¡Que los cumplas feliz, que los
cumplas feliz, en tu día dichoso, que los cumplas feliz!
Así fue como me desperté la mañana de mi cumpleaños, bostecé y me refregué los ojos para luego abrirlos.
Mamá, papá, Zaira y Pedro me miraban sonriendo, todos sostenían algo en sus
manos, mamá una torta, papá una caja grande envuelta en papel de regalo, Zaira
una bolsa de regalo que ya creía estar segura lo que era, y Pedro un ramo
enorme de peonias (mis flores favoritas).
Me quedé mirándolos un segundo más antes de sonreírles de vuelta.
—No hacía falta todo esto—dije a medida que me dejaban los regalos en la
cama.
—Cuando veas lo que hay dentro de estos —dijo mi amiga señalando su regalo
y él de mis papás— no vas a decir lo mismo —guiño el ojo y todos reímos
—Ahora todos nos vamos a ir abajo, preparate rápido que el desayuno esta
listo —dijo mi mamá y segundos después se machó después de dejar un beso en mi
frente.
Papá imitó el gesto y se fue también, Zai me dio un abrazo enorme antes de
irse y dejarme un rato sola con Pedro.
Él se acerco a cama, se sentó y me tiro en un abrazo que quería nunca tener
que terminarlo, respire su aroma, y suspire por gusto.
Nos separamos y él acaricio mi mejilla izquierda un segundo antes de
besarme, fue un beso dulce y lento, y cuando nos separamos, ambos estábamos
sonriendo.
—Feliz cumpleaños mi amor —dijo dejando un corto beso más.
—Gracias Pepe, y gracias por las peonias —dije mirando las flores, él negó
con la cabeza.
—Este es el comienzo recién, ahora voy a bajar, porque por mucho que me
gusta la idea de ayudarte a vestir, creo que tu papá no lo aprobaría —dijo
guiñando el ojo y luego yéndose.
Cuando bajé un tiempo después todos ya estaban en la mesa, me senté al lado
de Pedro y fue imposible no desviar la vista hacia aquel lugar vacío en la
mesa, el lugar que siempre pertenecería a Gon. Inevitablemente se me escapó una
lágrima, la cual rápidamente limpié esperando que nadie se diera cuenta. Dí una
mirada a mi alrededor y suspire de alivio al ver que mis papás y Zai no lo
notaron, pero por el apretón en mi rodilla que recibí del costado supe que
Pedro si lo hizo.
Lo miré y él me sonrío levemente, luego dejó un largo beso en mi sien.
***
Luego de que desayunáramos fuimos al colegio en el auto de Pedro.
El resto del día fue casi normal como podía ser a excepción de los saludos
que recibía de mis compañeros o algunos profesores.
Cuando tocó el último timbre, Pedro me agarro de la mano y me llevó hasta
su auto, diciéndome que Zaira y Hernán nos alcanzarían en un rato.
Pensé que iríamos a comer los cuatro juntos por lo que me sorprendí cuando
noté que estábamos yendo a mi casa.
Cuando estacionó se bajo y luego abrió mi puerta, caminamos hasta la
entrada de la mano, abrí la puerta y en cuanto vi la sala me eché a correr a
los brazos de mis abuelos.
—Feliz cumpleaños princesa —dijo mi abuelo cuando nos separamos.
—Gracias abuelo —sonreí feliz.
—Feliz cumpleaños mi vida —dijo mi abuela mientras me agarraba las mejillas, apretándolas, típico de ellas.
—Gracias abuela —la volví a abrazar— que sorpresa, no los esperaba! —no
podía dejar de sonreír.
—No queríamos faltar a los dieciocho de nuestra nieta —dijo mi abuela como
si fuera una obviedad.
Luego habló más despacio, solo para que yo escuchara, y tal vez mi abuelo.
—Veo que seguiste mi concejo —mirando hacia atrás.
Recién en ese momento me acordé que deje a Pedro parado en la puerta.
Me gire hacia él haciéndole señas para que venga y se acerco sonriendo.
—Abuelos este es Pedro, mi novio. Pedro estos son mis abuelos Martha y Juan.
—Un gusto Pedro —dijo mi abuelo estrechando su mano.
—Lo mismo digo Señor —conocía a Pedro y podía notar que estaba un poco
nervioso.
—Decime Juan no soy tan viejo —dijo mi abuelo guiñando el ojo.
—Juan —dijo Pepe asintiendo con la cabeza, mientras se giraba para
saludar a mi abuela quien inmediatamente lo abrazo.
—No sabes como me moría de ganas de conocerte —dijo mi abuela y yo sonreí
aún más si podía.
—Yo también Señora —siempre respetuoso él.
—Yo tampoco estoy tan vieja —dijo soltándolo y Pedro río.
—Martha? —preguntó dubitativo pero sonriendo.
—Martha —asintió mi abuela.
Un tiempo después llegaron Zaira y Hernán y después de un rato de estar
todos juntos en el living, fuimos a almorzar.
***
No fue hasta de tarde que mis abuelos se fueron, no sin que antes mi abuela
se llevara a Pedro a un lado para hablar con él a solas, me moría de ganas de
saber sobre que hablaron pero ni ella ni Pedro dirían nada.
Un tiempo después Pedro me dijo que fuera a prepararme porque volvería en un
rato para llevarme a cenar.
Una hora después ambos estábamos sentados en aquel restaurante donde me
había llevado a nuestra primera cita, el restaurante en el cual también
solíamos venir a menudo cuando eramos cuatro.
No me dio tanta tristeza como pensé que lo haría en el momento en que
atravesamos la puerta. Pedro había reservado un lugar para nosotros y quería disfrutarlo
completamente, así es que decidí centrarnos solo en nosotros dos.
Tuvimos una cena magnifica hablando de todo y nada, como siempre.
Cuando terminamos fuimos a caminar por los alrededores de un parque, Pedro
me hizo sentar en un momento y saco una cajita rectangular de su bolsillo.
Cuando la abrí había una brazalete de plata con un micrófono y una guitarra
entrelazados, lo admire por un tiempo y luego mire hacia Pedro.
—Te gusta? —preguntó dubitativo.
—Me encanta Pepe, y lo entiendo completamente —dije emocionaba, era como
una fusión de nosotros en un brazalete.
—Me alegro que lo entendieras no quería regalarte solo algo, quería que significara algo.
—Me encanta —susurré de nuevo y luego lo besé— te amo, gracias por estar
todo el día conmigo.
—Siempre mi amor —me besó una vez más y luego se aparto para hablar de
nuevo— debajo de la cajita hay algo que hice para vos, no es la gran cosa pero leelo cuando estes sola.
—No puede ser ahora? —dije haciendo un puchero, el cual el besó por
supuesto.
—Mmm no, la próxima vez puede que te lo lea yo, pero como es la primera… —se
encogió de hombros rascándose la nuca, yo asentí porque sabía que si él hacía
eso era porque estaba nervioso y no quería eso.
—Esta bien —dije y lo abrace— gracias de nuevo.
—No hay nada que agradecer mi amor, te amo —dijo y luego beso mi frente.
Nos quedamos un rato más ahí solo disfrutando del otro, hasta que Pedro
dijo que ya nos teníamos que ir.
Me dejo frente a mi puerta, y le hice prometerme que volviera más tarde.
Apenas llegué a mi habitación, cerré la puerta y me senté en la cama para
poder ver lo que había debajo de la cajita.
Era un papel doblado con algo escrito en él, cuando terminé de leerlo tenía
lágrimas en los ojos, nadie nunca me había escrito nada y menos algo así, creo
que lo amé incluso aún más, si eso era posible.
Tiempo después cuando entro por mi ventana, lo abracé por un largo tiempo susurrándole
cuando lo amaba.
Esa noche me dormí con mi cabeza en su pecho, pensando en Gonzalo y de
cuánto me estaba cuidando desde arriba.
*papel doblando y metido debajo
de la cajita del brazalete*:
Desde niño siempre quise volar
Yo tenía la ilusión de algún día
tocar el cielo
Desde niño siempre quise escalar
Yo tenía la ilusión de llegar
hasta la cima del lugar más alto
Desde niño siempre quise cantar
Yo tenía la ilusión de enamorar a
las personas con mi voz
Desde niño siempre quise triunfar
Yo tenía la ilusión de algún día
sentir satisfacción por haber logrado algo
Desde niño siempre quise amar
Yo tenía la ilusión de mirar a
alguien como mi papá miraba a mi mamá, como si él daría la vida por ella, como
si ella fuera su todo
Desde niño siempre quise todas
esas cosas
Y ahora que te tengo
Pienso que, en verdad
Todo lo que siempre quise es a
vos.
Te amo cada día más.
Tuyo para siempre, Pedro.
**
Dos capítulos en una semana WO qué es esto.
Esta muy buena la nove! Me encanta! Cuando subas me la pasas? @paulitercordoba
ResponderEliminarEscribis tan bien que te suplicarias que la termines, JAJA...y nada te pediria que si podes pasarmela cuando subas. Gracias. @AmorxPpyPau
ResponderEliminar