jueves, 15 de enero de 2015

-72.

Al día siguiente cuando nos levantamos decidimos desayunar todos juntos, y armamos una enorme mesa en una cafetería para llevar a cabo nuestro plan.

Lastimosamente me tocó sentarme justo con Verónica –se acordarán de ella- en frente, pero como había estado haciendo por los últimos meses, la ignoré, y ella a mí. Ya que sabía que no tenía que volver a meterse conmigo luego de que casi la dejé sin alargues.

Omitiendo esa parte todo el resto del día fue genial, luego del desayuno nos dividimos de nuevo, solo que en esta ocasión la división era chicos/chicas.

Nosotras nos dirigimos directamente hacia las tiendas, y ellos vaya uno a saber dónde.

Recorrimos casi todas las tiendas de París que pudimos, no siempre estábamos comprando algo, a veces sólo pararíamos a mirar, ya que no podíamos darnos el lujo de comprar todo lo que queríamos.

En su mayoría compré ropas y objetos que servirían como recuerdo de este maravilloso viaje.

También compre regalos para mis padres e Isabella, y hasta inclusive uno para Pedro.

Cuando llegamos al hotel ya estaba anocheciendo y como los chicos no daban señales de vida aún decidimos pedir la cena ahí.

Ellos llegaron unos minutos después con sorprendentemente algunas bolsas en sus manos también.

Alcancé a Pedro y le di un beso bien cargado ya que no lo había hecho en todo el día, él respondió con la misma efusividad también.

—Se divirtieron? —pregunté y él asintió.

—La pasamos bien y después nos acordamos de que teníamos que hacer algunas compras también —dijo él señalando sus bolsas.

—Me parece perfecto, tenían que hacer algo productivo también —dije graciosa y él pellizco mi nariz.

—Ni te pregunto si se divirtieron ustedes porque ya veo que sí —dijo señalando a las bolsas que casi doblaban lo suyo a mis pies.

—Y mira que si podía compraba más —dije y él rió.

—No lo dudo —dijo y luego de eso todos nos pusimos a cenar.

Después subimos para dejar nuestras bolsas en las habitaciones y también para prepararnos ya que volveríamos todos juntos a Le Secret.

Al parecer, a excepción de nosotros, el resto se divirtió bastante, y como yo en un principio lo había hecho también, quise volver y Pedro no tuvo opción de decir que no.

Me vestí como yo esta vez, usando un vestido suelto de color claro, que me llegaba a cuatro dedos antes de las rodillas, pensé que era lo suficientemente largo para que a Pedro no le diera un ataque, y realmente era como a mí me gustaba, por algo lo había comprado hacía unas horas.

Me dejé el pelo suelto esta vez, y me puse unos tacos más cómodos.

Cuando me mire al espejo estaba más contenta con este resultado que con el anterior, y lo bueno de todo es que Zaira aplaudió de todos modos también.

Después de que estuvimos completamente listas bajamos hasta el lobby donde por supuesto ya la mayoría se encontraba.

Fui hasta Pedro, que no me había notado aún porque se encontraba de espaldas, y le toqué el hombro, se giró de inmediato regalándome una enorme sonrisa.

—Estás hermosa —dijo él besando mi frente.

—Lo suficientemente vestida? —pregunté un poco recelosa aún por aquella noche, él suspiro.

—Voy a omitir ese comentario porque ya aclaramos ese tema —dijo él y no me dio tiempo de replicar ya que unió sus labios a los míos sin más.

Lo besé de regreso y tuvieron que silbarnos para que nos separemos.

—Me podes demasiado —dije como si estuviera retándolo y él simplemente sonrío.

Atravesamos la discoteca luego de haber pagado y nos sentamos un rato mientras se llenaba el lugar.

Luego de un rato Zaira me sacó a bailar, nuevamente.

Y después, cuando sentí manos sosteniendo mi cintura por detrás no me asuste, sabía que era Pedro.

Comenzamos a movernos con la música en esa posición mientras él me alejaba cada vez un poco más del grupo.

Él beso mi cuello luego, y un escalofrío recorrió mi cuerpo, arqueé más mi cabeza para darle espacio, y luego sin aguantar más me gire hacia él, mirando sus ojos cafés mientras nos movíamos lo besé.

Bailamos por mucho tiempo más así, pegados, besándonos entre ratos, no importando nada más que nosotros.

Tiempo después ambos estuvimos de acuerdo que en queríamos salir de ahí, encontré a Zaira bailando con Hernán y la alejé un poco diciéndole que fuera directamente a la habitación de ellos.

Apenas cerramos la puerta de la habitación que compartía con Zaira, comenzamos a besarnos, nuestras manos vagando por el cuerpo del otro hasta que caímos en mi cama.

Rápidamente quité la camisa de Pedro y comencé a pasar mis manos por su torso desnudo mientras él pasaba sus manos por mi cintura yendo más abajo, llegando hasta el dobladillo de mi vestido comenzando a levantarlo hasta que lo quitó por completo y me quede solo en ropa interior.

Él se apartó un poco y me acaricio con la mirada de arriba abajo antes de llegar a mis ojos y sonreír.

—Sos tan hermosa —susurró antes de unir nuestros labios.

Su jean siguió la ropa en el piso luego, y poco después mientras Pedro me besaba por todas partes el resto de nuestras prendas se unieron también, hasta que nada se interponía entre nosotros.

—Te amo —susurro Pedro una vez que volvió su rostro hasta el mío después de alcanzar la protección en sus jeans.

—Yo a vos —dije suspirando mientras lo sentía unirse a mí.

Nos movimos lentamente al principio, disfrutando de cada rose, cada sensación, aumentando el ritmo cada vez más entre gemidos y jadeos hasta que ambos llegamos a la cima.

Él dejó ir un poco su peso cayendo sobre mí para luego girarse y llevarme casi arriba suyo, mi cabeza descansando en su pecho.

Me quede un rato así sintiendo su mano acariciar mi espalda, mientras yo me tomaba mi tiempo también, pasando mi mano de arriba abajo por su pecho, hasta que levanté la cabeza para mirarlo, él, que estaba mirando hacia el techo notó que lo miraba y bajó la cabeza para mirarme también. Ambos sonreímos un poco.

—Estás bien? —preguntó él como siempre lo hacía, yo asentí suspirando.

—Mejor que nunca —respondí y él sonrío un poco más.

—Yo también —dijo y se me escapó un bostezo— dormí mi amor —dijo él dejando un beso en la cima de mi cabeza.

Yo medio asentí mientras el sueño llegaba.

***

Desperté con besos cosquilleando en mi cuello, llegando a mi mandíbula, pasando a mis cachetes, por mi frente, nariz y finalmente labios, desde que sentí el beso en el cuello yo ya estaba sonriendo, sin embargo no abrí mis ojos todavía.

El beso en los labios fue corto, y me quede quieta esperando más, Pedro seguía encima mío, podía sentir su peso, sin embargo no me besaba más... Seguí esperando.

—Abrí los ojos para mí preciosa —dijo con la voz ronca por despertarse recién, sus labios rozando los míos mientras hablaba, de tan cerca que se encontraba.

Lentamente abrí mis ojos para encontrarme con recién despierto rostro sonriente de Pedro.

—Ahí estás —dijo guiñando un ojo que me hizo sonreír.

—Buen día —dije, mi voz un poco ronca también.

—Totalmente lo es —dijo él sonriendo lentamente.

—Exijo un beso mejor —dije sabiendo que le encantaba cuando hablaba así.

—Si señora —dijo y aplastó sus labios con los míos dándome lo que quería.

—Mejor? —preguntó mientras se alejaba un poco un tiempo después.

—Mmm creo que falta más —dije agarrando su nuca para unir nuestros labios de nuevo.

Nos quedamos enredados besándonos por rato más hasta que mi panza gruñó un poco y esa fue la señal de Pedro para levantarse y decir que teníamos que desayunar.

Esperó a que me duchara y luego se duchó él, así sólo entraba a su habitación para quitar ropa limpia -y no molestar tanto a Zaira y Hernán, que suponíamos dormían aún-.

Una vez que estuve lista, con Pedro ayudándome a vestir -sí... Imaginen lo que fue eso...- salimos de la habitación y nos dirigimos arriba.

Pedro abrió la puerta con la llave que tenía y entró para cambiarse mientras yo observaba a mis amigos durmiendo, se veían adorables y me preguntaba si con Pedro nos veíamos así cuando dormíamos juntos.

Ambos estaban con ropa -suerte nuestra- y Zaira tenía la cabeza en el hueco del cuello de Hernán, abrazándolo por la cintura, él envolviéndola con sus brazos, mientras que sus piernas se enredaban juntas.

Decidí quitarles una foto, mi amiga me agradecería por eso después.

Justo cuando estaba guardando mi celular en mi bolsillo de nuevo Pedro salió del baño y bajamos hasta el lobby.

—Bueno qué vamos a hacer? —dije más para mí misma que para él.

—Aunque sé que la pregunta no fue dirigida a mí te cuento que hasta un poco pasado el mediodía podemos hacer lo que quieras pero después yo tengo algo planeado —dijo él mientras ya comenzábamos a caminar hacia afuera.

—Mmm y supongo que no me vas a decir qué es eso —dije conociéndolo, él me miro mientras apretaba un poco mi mano que ya estaba entrelazada con la suya.

—Supones bien —respondió guiñando un ojo.

—Vos y tus guiños —dije sacudiendo la cabeza como si me molestará, pero secretamente los amaba.

—Lo amas —dijo como leyendo mis pensamientos yo le quite la lengua, sí, muy maduro.

Él rió, entonces nos dirigimos hacia lugares de París que no habíamos concurrido antes, yo quería ver todo lo posible de la ciudad antes de irnos el martes.

Almorzamos en uno de los jardines que estaban cerca de donde nos encontrábamos, pidiendo comida rápida sentándonos en bancos, era mucho mejor comer así que en un restaurante, por lo menos para mí.

La tarde llegó y Pedro ya nos estaba encaminando hacia donde él había dicho, o mejor hacia donde él no me había dicho que iríamos más temprano.

A medida que caminábamos ya tenía una idea de lo que haríamos y comencé a sonreír, Pedro sacudió la cabeza divertido mirándome.

—Imposible sorprenderte a vos conoces todo hasta mejor que yo —dijo medio frustrado medio gracioso, yo reí inclinándome para besarlo.

—La intención es lo que vale bebé —dije guiñándole un ojo, haciéndolo reír.

—Vos fingí sorpresa por lo menos dale? —dijo él y yo asentí a punto de reír.

Cuando llegamos a El Puente de las Artes sonreí enormemente aún a pesar de que ya sabía que nos dirigíamos ahí, fue el primer puente de hierro que se construyó en la ciudad de París. Es también el puente donde miles de parejas de enamorados de todo el mundo han colocado candados de diferentes formas y colores con sus nombres inscritos, , tirando la llave al río como simbolizando la unión para siempre entre ambos miembros de la pareja.

Observe los miles y miles de candados, preguntándome cuantas parejas que dejaron sus candados acá siguen juntas, cuantas no cumplieron con su promesa… Un poco curiosa, sí.

Estaba observando los candados cuando Pedro aprieta mi mano y saca una pequeña bolsa de su bolsillo, revelando un candado en ella, haciéndome sonreír aún más si eso es posible.

—Lo ponemos? —preguntó una vez que encontró la llave también, yo asentí entusiasmadamente.

Encontramos un pequeño lugar libre y colocamos el candado ahí, con nuestros nombres grabados en él.

Yo sostenía la llave mientras Pedro sostenía mi mano, y ambos contamos hasta tres y luego lanzamos la llave al río.

Pedro quien se encontraba atrás mío envolvió sus manos en mi cintura y nos quedamos mirando hacia el río por un tiempo, yo cerré los ojos, disfrutando de la brisa suave y del abrazo de Pedro, suspirando feliz, no queriendo dejar París nunca.

Noté que él dejo caer una mano y abrí los ojos, aun mirando hacia el río hasta que lo que Pedro sostenía en la mano llamó mi atención, dejándome sin aliento.  

No podía ser lo que creía, la cajita no era ni tan cuadrada ni tan rectangular, era negra, pero podía ser… Comencé a respirar más rápido, esperando que dijera algo, o abriera la caja.

Hizo lo último, revelando un anillo dentro, con una cadena envuelta, yo inhale pesadamente, él hablo.

—Es un anillo de promesa —susurró en mi oído y me relaje un poco, sintiendo felicidad crecer dentro.

—U-un anillo de promesa? —dije tartamudeando un poco, no pudiéndome girar para mirarlo todavía.

—Eso mismo, este anillo ahora va ir en el collar, y cuando estemos listos va pasar a tu dedo. —dijo él hablando cerca de mi oído aún, me estremecí, no pudiendo creerlo, realmente estábamos prometiéndome un futuro, un presente, todo.

Me gire y apenas enrede mis manos en su cuello lo atraje hacia mí besándolo con locura.

—Te amo demasiado —dije entre besos, y lo sentí sonreír.

—Yo también te amo mi amor, pero por favor decime si aceptas el anillo porque me estoy muriendo —dijo él medio gracioso y yo reí soltándolo un poco.

—Claro que lo acepto Pedro, esto es…—dije tratando de encontrar las palabras, sacudiendo la cabeza— es perfecto, gracias.

Quito el anillo de la caja, metiéndolo en la cadena y luego girándome para poder prenderlo en mi cuello, cuando me gire de vuelta lo besé de nuevo, estando segura que este sería el primer momento que recordaría siempre cuando pensara en mí viaje a París.

**
Yo se que ahora ustedes quieren viajar a París también ah bueno.
Quiero que sepan que lo del anillo se lo debo a Solfilis arroba everwiththem, su corazón romántico no tiene fin in in vieron, a mi nunca se me habría ocurrido eso, o tal vez sí, no sé, pero en fin denle una palmadita en el hombro a ella por esto bueno¿?. 
PD1: la misma romántica empedernida de Solfilis me dijo que flasheo mucho con todo este tema de hablar al final y nada quería decirles a ustedes que piensan lo mismo, que sí, la flasheo mal porque no estoy bien de la cabeza, supongo ya se dieron cuenta de eso también... En fin tenía ganas de decir eso. 
PD2: si alguien lee y no les estoy pasando cap pidanmelo en @fatipauliter o en @pypuntilend. 
P3: ya es muy largo todo esto así es que hasta acá llegan los posdatas por hoy, bueno si pueden comentar voy a ser feliz, sino, mueran *mentira*, en fin... Me voy.... Chiiiau.

2 comentarios: