miércoles, 4 de febrero de 2015

-79.

Los labios de Pedro haciendo su camino por mi rostro fue lo que me despertó al día siguiente.

Me quede ahí, quieta, aún sabiendo que él había notado que ya estaba despierta, queriendo sólo estar así por mucho tiempo más.

—Pensas mostrarme tus lindos ojos en algún momento —escuché a Pedro susurrar mientras su cabeza se hayaba en el hueco de mi cuello.

Sonreí, uní mis manos detrás de su cuello acariciándole el cabello y luego por fin me digne a abrir los ojos, encontrándome con el único par de ojos cafés que me quitaban el sueño.
Pedro sonrío apenas notó que lo miraba, acarició mi mejilla y dejó un corto beso en mi frente.

—Buen día preciosa.

—Buen día hermoso.

Y sin decir más sus labios rozaron los míos.

Costo que ambos tuvieramos la voluntad suficiente para separarnos, salir de la cama, y prepararnos el desayuno. Pero después de media hora lo logramos.

No me moleste en cambiarme el pijama por el hecho de que no saldríamos hasta haber ordenado todo -cosa que impuse yo, ya que me molestaba ver algunas cajas en la sala todavía-.

Mi mamá -y la suya- ya nos habían preparado con los alimentos básicos y necesarios por lo menos para una semana -cosa por la cual estábamos muy agradecidos- por lo que desayunamos sin ningún problema.

A pesar de que había dormido ya varias veces con Pedro, nunca habíamos desayunado realmente juntos -bueno, salvo en dos o tres ocasiones-  en fin, no estaba segura  -pronto lo sabría con certeza- pero sospechaba que Pedro tenía una manía, que consistía y en ponerle el azucar a su leche de a poquito, primero puso casi una cuchara, probó y no contento puso menos de media cuchara, tampoco lo contentó por lo que volvió a hacer lo mismo y luego de hacerlo una vez más al fin dejó en paz al pobre pote de azucar, se percató de que lo miraba y me preguntó que pasaba yo sólo sacudi la cabeza intentando esconder mi sonrisa.

Supongo que ahora sería así, cada uno comenzaría a notar las manías del otro, que quizá, ni nosotros mismos notabamos.

—Cuidado con ellos que son mi vida —dije y Pedro me miro enarcando una ceja.

Estábamos en la habitación que restaba, acomodando las últimas cosas que quedaban en las cajas, la mayoría de ellas mis libros, que era lo que Pedro se encontraba sosteniendo ahora, apilandolos afuera así yo podía ordenarlos en el estante.

—No sé si debo sentirme amenazado u ofendido —dijo él en tono gracioso y yo reí.

—Tarado, sabes a lo que me refiero.

Y él lo sabía, ya que me había dicho prácticamente lo mismo cuando comencé a mover sus guitarras -tenía tres aparte de la que usaba ahora-.

—Tranquila tigre, tus libros estan a salvo.

Le saqué la lengua, me guiñó el ojo y seguimos ordenando todo.

Sus guitarras ya estaban en el rincón donde el había reclamado suyo, las tres juntas viéndose hermosas -palabras suyas-, también había puesto un toca discos herencia de su abuelo, al que se había negado dejar y yo deje que lo traiga ya que teníamos este espacio y tenía que admitir dejaba un toque antiguo que me gustaba.

Mi estante era alto, con cinco superficies donde iban apilados todos mis libros, los últimos dos espacios, sabía, quedarían vacíos, pero planeaba llenarlos muy pronto.

También habíamos puesto el escritorio que traje de mi antigua habitación para colocar las cosas de la universidad, él había traído el suyo que era más chico por si necesitábamos de más espacio -trabajos prácticos y todo eso-.

Como suponía la habitación quedó sólo con el espacio suficiente como para poder moverse, pero me gustaba, estaban las cosas de ambos, juntas, y se veía fantástico.

Abracé a Pedro de costado mientras veíamos nuestro trabajo terminado.

—Quedo hermoso no? —me escuché diciendo.

—Totalmente.

Ya era el medio día cuando terminamos y decidimos hacer simplemente fideos -no, no sería siempre eso- para luego poder limpiar la sala que se había ensuciado en el proceso de nuestro arreglo y así poder descansar un rato luego.

Ya que teníamos pensado invitar a mi familia a cenar de noche, la de Pedro vendría al día siguiente.

El departamento era dentro de todo grande, hasta con un balcón donde podíamos estar varias personas, pero no bastaría para juntar a toda nuestra familia junta y pretender que podíamos cenar sin que sea un caos.

Por lo que ya habíamos hablado a todos con antelación y aceptaron con gusto, al fin y al cabo lo único que querían ver era como quedó todo.

Nos levantamos de la siesta cuando el reloj marcaba las 17hs.

En realidad, me desperté yo primera, y aproveché que pedro se encontraba durmiendo boca arriba para subirme encima suyo y despertarlo de la misma manera que el había hecho conmigo anteriormente.

Tres besos después él murmuro un "mmjm" y puso sus manos en mi cadera, empujandome mas a él, abrió sus ojos entonces y yo sonreí.

—Hola.

—Hola.

Y lo besé y me beso e inauguramos la cama.

***

Unas horas después ya estábamos duchados y nos encontrábamos poniendo la mesa, eran cerca de las 20:30 y mis padres, abuelos e Isabella deberían de estar llegando.

Como yo había predicho aquella vez que vinimos a ver el departamento por primera vez, trajimos una mesa -digo trajimos ya que mis abuelos nos habían regalado una mesa que según ellos, ya no la utilizaban- la habían mandado traer y todo, yo no me quejaba.

En fin, esto ayudo a que pudieramos permitirnos invitar a cenar a nuestras familias -aunque fuera por separado.

El timbre sonó y con Pedro nos acercamos a abrir la puerta, recibimos a todos con un abrazo y luego se pusieron a admirar el departamento.

—Quedo precioso  —dijo mi abuela un poco después cuando hubieron visto todo.

—Eligieron de maravilla —dijo mi mamá.

—Me encanta, me encanta —dijo Isabella.

—Excelente —dijo mi abuelo.

—Buen trabajo —dijo mi papá.

Y por fin me di la oportunidad de respirar tranquila.

La cena fue mejor de lo que esperaba, mi abuela siempre dándonos pequeños consejos cada vez que podía, mi mamá agregando los suyos, el abuelo y  papá  asintiendo de acuerdo e Isabella contando sus típicas historias.

Pedro y yo nos tomábamos las manos de vez en cuando, y sonreíamos, sonreíamos muchísimo.

—Y acordate princesa, los hombres tienen sus cosas, nosotras las nuestras, sólo tenemos que aprender a convivir con ello —dijo mi abuela mientras se despedía.

Yo todavía no entendía del todo a que se refería pero asentí, sus consejos eran imposibles de olvidar.

***

Al día siguiente no fue muy distinto con la familia de Pedro, si bien no había una niña parlanchina y una abuela queriendo dar consejos a cada segundo, había mucho de lo mismo, a todos también les gusto el departamento, Ana no dejaba de decirme que la llamara si pasaba cualquier cosa -mi mamá había estado igual- y Federico y las hermanas de Pedro no dejaban de hacer bromas sobre lo mucho que me compadecían por tener que vivir con él ahora.

Lo que más tuvieron en común aquellas dos noches fueron las sonrisas que Pedro y yo teníamos casi permanentemente.

***

El resto de la semana aprovechamos para acomodarnos y disfrutar de los últimos días de vacaciones.

Habíamos pasado mucho tiempo solos en nuestro departamento, pero también habíamos salido con Zaira y Hernan y habíamos llevado a Isabella al parque.

El viernes organizamos una reunión con nuestros ex compañeros para mostrarles el departamento y también para "despedir" las vacaciones.

Los chicos le dieron palmadas en el hombro a Pedro, las chicas me dijeron lo lindo que quedo todo y pasamos una noche agradable sin causar tanto alboroto.

El sábado fuimos al jardín, yo no tuve que preguntar, ese día nos despertamos tarde, preparamos sanwiches y nos dirigimos ahí sin más.

—Todavía siento como si no estuviera pasando todo en verdad —me sinceré tiempo después cuando ya comimos todo y nos encontrábamos acostados.

—También me pasa —dijo él mientras acariciaba mi brazo de arriba abajo— creo que sólo tenemos que acostumbrarnos, después va ser tan real que nos vamos a olvidar como era antes.

—A veces me pregunto de donde sale toda esa inteligencia tuya —dije graciosa pero contenta con su respuesta.

Él me apreto el costado haciéndome saltar por la cosquilla.

—Pedro! —me quejé.

—Te lo merecías —dijo y luego se alzó para quedarse encima mío— te amo.

Acaricié su nuca y sonreí atontanda.

—Te amo también.

**

Quiero que sepan que estuve un día, sí, UN DÍA sin luz -gracias tormenta de mierda-.
PD1: la novela esta por terminar y yo no voy a pasar nunca de los 3 comentarios creo.. PODRIAN por favor ayudar a mi autoestima -si ed que hay alguna todavía- de "escritora" y COMENTAR? Gracias❤
PD2: Narella sos una forra estafadora.
PD3: LAS AMO Escritoras y Agos 😍 pyv somos las gordas mas gordas de todas laa gordas ahre ( ya que estamos.. SIGANNOS -> @gordasf4ns si son gordas ya saben *guiño*)
Lissssto ahora si chau.

10 comentarios:

  1. Amo amo tu novela, no dan mas de lindos!!! Genia vos escribiendo!

    ResponderEliminar
  2. yo leo tus dedicaciones no más porque todavía sigo atrasada, si, pegame. Pero cuando termine nhtc me pongo a leerte, porque es obvio que vale la pena!! 🙌🙌

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Ay te amo justinaaaaaaa y no te pego porque estamos iguales(? Pronto me pongo al dia también ay que no termineeee

      Eliminar
  3. Me encanta la novela!!! No quiero que se termine pero ojala tenga un final re tiernooo!!!!

    ResponderEliminar
  4. Es muy linda♥ Espero más capitulos en @candipauliter ! porfis!☺☺besssos

    ResponderEliminar