viernes, 27 de febrero de 2015

-85.

Marzo pasó como un borrón. Siguiendo prácticamente la misma rutina: desayunos con Pedro, compañía de mi mamá o Ana, almuerzo todos juntos, fisioterapia, universidad y llegar a casa de noche para aprovechar nuestro tiempo solos antes de dormir.

Dos domingos volvimos a ir a la casa de mi abuela todos juntos -incluidos Zai y Nan- y como los dos anteriores la pasamos muy bien -sin nuevas preguntas incómodas de parte de mi abuela- para suerte mía.

Lo nuevo también era que comenzamos a hacer amigos en la universidad, era un grupo ya formado de cuatro personas buenas ondas que nos dieron la bienvenida, dos chicos, Will y Gabriel y dos chicas Mia y Cielo.

Para media sorpresa de Pedro la segunda semana ya consulte con él de invitarlos a cenar y compartir en el departamento después de la universidad.

Ellos aceptaron con gusto y ya habían venido dos viernes.

Lo que más me gusta de ellos es el carisma que tienen, me hacen recordar a esos amigos de mi colegio a los cuales por diferentes razones no puedo ver, se nota que se quieren mucho -es más Will y Mia están de novios- nos habían contado que se conocían de hace años -en la secundaria- y que ni ellos podían creer que tuvieron la dicha de poder entrar todos juntos a la misma universidad.

Yo les recalque  sobre cierta dicha luego, recordando como no tuve la misma suerte con mi amiga.

Lo cual dentro de todo no me preocupaba, yo sabía que aún que un mar nos llegue a separar físicamente a mi y a Zai, ibamos a seguir siendo amigas igual, nuestra amistad sin ninguna duda era del tipo para siempre.

Ya que se había acomodado mejor a su trabajo, Zaira vino unas cuantas veces mas a verme, algunas venían de noche -con Hernan- para poder compartir con Pedro.

También teníamos por supuesto nuestros sábados en el jardín -nuestro lugar- uno de mis momentos favoritos de siempre -junto con a) dormir abrazada a Pedro todas las noches; y b) el momento en que veía a toda mi familia y la suya juntas-.

La fisioterapia iba bien -era lo que me decía el Doctor- yo había comenzado a notar pequeños cambios, sintiendo un poco más de toda esa fuerza que le faltaba a mis músculos para poder volver a pararme.

Lo que también me dijo el Doctor fue que los primeros meses parecían no tener ninguna mejora pero que era normal, que recién después me daría cuenta. Yo sólo esperaba que "los primeros meses" signifiquen "el primer y segundo mes" quería recuperarme lo más rápido posible.

Salir de la casa para ir a un lugar más, que no fuera fisioterapia -me refiero a la universidad- me hizo dar cuenta de que podía manejarme medianamente sola de a momentos y me dieron ganas de comenzar el trabajo.

Por lo que luego de días de pensar los pros y contras -sola- decidí que lo haría.

Cuando lo hablé con Pedro y con mis padres me dieron su total apoyo -como esperaba- por lo que comencé a ponerme en contacto con la biblioteca de la universidad y después de unas cuantas charlas me dieron el trabajo -de nuevo- pero solo sería por medio día de 8am a 12pm. Cuando volviera a caminar eso se modificaría por supuesto.

Gracias a que tenemos todo cerca, a Pedro no se le complicaba en nada llevarme y traerme del trabajo ya que el suyo se encontraba solo a unas cuantas calles de la universidad.

Para el primer lunes de abril yo ya me hayaba preparándome -con ayuda de mi novio- para comenzar mi primer día de trabajo.

—Estas nerviosa? —me preguntó Pedro mientras desayunabamos.

—No sé, supongo que sí, se que no es mucho lo que voy a hacer pero lo que más me preocupa son mis compañeros quizás.

Sí, me preocupaba por cualquiera, pero la verdad era que quería llevarme bien con todos -o al menos no tener problenas con nadie-. Aunque igual, según me dijeron no eran muchos. Sólo dos personas que se encargaban de administrar y ordenar los libros. Una persona que se se encargaba del manejo de las máquinas, el supervisor y yo.

—Te van a amar, vas a ver —dijo mi novio regalándome un guiño.

Yo me mordí el labio sacudiendo la cabeza.

—Vos no sos objetivo.

—Si lo soy, solo que no cuando se trata de vos. —volvió a guiñar.

Yo reí.

—Uno de estos días te vas a quedar deforme cuando el viento sople muy fuerte y estes guiñando —dije divertida.

—No, nunca te vas a librar de mis guiños.

Me encogí de hombros.

—Total me gustan.

—A mi me gustas vos —y su maldito guiño de nuevo.

Negué con la cabeza medio riendo.

—Vos no tenes solución.

Terminamos de desayunar entre unas cuantas bromas más y luego nos pusimos en marcha a la biblioteca.

Cuando llegamos Pedro me ayudó a subir por la rampa y cuando llegamos cerca de la entrada de la biblioteca paró y de puso enfrente mío arrodillándose.

—Te  paso a buscar apenas salgo sí? —yo asentí—éxitos mi amor, te amo.

Me incline para besarlo.

—Gracias mi amor, te amo también.

Se levantó de nuevo y dejó un beso en mi frente antes de irse.

Yo moví la silla de ruedas hasta el supervisor -que se encontraba ya parado en la entrada.

—Buen día Señor Serrati —lo saludé, ya nos habíamos conocido cuando vine la primera vez hace unos meses y había hablado con él por última vez el viernes  para ultimar detalles.

—Buen día Paula, seguime  te voy a presentar a tus compañeros.

Cuando entramos la biblioteca era tan hermosa como la última ves que comprobé.

No faltó mucho para que viera a los que serían mis compañeros. Estaban parados creo que como esperando para recibirme.

Me presentó al chico y la chica que se encargaban de almacenar y ordenar los libros, Fran y Mari, quienes me saludaron con entusiasmo.
Y luego a Sebastian, el encargado de manejar las máquinas, el chico de ojos avellanas me sonrío torcido y me guiño un ojo, estaba tratando de averiguar si fue de un modo divetido o si tuvo otra intención.

Una vez que saludé a todos y todos me saludaron me acomodé detrás del mostrador que por suerte no era de esos altos y podía alcanzarlo.

Gente vino y se fue en la primera hora, sorprendiendome, no esperaba a tanta gente.

Hacían cinco minutos de que la biblioteca volvió a quedar vacía y pude ver a Sebastian acercándose a mí.

—Pauli —dijo cuando llegó y yo enarqué una ceja.

—Si..? —pregunté dejando pasar su atrevimiento.

—Me aburría y pensé que mejor que hacer una conversación con la nueva.

Se encogió de hombros y lo noté tan natural -raro también- que le seguí el juego.

—Hablemos entonces —dije y él sonrío.

Hicimos un ping pong de preguntas básicas hasta que su celular sonó, él miró la pantalla y me hizo una seña para que lo esperara mientras contestaba.

No se fue a otro lugar para hablar por lo que fue imposible no escuchar la conversación, lo primero que dijo fue "Javi" y a eso le siguieron cosas como "bien"; "si, voy para tu casa"; "bueno" y por último "yo también te amo".

Trate de que la sorpresa no se notara tanto en mi cara y como él esperaba que yo diga algo  dije lo único que se me ocurría.

—Así es que... Sos gay?

Él me miró un rato como analizandome y luego sonrío de costado.

—No, soy bisexual, queres hacer un trío?

Mi cara de horror debió ser reflejada y además debió parecerle graciosa porque explotó en risas.

—Ay Pauli sos una ingenua, sí soy gay, y no me gustan los tríos, muchas gracias.

Mi cara se tiño de rosa por la vergueza y me tomé el atrevimiento de golpear mi puño en su hombro, Sebas lanzó un "auch" mientras masajeaba su brazo.

—Eso fue por burlarte de mí, aprender una ves es suficiente no? —dije y levanté una ceja de la manera mas amenazadora posible.

Él levanto las manos en señal de rendición.

—Tranquila, amiga. Entendido.

Esta ves fui yo la que rió.

Hablamos por un rato más hasta que la biblioteca comenzó a tener gente de nuevo.

Más tarde para cuando llego la hora de salida Sebas se ofreció a llevarme hasta afuera, y como ya lo había declarado mi primer amigo gay no tuve ninguna razón para rechazar su oferta.

Me acompañó hasta la entrada-salida de la biblioteca y me ayudó a bajar por la rampa.

En cuanto llegamos a donde Pedro dijo que estacionaría, el mismo se encontraba ya bajando del auto, al principio no lo distingui pero luego noté por su cara y su tensión que algo andaba mal.

—Alerta macho alfa —dijo Sebas bajito mientras Pedro nos alcanzaba.

Ya le había hablado de él, pero con la cara que tenía no se parecía en nada al novio dulce que le mencione.

—Podes dejarla —dijo mi novio sin saludar y ni siquiera sonaba como pregunta.

—Pedro! —me quejé y Sebas puso una mano en mi hombro (la cual Pedro fulminó con la mirada).

—Me voy Pauli, nos vemos mañana —dijo Sebas y yo dejé de mirar a Pedro un segundo para mirarlo a él.

—Chau Sebas, gracias por tu ayuda —dije y le sonreí, él me sonrío también y luego se despidió torpemente con su mano una vez más antes de prácticamente correr hacia el otro lado.

Una ve que se fue volví a cruzar los brazos y fuliminé con la mirada la mi novio.

—Cuál es tu problema? —pregunté entre dientes.

—Ese chico te trajo hasta acá! —dijo y si era posible iba a echar humos por la nariz.

—Y? —pregunté aunque ya sabía por dónde venía la mano.

—Que yo iba a hacer eso. Encima te dice Pauli —dijo él y medio gruño y bufo.

—Estás celoso? —pregunté casi incrédula.

Su única respuesta fue gruñir de nuevo, muy maduro.

—Ay Pedro no seas tarado, primero: soy tu novia y segundo: no entiendo por qué vas a estar celoso, mira si alguien más me va querer así como estoy.

—Primero: sí, sos mía y me molesta que alguien más esté haciendo lo que yo tengo que hacer. Segundo: así como estas? No sé que ves vos pero yo veo a la mujer más hermosa de mi vida, claro que voy a estar celoso, como no estarlo con lo preciosa que sos.

Me mordí el labio tratando de decidir cómo contestar, este chico tenía el don para hacerme derretir hasta cuando estaba molesta.

Decidí que respondería todo por el mismo orden.

—Primero: vos sos mío también y no por eso voy toda hombre de las tabernas golpeando mi pecho y gruñendo ante cualquier mina que pasa por tu camino. No me gusto ese "lo que yo tengo que hacer" no es tu obligación y si yo pido ayuda a alguien más, inhalas, exhalas y lidias con eso. Segundo y último: sos un ciego pero gracias, te amo.

Vi como trataba de procesar todo lo que dije, la verdad era que no podía estar mucho tiempo enojada con él y lo último que me dijo arruinó todas las posibilidades de seguirle la pelea.
Igual tenía que hacerle entender que debía comportarse, la escenita de celos que hizo no estuvo buena, pobre Sebas.

Pedro se quedó mirándome unos segundos mientras se rascaba el cuello y luego sin ningún aviso agarró mi nuca con ambas manos y se inclinó para besarme, beso que correspondí absolutamente, débil yo.

Cuando nos separamos jadeando él sonrió un poco.

—Me gustaría decir primero que sería muy gracioso verte como hombre de las tabernas golpeandote el pecho —dijo él divertido mientras acariciaba mi mejilla y yo reí pegandole en la mano— hablando en serio, tenes razón. Voy a tratar de controlarme más pero por favor para mi salud mental, que no haya una fila de hombres trayendote hasta acá otros días, si? —dijo él y yo asentí medio riendo— y no estoy ciego, sos la más hermosa para mí. Te amo entendes?

Como era una pregunta retórica no respondí simplemente uní nuestros labios de nuevo.

—Le debes una disculpa a Sebas —él hizo una mueca.

—Mañana cuando te traiga de nuevo me disculpo.

Yo asentí y sonreí un poco.

—Si le hace un bien a tu salud mental saber, te cuento que Sebas es gay y el otro chico que trabaja con nosotros está de novio —me entere por un chisme de Sebas, claro.

La mueca de Pedro desapareció, por supuesto.

—Bueno, un poco mejor me hace tal ve...

Lo callé con un beso mientras lo sentía sonreír.

**
Pueden regalarme sus comentarios aunque sea en estos últimos capítulos, por favor?
Gracias y espero que les guste el capítulo.
Mi twitter es @fatipauliter y paso la nove desde @pypuntilend.

Pd: dedicado a @everwiththem quien me iluminó para poder hacer el cap, gracias enfer

1 comentario:

  1. sos lo mas porque al fin subiste aunque me hagas odiarte a veces porque no tenes imaginacion te quiero igual, segui asi, inspirada y subi mas seguido, con cariño, agos, chau chau besitos

    ResponderEliminar