tu casa? —quería decir que sí, pero sabía que
necesitaba más tiempo, y sola con él en el auto no iba a ayudar.
—Ahora no Pedro, voy con Zai. —le suplique con la mirada que entendiera.
Lo hizo, asintió y me dejo ir.
No hay comentarios:
Publicar un comentario