sábado, 6 de diciembre de 2014

-55.

Las semanas pasaron y me encontraba caminando hacia el colegio el primer lunes del mes de agosto. Pedro me sonrío desde la entrada viéndome ir hasta él, le sonreí también y para cuando lo alcancé sus manos estuvieron en mi cintura y las mías alrededor de su cuello.

—Hola mi amor —dijo él dándome un beso.

—Hola bebé —dije sonriéndole.

—Queres que te cuente un chiste? —dijo de repente.

—Eh? —pregunte confundida y un poco divertida, una curva se le formo en los labios.

—Si queres que te cuente un chiste. —repitió.

—Escuche eso tarado solo que no entiendo tu repentino cambio de corazón —dije graciosa.

—Yo tampoco la verdad —dijo rascándose el cuello, reí.

—Mejor vamos entrando porque tus chistes son malísimos —dije graciosa.

—Ouch, mi pobre corazón —dijo haciendo un puchero, lo bese justo cuando se escuchó el timbre de entrada.

—Dale vamos tontito —dije dándole un último beso.

Cuando llegamos al curso fui directo a sentarme al lado de mi mejor amiga.

—Hola Pochi —me saludo Zaira.

—Hola Cahorra, qué tal tu fin de semana? —pregunté sentándome.

—Cargadito, cargadito. —dijo sonriendo— Y el tuyo?

—Igual. —sonreí— Tenemos que compensar nuestro domingo —dije recordando que ayer no pudimos juntarnos porque Zaira tenía un día familiar al que asistir.

—Totalmente —estuvo de acuerdo y podíamos seguir hablando pero justo en ese momento el profesor entro y comenzó con su clase.

Al poco tiempo sentí dedos en mi cuello y un segundo después se movían de arriba abajo haciendo que me estremeciera. Gire mi cabeza encontrándome con los más lindos ojos cafés de los que estaba enamorada, fingiendo inocencia que no me creí.

—Hola —dijo Pedro batiendo sus pestañas, ahogue una risa.

—Estas tratando de distraerme? —pregunté tratando de sonar seria.

—Para nada —dijo aun fingiendo inocencia.

—Eso espero —dije girándome y prestando atención a lo que decía el profesor.

Dos segundos más tarde él repitió la acción haciendo que volviera a estremecerme. Inhale, exhale y seguí prestando atención a lo que el profesor explicaba, al menos lo intente pero Pedro parecía no querer retirar sus dedos de mi cuello y eso me desconcentraba, bastante.
Moví mi cuello de un lado a otro intentando quitar sus dedos sin hacer tanto alboroto, sus dedos cayeron a mis hombros y repitió el proceso, yo estaba por asesinarlo en medio de clases.

Giré y lo fulminé con la mirada, el parecía como si estuviera conteniendo un risa.

—Algún problema? —pregunto inocente.

—Vos —dije entre dientes. Él sonrío ampliamente.

—Yo? Por qué? —dijo todavía sonriendo.

—Me estas desconcentrado —dije haciendo una mueca, él acaricio mi mejilla.

—Lo siento no me pude resistir —se encogió de hombros y escuché un resoplido a su costado, era Hernán viéndose divertido.

—Más te vale poder resistirte desde ahora o… —dije tratando de formular una amenaza.

—O…? —pregunto él viéndose cada vez más divertido, acercándose más.

Cuando estaba a punto de responder noté que ya no se escuchaba la voz del profesor y que todos los ojos estaban posados en nosotros. Con las mejillas rojas me di vuelta y como supuse el profesor también estaba mirándonos.

—Algo que quieran compartir con la clase Srita. Chaves y Sr. Alfonso? —pregunto acomodándose los lentes, luciendo más aburrido que enojado.

—Estaba teniendo problemas para entender lo que decía y mi generosa compañera —dijo señalándome— sólo estaba explicándome algunas cosas —si no lo conociera mejor le hubiese creído.

—La próxima pregúnteselo cuando la clase termine —dijo girándose y retomando la clase.

Le di una última mirada a Pedro y me gire de nuevo, esta vez no hubo más interrupciones.

***

Cuando me subí al auto con Pedro más tarde le di un buen golpe en el hombro y el soltó un pequeño “ouch”.

—Y eso por qué? —dijo tocando su hombro.

—Porque te lo merecías. —saqué la lengua, él río, me dio un beso y encendió el auto.

—Vamos a comer? —preguntó.

—Vamos. —dije, unimos nuestras manos y nos pusimos en camino.

Con Pedro estuvimos ensayando hasta la tarde, nos despedimos con un beso y fui a prepararme para salir con Zaira.

Habíamos decidido faltar al gimnasio para ir a merendar y ponernos al día.

Cuando estuve lista me puse en marcha para encontrarnos con Zai.

Merendamos entre risas, bromas, secretos contados y consejos.

Pasándola bien como siempre lo hacía cuando estaba con mi mejor amiga.

Era de noche cuando volví a casa. Prendí el celular y encontré un mensaje de Pedro:

Te extrañe :-(

Rodé los ojos con una sonrisa y respondí:

Tonto.

Al segundo mi celular volvió a sonar con su respuesta:

Yo te entrego mi corazón y vos me decis tonto, duele.

Reí y luego respondí:

*ruedo los ojos* también te extrañé mi amor.

Resople al leer su respuesta:

Sabía que no podías vivir un segundo sin mi *guiño*

Respondí:

Sos un tarado.

Respondió:

Un tarado que te vuelve loca *guiño guiño*

Respondí:
Me vuelve loca sí *tos tos*

Respondió:

Te amo.

No tan sorprendida por el cambio de tema, porque él era así respondí:

Te amo también.


Respondió:

Mucho.

Respondí:

Yo también.

Respondió:

Y porque me amas mucho me vas a abrir tu ventana.

Mis ojos se abrieron con sorpresa y al instante corrí hacia mi ventana, cuando la abrí Pedro se encontraba abajo sonriendo como tonto.

—Qué haces acá Pedro —pregunté pero no sonó como una pregunta.

—Quería verte —dijo encogiéndose de hombros.

—Son casi las diez —señale lo obvio, él volvió a encogerse de hombros.

—Voy a subir —no era una pregunta.

—Te vas a matar —dije, el negó con la cabeza y comenzó a subir con la escalera que se solía usar para colgar las luces de navidad.

No alcanzaba hasta la ventana directo pero Pedro logro subirse igual y entro sin matarse ni causar un gran ruido.

—Hola —dijo sonriendo mientras se acomodaba el cabello.

—Estás loco —dije negando con la cabeza pero comenzando a sonreír.

—Por vos —respondió él mientras llegaba a mí y me agarraba de la cintura.

—Muy cliché lo de la ventana no te parece? —dije graciosa enredando mis manos en su cuello, él sonrió.

—Entiendo totalmente porque lo hacen ahora —dijo acercándome más.

—Ah sí? Por qué? —pregunté, se encogió de hombros.

—No sé, pero es mil veces más emocionante que entrar por la puerta.

—Mi novio es tan raro —dije sonriendo y negando con la cabeza.

—Mi novia es tan hermosa —dijo el pegando su cabeza a la mía.

—Te amo tontito —dije mientras acercaba más nuestras bocas.

—Yo te amo a vos mi amor —dijo colocando una mano en mi mejilla y acercándonos hasta unir nuestros labios en un beso lento que trasmitía nuestras palabras recién dichas.

Terminamos en la cama mientras seguíamos besándonos, yo abajo suyo el sosteniendo su peso para no aplastarme, nos separamos para tomar aire el sonrío besando la punta de mi nariz.

—Sos tan, tan hermosa —susurró tan tiernamente que me dieron ganas de llorar, le acaricie la mejilla y uní nuestras bocas de nuevo porque las palabras no eran suficiente en ese momento.


Muchos besos más tarde nos acurrucamos juntos mi cabeza pegada a su pecho mientras caía felizmente dormida. 

Desperté con besos siendo dejados en cada uno de mis ojos, cada lado de mis mejillas y por fin mi boca, sonreí mientras besaba de regreso a Pedro.

—Mmmm —suspiré somnolienta— buen día.

—Lo son —dijo él, abrí los ojos y lo vi sonríendo.— Tengo que irme. —lo encerré con mis brazos en su cuello y negué con la cabeza, él río. — Si no me voy ahora corro peligro de que entre tu papá y me mate.

—No quiero —dije haciendo puchero, él me beso largo y tierno pero se levanto al final.

—Nos vemos en un rato mi amor —dijo lanzándome un beso y bajando por la ventana.

Suspire sonriendo y comencé a prepararme para ir al colegio.





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