Luego de más o menos una hora de
que el avión había despegado finalmente me relaje del todo y accedí a ver una
película con Pedro, para no tratar de sincronizar la película, simplemente me
apoye en su hombro y compartiendo auriculares vimos Votos de amor elegido por mí, claro.
Luego de eso nos turnamos entre
dormir un poco, comer, ver otra película y leer (bueno, eso lo hacía sólo yo) y
claro, un beso que otro dado en momentos.
Catorce horas después luego de
aterrizar y conseguir nuestro equipaje, subimos a un trasbordador para llegar a
la ciudad de París.
Eran casi las once de la noche
cuando llegamos al hotel, el cual era un simple edificio de diez pisos de
piedra y con una puerta en forma de arco.
Teníamos un “tutor” –cosa que
nuestros padres habían exigido, puesto que estaríamos dos semanas y media sin
ellos al otro lado del mundo- el tutor se encargaría de guiarnos por todo París
y mientras tanto “cuidaría de nosotros”.
Todos compartiríamos
habitaciones, y por supuesto que nosotros elegimos con quien dormiríamos
–siempre y cuando sea del mismo sexo- por lo que obviamente Zaira y yo
estaríamos compartiendo habitación. Pedro lo haría con Hernán.
Decidimos que cenaríamos,
mientras admirábamos París de noche brevemente, antes de ir a dormir un poco
para comenzar el día bien descansados.
No sin antes dejar nuestras
maletas en las respectivas habitaciones, nos correspondían todas las
habitaciones del piso seis y siete, en el seis estaríamos las chicas, en el
siete los chicos.
Abrimos la puerta de nuestra
habitación y nos encontramos con dos camas bastante grandes, con una mesita en
medio, un armario y una televisión pantalla plana puesta en la pared.
—Wow —dijimos a unísono con Zaira
mientras observábamos todo, nos acercamos a la enorme ventana que nos mostraba
una pequeña parte de la ciudad iluminada de París.
—Presiento que no voy a querer
irme de acá nunca más —dijo mi amiga y yo asentí de acuerdo.
—Y eso que todavía no vimos los
alrededores —susurré emocionada, sin poder creer que estaba en la misma París.
Luego de admirar nuestra
habitación por unos minutos más bajamos hasta el lobby donde nos reuniríamos
todos antes de encontrar algún lugar para cenar.
Fui hasta Pedro mientras Zaira
iba con Hernán, esperando a algunos compañeros, que tardaban, nuevamente.
Poco después estuvimos todos y
con el tutor al frente salimos del hotel.
Mientras caminábamos comenzaba a
enamorarme –de nuevo- de la cuidad, sus tiendas, las personas, hasta incluso el
aire, todo era soñado.
Entremos en una de las tantas
cafeterías que se encontraban repartidas por la acera y nos sentamos en
pequeñas mesas reunidas para que podamos caber todos.
Teníamos la suerte de que nuestro
tutor sabía hablar francés a la perfección, ya que sino estaríamos comiendo quien
sabe que en este momento. Pero gracias a su ayuda todos tuvimos precisamente lo
que queríamos.
Después de la cena volvimos todos
al hotel y luego de un beso de buenas noches a Pedro entre a mi habitación
tirándome de espaldas a mi cama, suspirando feliz.
***
Me desperté la mañana siguiente
primeramente pensando que estaría en mi cama, mi habitación, mi casa.
Suspirando al notar que realmente estaba en París.
Luego de turnarnos el baño con
Zaira, nos vestimos y bajamos hasta el lobby para conseguir nuestro desayuno.
Esta vez nos quedamos en el
hotel, ya que luego iniciaríamos nuestro turismo.
Podíamos sentarnos en cualquier
lugar por lo que algunos se dividieron y con Zaira decidimos sentarnos en una
mesa de cuatro.
Fui en busca de Pedro y lo
encontré parado hablando con un compañero, con el cabello húmedo y los ojos un
poco hinchados por levantarse recién, giro un poco la cabeza y me encontró
mirándolo, ambos sonreímos.
Luego de decirle algo a nuestro
compañero comenzó a acercarse a mí.
Me abrazo por la cintura mientras
yo ponía mis manos en su nuca.
—Buenos días preciosa —dijo y yo
suspire.
—Buenos días mi amor —dije
apoyando nuestras frentes.
Él cerró la distancia y unió
nuestros labios.
—Dormiste bien? —preguntó una vez
que nos separamos, yo asentí.
—Y vos? —quise saber también.
—También, pero podía haber
dormido mejor —dijo guiñando un ojo y yo reí mientras golpeaba su hombro.
—Tonto —dije dejando un corto
beso en sus labios— vamos a desayunar que nos están esperando.
Después del desayuno nos pusimos
en camino a una caminata de unos cuantos minutos hasta la Catedral de Notre
Dame.
Las calles eran empinadas y torcidas
con edificios de piedra, las tiendas adornadas con toldos, caminamos en
silencio, sólo hablando para admirar los lugares, iba con Pedro de la mano, y
podía ver que algunos compañeros estaban igual, otros iban en pequeños grupos.
Fuimos hacia el río y pronto
Notre Dame capto mi visión: dos torres altas alzadas contra el cielo.
Cuando por fin entramos a la
penumbra de la catedral todo el mundo se quedó en silencio, admirando. El lugar
tenía un aire mágico y antiguo, era increíble.
El tutor se paró en la cola para
comprar nuestros boletos de tarifa de grupo y también para asegurarnos nuestras
guías de audio para el tour en español.
Habíamos acordado todos juntos
que la primera semana la usaríamos para los tours, en grupo, y luego la semana
y media que quedaba podíamos ser libres para recorrer lo que queramos, siempre
y cuando no saliéramos de la ciudad y llegáramos a la hora pactada al hotel.
Sin duda ver el Notre Dame en
persona fue mil veces mejor que en las fotografías.
***
Fuimos a almorzar después de eso,
elegimos comer al aire libre y mientras tanto entre todos comentábamos sobre lo
maravillosa que fue la Catedral de Notre Dame.
Una vez que almorzamos todo Julio
-el tutor- nos dijo que teníamos una hora para descansar ya que luego emprenderíamos
hacia el Arco del Triunfo.
En esa hora con Pedro y algunos
compañeros más decidimos recorrer por los alrededores.
Luego de media hora de
simplemente recorrer decidimos volver hacia el punto de encuentro, sólo volvimos
a parar una vez para comprar helados, deliciosos debo acotar.
Nos pusimos en marcha luego,
hacia el Arco del Triunfo, todos estábamos de acuerdo en subir hasta la sima,
ya que habíamos escuchado que tenía una de las mejores vistas de París.
Y estaban completamente en lo
cierto, lo que veía era increíblemente hermoso y lo fue más aún cuando empezó
el atardecer.
Pedro me abrazaba por detrás
mientras veíamos el sol descender dando paso a la luna.
Él apretó aún más su agarre y yo
suspire, pensando que esta ciudad era mágica.
Para cuando volvimos al hotel
luego de cenar nadie estaba lo suficientemente agotado como para irse a dormir
por lo que luego de la advertencia de Julio de llegar a tiempo para el toque de
queda -las doce de la noche- todos se dispersaron yendo a sus habitaciones a
ducharse para luego volver a salir.
Luego de quedar con Pedro que nos
encontraríamos en el lobby en media hora, subí a la habitación con Zaira.
Yo me duché primero ya que ambas
sabíamos que era la que tardaba menos y luego me cambié rápidamente.
—Ustedes a dónde van? —preguntó
Zaira mientras terminaba de vestirme, yo me encogí de hombros.
—No tengo idea creo que sólo
vamos a caminar por ahí —dije y ella asintió— ustedes?
—Creo que vamos a hacer lo mismo
o a lo mejor nos quedamos acá —dijo guiñando un ojo y yo fingí cara de asco.
—Zaira guardate esa información
para vos solita no quiero imaginarme que sucede cosas en mi habitación mientras
no estoy —dije graciosa y ella rió.
—Solo aviso Pochi —dijo ella y yo
sacudí la cabeza sonriendo.
—Bueno me voy no hagas nada que
yo no haría —ambas reímos ante lo que dije y luego baje para encontrar a Pedro
ya listo y sonriéndome.
—Mi primer día en París y ya no
quiero volver —dije medio divertida medio en serio.
—Pienso que este lugar es una
trampa mortal —dijo él y yo arqueé una ceja.
—Trampa mortal? —pregunté no
entendiéndolo.
—Sí, del tipo "mi novia se
enamoró de un parisino y se va quedar a vivir porque ama París" —dijo y
pude notar la diversión en su voz aunque su rostro trataba de estar serio, le
di un codazo y el soltó un "ufff".
—Sos un tarado —dije riendo y el me sonrío.
—Un tarado que te ama, acordate
—dijo levantando un dedo.
—Me acuerdo —dije asintiendo con
la cabeza solemnemente.
Caminamos un poco más abrazados
de costado hasta que vi una fuente con un banco enfrente vacío y le dije a
Pedro para sentarnos ahí.
Una vez que lo hicimos me recosté
sobre su brazo extendido y nos quedamos un tiempo viendo la fuente sin decir
nada.
Disfrutando de la extraña paz que
París brindaba.
***
Los siguientes días fueron casi
de la misma manera, el miércoles luego de desayunar fuimos al Museo del Louvre
viendo las diferentes obras artísticas que se destacaban por su belleza y
singularidad.
Una vez afuera almorzamos en un
lugar de comida rápida y después de nuestro pequeño tiempo libre nos dirigimos
todo el camino hasta la cima fe la colina del Montmartre, encontrando ahí la magnífica
Basílica del Sagrado Corazón
El jueves recorrimos la segunda
plaza más grande de Francia, La Plaza de
la Concordia. Y más tarde nos dirigimos a El Gran Palacio de las Bellas artes.
Para el viernes por fin fuimos a
los lugares que yo estaba esperando desde el principio. Primero fuimos al
Palacio de Luxemburgo y para el almuerzo nos situamos en los Jardines disfrutando
una vez más de la comida rápida y el aire libre. Los Jardines de Luxemburgo
estaban llenos tanto de parisinos como de turistas como nosotros, y era uno de
los lugares más bellos hasta el momento -aunque todos lo eran para mí-.
Más tarde nos dirigimos al fin
hacia la Torre Eiffel y luego de formar una larga fila logramos subir hasta la
cima, donde podía observarse gran parte de París, fue un momento increíble y se
respiraba romanticismo. No hace falta decir que no solté la mano de Pedro un
solo segundo.
Mientras yo suspiraba y admiraba
todo él parecía no poder hacer nada más que mirarme.
—No vas a admirar la vista Pepe?
—pregunté mientras veía hacia la ciudad oscureciendo de a poco.
—Ya lo estoy haciendo —dijo él
todavía mirándome.
Me gire para mirarlo por completo
y encontré que estaba sonriendo, le sonreí también y agarrándole de la nuca lo
besé.
—Te amo —dije separándonos un
poco.
—Yo a vos —dijo y está vez acercó
sus labios él.
***
La noche del sábado, luego de
nuestro tour por el Museo de Orsay y El Palacio de la Opera, un compañero nos
informó sobre una discoteca calle abajo del hotel donde estaba seguro nos
dejarían entrar, todos decidimos ir ya que necesitábamos un poco de descanso de
tanta historia.
Estaba analizando que ponerme y
como no me decidía pedí ayuda a Zaira, terminé con un croptop de cuello redondo
–bastante abierto, debo admitir- una falda corta, tacones de aguja y el pelo
recogido.
Me analicé en el espejo y casi
quise quitarme todo de nuevo, me veía sexy, cosa que no sucedía a menudo.
—Zaira, estas segura? —pregunté
haciendo una mueca, no tan cómoda. Esperando que ella me dijera que no, que me
tenía que cambiar. Recibiendo totalmente la respuesta contraria, ella dio saltitos
de arriba abajo aplaudiendo.
—Te ves diosa Pochi —dijo y
sonrío, yo sonreí un poco también, me quedaría así, total era solo una noche.
—Lo que París le hace hacer a uno
—dije fingiendo un suspiro, ambas reímos.
—Bueno ahora —dijo mientras
terminaba de colocarse sus aretes— vamos, antes de que nuestros novios impacientes
vengan por nosotras.
Yo asentí de acuerdo y bajamos al
lobby.
Pedro ya se encontraba ahí,
sonriendo ante lo que decía un compañero, sonrisa que se borró al verme,
frunciendo el ceño mientras otros compañeros silbaban hacia nosotras –ya que
bajamos un grupo de chicas.
—Decime que no te vas a ir así —dijo
él encontrándome en el camino.
—Lo voy a hacer —dije cruzándome
los brazos, a la defensiva.
Él me miro de arriba abajo y
luego volvió sus ojos a los míos.
—Cambiate —dijo entre dientes.
—Perdón? —lo asesiné con la
mirada— a mí nadie me dice que hacer aparte de mis padres, no sé cuál es tu
problema pero no me voy a cambiar Pedro —no le di oportunidad de acotar nada
más porque me aleje de él y fui hasta nuestro grupo que ya estaba listo para
irse.
Mire al resto de las chicas, que
vestían casi de la misma manera que yo y me pregunté cuál era el problema de
Pedro, pero rápidamente sacudí los pensamientos poniendo una sonrisa en mi
rostro.
Disfrutaría de la noche con él
malhumorado y todo.
Llegamos a Le Secret y pagamos
para entrar, algunos fueron directamente hacia el bar, yo fui una de ellos.
Pedí un trago que no tenía idea
de qué era, pero se veía bien. Y cuando me lo dieron unos segundos después tomé
casi toda la bebida de un trago, delicioso.
Apenas acabe la bebida Zaira me
arrastro a la pista de baile, y en grupo con otras compañeras nos pusimos a
bailar como solo nosotras podíamos, yo sabía que estábamos haciendo todo un espectáculo.
Tiempo después algunos chicos
pidieron bailar con nosotras, pero los rechazamos amablemente –aunque queríamos,
y bastante. Por qué, admitámoslo, quién no querría bailar con un sexy
parisino?- pero en fin, estábamos cómodas en nuestro grupo por lo que no
aceptamos por el momento.
Cuando ya bailamos lo suficiente
como para cansarnos, nos dispersamos, algunas fuimos al bar y otras a sentarse
en los asientos esparcidos por el lugar.
Pedí la misma bebida que había
pedido anteriormente, ya que no tenía ganas de tomar agua y la bebida era
bastante liviana.
Cuando me dieron el trago, noté
que el chico que me había pedido bailar antes, se sitúo a mi lado en una de las
altas butacas.
Traté de no mirarlo, para que no
me hablara, ya que sabía que Pedro andaba en algún lugar mirándome, había
sentido su mirada desde que salimos del hotel, pero en ningún momento se acercó
para disculparse, y yo tampoco lo haría, ya que yo no tenía nada porque pedir
disculpas.
—Salut —hablo directamente a mí
el hermoso parisino, mi plan de que no me notara fracasando.
—Salut —respondí girándome un
poco para mirarlo, no sabiendo bien si eso significaba salud o hola.
—Tu es belle —dijo él y pude
entender lo que decía.
—Merci —respondí no encontrando,
ni sabiendo, otra palabra correcta para su “sos hermosa”.
—Quel est votre nom? —habló una
vez más el chico, sin duda queriendo hacer una conversación y yo estaba pensando
en alguna manera de librarme de él sin ser grosera antes de que…
—Paula —me llamó una voz enojada
desde atrás, yo suspiré.
Di una mirada de disculpa al parisino
y me gire hacia la voz.
—Qué querés Pedro? —dije cruzándome
los brazos.
—Que dejes de olvidarte que tenés
novio —dijo él entre dientes.
—No me olvide, y tampoco me
olvide que mi novio está siendo un imbécil —dije irritada ante el tono de su
voz, y la acusación.
—Por lo menos no me visto como un…
—no terminó la oración.
—Como qué Pedro? A ver decilo —lo
reté dándole una mirada furiosa.
Él suspiro pasándose las manos
por el cabello.
—Todos están mirándote a cada
segundo y me estoy volviendo loco —dijo aún con las manos en su cabello.
—Noticia de último momento Pedro,
el resto del mundo me puede ver, no sólo vos —dije aún irritada por su tonto comportamiento
infantil.
—Sabes a lo que me refiero Paula,
no hay necesidad de ser sarcástica —dijo dándome una mala mirada.
—Así como no hay necesidad de ser
un imbécil —contrarreste— pero vos lo sos, así que… —dije dejando la palabra al
aire.
—Sos imposible —dijo y podía ver
que estaba cada vez más frustrado.
—Y vos un imbécil —volví a
decirlo y él prácticamente echaba humos por la nariz.
—Basta Paula —dijo y yo quería
gritar, era él el que comenzó.
—Yo. No. Hice. Nada. Pedro —dije
lentamente entre dientes, ya cansada.
—Podías simplemente haberte
cambiado y no estaríamos teniendo esta discusión —dijo él creyéndose completamente
lo que decía.
—Mira Pedro si tu idea es
arreglar las cosas así te puedo decir que no va funcionar, yo me visto como
quiera, punto —dije haciendo hincapié en el yo.
El gruño, que maduro.
—Vos sos mía, perdón por no
querer que otros te miren como si quisieran llevarte a una habitación —dijo él
todavía furioso.
—Estoy segura que algunas chicas
te miran de igual manera y yo no estoy por ahí haciendo un berrinche digno de
un niño de ocho años —dije enojada y cansada de discutir.
—Entonces supongo que no te
importo lo suficiente como vos a mí —escupió las palabras y al momento en que
termino, notó la gravedad de lo que dijo y quiso hablar, yo no le di
oportunidad.
Agarré el trago de quien sabe quién
y se lo tiré en la cara.
—No trates de volver a hablarme —dije
y me marché furiosa.
Él hizo caso a mi petición, y yo
me quedé con las ganas de que me siguiera así podía descargar mi rabia contra
él.
Llegué al hotel, acompañada por
unas cuantas compañeras que ya querían irse como yo, y me encerré en mi
habitación, permitiéndome al fin llorar, las palabras de Pedro habían dolido,
tal vez no quiso haberlo dicho del todo, pero en algún lugar de su inconsciencia lo pensó.
Zaira llego media hora después y
sin hacer ningún tipo de pregunta se acostó a mi lado abrazándome hasta que me
quede dormida.
**
Hooooola lo siento por tardar en subir pero con todo esto del tema de Paris no sabía bien que escribir, y nada esto salió.
PD1: NO me odien a mi odien a las chicas que pidieron pelea.
PD2: NO me odien.
PD3: COMENTEN porque sino sufro.
PD4: lean las novelas del costado y porfitas por mi, exíjanle a narella que suba capítulo.
PD5: NO me odien.
PD6: lqm♥ comenten♥ chiau♥
No que se arreglen que se peleen zaira y Hernán no pyp
ResponderEliminar