Era sábado, un día después de que mi mamá encontró a Isabella. Con Pedro teníamos un plan con ella esta vez, no iríamos a nuestro lugar hoy, iríamos al cine con Bella.
Por lo visto, Pepe se había encariñado bastante –como todos- con Isabella, y ayer de noche mientras nos mandábamos mensajes me dijo sobre su idea y yo acepté feliz ya que quería que Isabella tuviera toda la diversión que le faltó antes.
Ella durmió conmigo anoche, ya que mi cama era bastante grande y había lugar de sobra para ambas. Al principio estaba tensa y se mordía el pulgar, pero luego se acostó cuando le dije que no me gustaba mucho dormir sola –lo cual era cierto desde que Pedro se quedaba a dormir.
Ahora se estaba cambiando arriba con la ropa que mi mamá había ido a comprarle más temprano mientras nosotros –papá, mamá y yo- hablábamos en el comedor.
—Creo que tenemos que tomarnos un tiempo más y pensarlo claramente antes de hacer algo —dijo mi papá quien siempre tenía esa manía de cuestionar todo hasta estar realmente seguros.
—No tengo corazón para llevarla de nuevo Miguel —dijo mi madre y yo asentí de acuerdo.
—Yo tampoco papá, la quiero con nosotros —dije y el suspiro, sabía que él también quería pero tenía que jugar al abogado del diablo primero.
—Solo piensen en todo primero si? —dijo él— que ella se quede implica que tiene que ir al colegio, tenemos que acomodar los horarios para que no se quede sola cuando todos estamos afuera, tiene que tener un lugar fijo para dormir y lo principal tiene que querer quedarse ella.
—Se que es mucho mi amor —mamá suspiro antes de seguir—: pero se que si ella quiere y nosotros tres queremos que se quede, puede hacerlo. Al resto le encontraremos solución.
Mi mamá siempre sabía como relajar a mi papá, el asintió con la cabeza resignado.
—Bien tenía que ser la parte razonal un momento, pero es cierto que también quiero que se quede, esa pobre nena ya pasó por mucho —dijo negando con la cabeza.
—Debe haber una manera de que no pierda el año de colegio, el dinero para mantenerla tenemos, yo creo que ella quiere quedarse y con respecto a la habitación… —mi mamá se tomo un minuto para respirar profundamente antes de hablar—: podemos hacer de la habitación de Gonza, la de ella.
Apenas lo terminó de decir se le cayeron algunas lágrimas, como a mi. Que dijera eso, que aceptara quitar finalmente las cosas de mi hermano de su habitación era algo grande, lo estaba dejando ir, lo estábamos dejando ir. Nunca lo olvidaríamos, jamás. Pero el entrar a esa habitación después de un año y medio sería seguir adelante, vivir con su ausencia, aceptarla, extrañarlo y mirar para adelante.
Sin poder aguantarlo fui hasta ella y me arrodille para abrazarla, nos quedamos derramando lagrimas durante un tiempo hasta que sentí a mi papá dejar una mano en mi hombro.
Con mi mamá nos levantamos para abrazarlo también.
—Ya estoy —escuchamos una voz bajita viniendo del living.
Miramos a Isabella quien llevaba un vestido azul muy bonito, nos miramos los tres de nuevo y sonreímos un poco mientras mi madre y yo nos limpiábamos las lagrimas rápidamente.
—Por qué lloran? —dijo Bella meneando la cabeza a un lado.
—Por nada chiquita, estas muy linda —dijo mi mamá ya casi sin rastro de lagrimas.
—Sí, Bella estas hermosa —asentí de acuerdo, ella se sonrojo un poco y miro hacia abajo.
—Concuerdo con las damas —dijo mi papá y sonrío.
—Gracias —dijo Isabella mirándonos.
Y yo sabía que Gonzalo la miraba desde arriba sonriendo también.
***
Pedro llego una hora después, y luego de despedirnos de mis padres nos subimos a su auto.
—Como estuvo su día señoritas? —preguntó Pedro con un tono de diversión en su voz. Espere a que Isabella responda.
—La Señorita Ale me compro un vestido —dijo ella, su voz era tan tierna que quería abrazarla. Con Pedro reímos por lo de “señorita”, ella seguía llamando así a mi madre no importa lo mucho que le haya dicho que sólo la llame Ale.
—Y comimos muy rico —agregue y me gire para guiñarle el ojo a Isabella quien asintió de acuerdo.
—Y tu día? —escuchamos la voz de Isabella luego de unos momentos en silencio, con Pedro nos miramos sonriendo ya que era un gran logro que ella hablara así con soltura.
—Bueno no me compraron ningún vestido pero comí rico también —dijo Pedro y con Isabella reímos.
—Yo te lo voy a comprar Pepe—dije graciosa.
—Gracias mi amor —dijo el guiñándome el ojo y agarrando mi muñeca para dejar un beso en la palma de mi mano y luego dejar entrelazados nuestros dedos.
Para cuando llegamos al cine Isabella miraba curiosa todo a su alrededor y con Pedro no hacíamos más que darnos miradas sonriendo y algún que otro beso.
Compramos muchas cosas dulces –Isabella era una fanática del chocolate como yo- y luego entramos a la sala de cine.
Isabella se colocó en el medio nuestro sin decir nada y nosotros solo sonreímos porque estaba bien, este era su momento no el nuestro.
Cuando la película termino Isabella estaba sonriendo como loca, se encontraba realmente feliz ya que era su primera vez en el cine. Comentaba –increíblemente- sobre la película con nosotros mientras volvíamos a mi casa.
Cuando la dejamos junto con mi papá y mamá nos abrazó fuerte a ambos diciéndonos gracias.
Con Pedro volvimos a su auto tomados de la mano, nos subimos y aunque casi ya terminaba la tarde fuimos a nuestro lugar.
Cuando estacionó el auto me abrió la puerta y antes de que pudiera comenzar a caminar me sostuvo contra el auto con sus manos en mi cintura.
—Primero algo —dijo y luego aplastó sus labios con los míos. No era uno de los cortos besos que nos habíamos dado antes, era uno lleno de todo.
Ambos tirábamos del otro tratando de acercarnos más hasta que no hubo solo un centímetro que nos separara.
Nuestras lenguas se hicieron parte y yo no podía pensar en nada más que besarlo.
Finalmente nos separamos jadeando por aire y él acuno mi mejilla mientras me miraba fijamente.
—Soy adicto a tus labios —dijo mirando entre mis ojos y mis labios.
—Yo de los tuyos —respondí suspirando.
Acerco sus labios nuevamente esta vez besándome pausa y dulcemente para luego dejar un beso en mi frente y comenzar a caminar.
Llegamos a nuestro pequeño escondite justo cuando estaba atardeciendo, me senté en césped mientras miraba a Pedro dejar a un lado una de esas lamparas que nos daban mejor luz que una linterna.
—Me abrazas? —dije cuando vi que se acercaba para sentarse junto a mí.
—Siempre. —dijo colocándose atrás mío con sus piernas a mis costados, abrazándome por la cintura, entrelazando ambas de sus manos con las mías.
Nos quedamos así viendo el atardecer hasta que el sol se escondió por completo y la única luz que teníamos era la de la lámpara.
**
Quería dejarles un capítulo antes de la noche buena y acá está, espero que les guste y comenten si quieren ja.
PD: LEAN LA ENTRADA SIGUIENTE♥
PD: LEAN LA ENTRADA SIGUIENTE♥
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